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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 07/06/2025 16:35
Algunas personas son más propensas a sentirse ofendidas, lo que puede afectar sus vínculos con la pareja, la familia o los amigos (Imagen Ilustrativa Infobae) Sentirse ofendido es una reacción emocional frecuente. En algunas personas, el sentimiento es persistente y puede afectar la relación de pareja, familia o amigos. Sin embargo, hay otras, que apenas registran el incidente y lo pasan por alto. ¿Por qué los humanos reaccionamos de forma tan disímil ante un mismo hecho? Los expertos afirman que quienes se declaran ofendidos suelen sentir que su dignidad o su autoestima han sido dañadas por una acción o una palabra. Y reaccionan de múltiples formas: pueden defenderse y agredir a ofensor, quitarle importancia, sentirse culpables o simplemente, no reaccionar. La licenciada Catalina Silveyra, psicóloga especialista en psicoterapias integrativas y coordinadora del área de evaluación neurocognitiva de Fundación Aiglé, explicó a Infobae que en primer lugar, “siempre hay que considerar que toda persona es en su personalidad única e irrepetible. “Es bien diferente a la otra y, más allá de que los terapeutas podemos encontrar patrones de comportamientos comunes, rasgos de personalidad o un trastorno con determinadas características, siempre es caso por caso”. Quienes se ofenden con facilidad suelen tener baja autoestima, inseguridad y alta sensitividad interpersonal (Imagen ilustrativa Infobae) La experta explicó que hay personas más susceptibles, más sensibles, y esto puede deberse a múltiples razones. “En psicología usamos un término que se llama sensitividad interpersonal, que se refiere a la tendencia a sentirse inferior al compararse con otros. Generalmente, estas personas tienen baja autoestima, son inseguras y presentan una sensitividad interpersonal alta. Esto las vuelve más vulnerables frente a los demás y más sensibles a las críticas", describió. Y afirmó que también hay personas más propensas al enojo, del mismo modo que las hay en relación a la tristeza o al miedo. “Esa reacción puede surgir cuando el otro no actúa como se espera o no trata como se desea. En muchos casos, detrás del enojo se esconde una susceptibilidad vinculada a la inseguridad. Suelen ser personas desconfiadas, atentas a posibles actitudes negativas del otro, y se colocan a la defensiva", detalló Silveyra. Completó: “Por lo general, son personas con habilidades sociales poco desarrolladas, que quedan atrapadas en el enojo o la frustración porque el otro no hizo lo que esperaban. En lugar de hablarlo, relativizarlo o recurrir al humor, que son recursos posibles para afrontar situaciones sociales que resultan incómodas, permanecen ancladas en esa reacción emocional”. Por su parte, la doctora Graciela Moreschi, médica psiquiatra y escritora, explicó a Infobae que en general, las personas que se ofenden con facilidad son muy exigentes consigo mismas, que no admiten errores y en sus propias creencias no hay lugar al error, a lo que no sea perfecto o esté aprobado. “Lo viven como si fuera un insulto. Son personas que, en general, tienen un pensamiento binario: está perfecto o está mal. Y si alguien señala algo que ellos lo experimentan como ofensa, lo viven mal o lo notan como crítica”. Algunas personas fueron humilladas en la infancia y al no recibir validación de adultos, se sienten fácilmente descalificadas (Imagen ilustrativa Infobae) Y siguió: “Es un problema de susceptibilidad. ¿Pero de dónde proviene? De la personalización. Hay un tipo de pensamiento disfuncional que tiene que ver con personalizar. Estas personas sienten que lo que se dice o se hace es en contra de ellos. Cuando uno personaliza y siente que todo está dirigido a uno, es más fácil ser susceptible”. La licenciada Silveyra afirmó que estas personas son más sensibles a las críticas, y tienden a sentirse observadas o evaluadas negativamente. “A veces, el otro no está siendo crítico, pero la persona permanece en estado de alerta, pendiente de que eso ocurra, y puede terminar sobredimensionando la situación. Esto suele estar ligado a la susceptibilidad, la inseguridad, la desconfianza y la baja autoestima”. También puede estar relacionado con ciertas características narcisistas. “Es un término que se refiere a personas que esperan reconocimiento y valoración especial por parte de los demás. Cuando no reciben ese trato, pueden enojarse u ofenderse, aunque el otro no haya hecho nada malo, simplemente porque no cumplió con sus expectativas”, afirmó Silveyra. A todo esto también se puede sumar la disposición emocional. “Las personas estresadas, por ejemplo en casos de burnout, tienden a estar más irascibles. En los cuadros depresivos también se observa irritabilidad, especialmente en varones, mientras que en mujeres suele predominar la tristeza. Estas condiciones vuelven a la persona más vulnerable y sensible, y afectan la forma en que se vincula con los demás”, señaló Silveyra. Las personas con rasgos narcisistas esperan reconocimiento especial y pueden ofenderse si los demás no cumplen con sus altas expectativas (Imagen ilustrativa Infobae) En cuanto al origen de esta conducta, la doctora Moreschi explicó que “son personas muy egoicas, que pueden haber sido humillados de niños o al revés, muy elogiados y cuando no reciben todos esos elogios que aumentaron su ego, se sienten descalificados”. Las ofensas y las redes sociales Al ser personas muy susceptibles, la psiquiatra explicó que no suelen exponerse en redes sociales justamente porque no toleran una crítica. “En todo caso, las redes sociales están ahí, confirmando que todo debería estar bien y que para que esto suceda uno debería comportarse con ese ideal, un ideal social. Hay un muy fuerte ideal del yo que no puede ser herido”. Y completó la doctora Moreschi: “Creo que lo que habría que trabajar es pensar que el que alguien no apruebe o diga alguna otra cosa no significa que nos esté criticando. Poder diferenciar primero que no tenemos que ser perfectos. ¿Cuál es la creencia que está detrás de esto? Segundo, que el otro puede pensar diferente. Y esto no nos está hiriendo”. Con respecto a las redes sociales, la licenciada Silveyra expresó que son un arma de doble filo. “La exposición constante y la posibilidad de enterarse de todo lo que sucede generan situaciones que antes eran privadas. Si bien lo que se ve en redes debe tomarse con precaución, muchos pacientes cuentan que se enteraron por una historia de Instagram de que no fueron invitados a un lugar, o que se publicó una foto del grupo donde ellos no están. También aparecen situaciones de pareja, como el enojo al ver que la ex pareja ya subió una foto con otra persona”. La constante comparación en redes sociales genera malestar, especialmente si se percibe que otros viven mejor o muestran mayor felicidad (Imagen Ilustrativa Infobae) Las redes, al exponer tanto, hacen que se acceda a información que puede provocar enojo. “También surgen reproches frecuentes, como “¿por qué no subís fotos conmigo?”, tanto en relaciones de pareja como en amistades. Esto puede generar malentendidos y todo tipo de emociones, no solo enojo. Muchas veces, lo que se ve puede afectar el estado de ánimo y generar tristeza. Si además la persona está atravesando un mal momento, esto potencia las comparaciones: “El otro es feliz, la pasa bien, y yo no”. En resumen, las redes pueden ser disparadoras de muchas emociones, incluidas situaciones de enojo”, afirmó la psicóloga. Cómo salir del bucle mental En cuanto a las recomendaciones, los terapeutas trabajan para que las personas adquieran control sobre sus pensamientos y emociones, indicó la licenciada. “Existe una correlación directa entre lo que pensamos, sentimos y hacemos. Es importante ser conscientes de qué emociones tenemos, qué las desencadena, cuál es su intensidad y cómo actuamos en consecuencia”, señaló Silveyra. Y agregó: “Muchas veces, las emociones se activan por lo que pensamos. Si creemos que alguien actuó con intención de excluirnos, y nos aferramos a esa idea, nos sentimos mal, nos enojamos, nos frustramos y tal vez queramos alejarnos o confrontar. Enojarse es natural y válido, pero lo importante es qué hacemos con eso y cuánta entidad le damos. Tomar conciencia de lo que pensamos, sentimos y de qué lo provoca permite elegir cómo actuar. No es lo mismo pasar el día de mal humor, sin poder trabajar, entrenar o alimentarse bien, que reconocer el malestar y buscar algo que nos ayude a sentirnos mejor: salir a caminar, correr, tomar un baño caliente, o hablar con alguien”. Las técnicas de respiración, mindfulness y meditación ayudan a calmar la mente y salir del bucle mental provocado por emociones intensas (Imagen ilustrativa Infobae) También la licenciada recomendó técnicas como la respiración, el mindfulness y la meditación, que ayudan a entrar en contacto con un estado de calma y presencia. “Estas herramientas permiten aquietar la mente y salir del bucle mental que se genera cuando estamos tomados por el enojo, la angustia o cualquier otra emoción”. Una técnica para “desofenderse” Charles H. Browning, doctor en Psicología, experto Terapia Profesional Centrada en Soluciones explicó en una nota en Psychology Today que ofenderse no es solo sobre lo que otros dicen o hacen. “Realmente se trata de lo que tu cerebro ha sido entrenado para esperar. Se conoce como sesgo de expectativa. Anais Nin lo explicó muy bien: ‘No vemos las cosas como son. Vemos las cosas como somos’. No nos ofendemos por lo sucedido, sino por lo que esperábamos que sucediera. Todos llevamos en el fondo reflejos emocionales invisibles: rápidos, hiperreactivos y precargados, generalmente por heridas viejas y sin cicatrizar del pasado”. Y completó: “Esa respuesta aguda y sarcástica que se forma en tu cabeza incluso antes de que el otro termine su oración es tu reflejo ensayado de ofensa que se activa automáticamente. Y cuanto más dejas que se active, más fuerte crece”, explicó el doctor y describió un método de cuatro pasos para desactivar ese reflejo y restaurar la calma: Los pensamientos negativos automáticos pueden intensificar la ofensa, por eso se recomienda detenerse y analizar la situación antes de reaccionar (Imagen ilustrativa Infobae) 1. Capturar el pensamiento. Cuando algo molesta o hiere, es importante detenerse antes de reaccionar. En lugar de responder de forma automática, hay que observar y nombrar los pensamientos negativos que aparecen. Nueva forma de pensarlo: “Eso me impactó. ¿Qué lo provocó exactamente? ¿Qué estoy permitiendo que influya en mi mente en este momento?”. 2. Redefinir el pensamiento. Conviene mirar con más atención: ¿ese pensamiento exagera la situación? ¿Está basado en hechos reales o es solo una reacción dolorosa frente a alguien que intenta herir? Nueva forma de pensarlo: “¿Este pensamiento es útil, constructivo o siquiera cierto? ¿Estoy permitiendo que alguien más tome control de mi mente con mi consentimiento?” 3. Reemplazar e invertir el pensamiento. Elegir pensamientos más sabios, que ayuden a mantenerse firme, conectados con nosotros mismos y en control, sin quedar atrapados. Nueva forma de pensarlo: “Aunque otros elijan ser groseros o crueles, yo puedo mantenerme por encima de eso. Me da pena que necesiten herir para descargar su malestar en los demás”. Reconocer el pensamiento que activa la ofensa y reemplazarlo por otro más constructivo ayuda a mantener el control emocional (Imagen ilustrativa Infobae) Preguntarse si este momento puede ser una oportunidad para fortalecer nuestro equilibrio emocional y no involucrarnos en los conflictos ajenos. “Esta es una buena ocasión para cuidar mi calma sin engancharme con los temas de los demás. Puede ser el momento justo para descubrir una mejor versión de mí. Responderé al malestar con calma”. Finalmente el doctor concluyó: “Cuanto más difícil sea para las personas ofenderte, menos batallas tendrás que librar. Puedes ofenderte o puedes recuperar el control. ¡Es tu elección, no la de ellos!"
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