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» Tu corrientes
Fecha: 07/06/2025 10:34
La nave espacial, que llevará a astronautas a la órbita de nuestro satélite natural en 2026, contará con un microsatélite argentino construido por alumnos de tres universidades públicas La próxima misión espacial tripulada a la Luna será histórica. Y para la Argentina tendrá un plus, ya que dentro del cohete de la misión Artemis II de la NASA, además de los cuatro astronautas que orbitarán nuestro satélite natural, viajará un satélite argentino fabricado por estudiantes de tres universidades públicas. En un avance significativo para la ingeniería aeroespacial argentina, el microsatélite Atenea, desarrollado en colaboración entre varias universidades y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), se integrará a la desafiante misión Artemis II de la NASA, programada para ser lanzada en abril de 2026. Este hito no solo marca la participación activa de Argentina en un proyecto internacional de enorme envergadura, sino que también resalta el protagonismo de las universidades argentinas públicas y la calidad de sus profesores y estudiantes en la exploración espacial mundial. Argentina es uno de los 55 países que forma parte del Convenio Internacional Artemis que la NASA firmó con las agencias espaciales de esas naciones. Pero dentro del cohete SLS que despegará rumbo la Luna solo habrá cuatro satélites construidos por igual cantidad de países. Lo más destacable es que cada uno de ello, incluido nuestro país ganó un concurso internacional para subirse a la misión con un aparato innovador. Se trata del microsatélite Atenea, un CubeSat de clase 12U, que será uno de los CubeSats internacionales desplegados antes del acercamiento lunar, junto con otros satélites de Alemania, Corea del Sur y Arabia Saudita. El aparato, cuyas dimensiones totales son de 30 cm x 20 cm x 20 cm, se encargará de validar tecnologías críticas para futuras misiones espaciales, como la medición de radiación en órbitas altas, la prueba de fotomultiplicadores y la validación de enlaces de comunicación de largo alcance, aspectos clave para el avance de la exploración espacial más allá de la órbita terrestre. Este proyecto Atenea ha sido posible gracias a un acuerdo entre la NASA y CONAE, con la participación destacada de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Universidad Nacional de San Martin (UNSAM), que contribuyen con sus conocimientos y experiencia en el desarrollo de satélites y tecnologías espaciales. Marcos Actis, director del Centro Tecnológico Aeroespacial (CTA) de la UNLP y decano de la Facultad de Ingeniería, resaltó a Infobae el impacto histórico de la participación argentina en esta misión. “Con la incorporación de nuestra Facultad en este proyecto vemos que el esfuerzo realizado por el CTA, invirtiendo recursos propios para los gastos que demandó la construcción del USAT 1, y el apoyo de la Universidad para pagar el lanzamiento, dio sus frutos”, comentó Actis, refiriéndose a la experiencia adquirida con el satélite USAT 1, el cual marcó un precedente importante para los proyectos aeroespaciales argentinos. “Nuestra experiencia en el cubesat USAT 1, que será lanzado también el año que viene, estimamos que con SpaceX, nos posibilitó entrar en este proyecto espacial de trascendencia mundial. Estamos hace casi un año trabajando fuerte con todos los requerimientos que NASA nos puso”, precisó el experto y contó que el microsatélite Atenea se desarrolló dentro del marco del programa SARE (Sistema de Alta REvisita) de la CONAE, cuyo objetivo es la producción ágil y de bajo costo de satélites pequeños para la observación terrestre y la exploración espacial. Este programa resalta la capacidad de Argentina para producir tecnologías espaciales avanzadas, con un enfoque en la reducción de costos y en la mejora de la eficiencia en el desarrollo de satélites y componentes espaciales. “La misión Atenea es accesoria a la principal Artemis II, que es llevar a la tripulación a orbitar la Luna con el fin de obtener datos de vuelo, con miras a un próximo descenso con Artemis III. Yo trabajé hace algunas décadas con los satélites de la serie SAC, como el A, B, C y D. Por lo que tomo esto de forma natural. Pero a la vez me emociono de pensar que los chicos están trabajando y tienen en sus manos piezas que irán al espacio y se van a quedar orbitando allí. Yo siempre digo que cuando uno sabe algo y lo sabe hacer, hay que dejar que otros lo hagan y aprendan. Y como uno aprende haciendo es clave que los estudiantes hagan este tipo de desarrollo”. Innovación y colaboración internacional en la misión Artemis II La incorporación de Atenea a la misión Artemis II resalta la innovación tecnológica que se está desarrollando en Argentina, un país que, a través de la CONAE, se ha posicionado como un actor relevante en el ámbito espacial internacional. Este avance se logró gracias al trabajo conjunto de diversas instituciones académicas y científicas del país, cuyas contribuciones al desarrollo de microsatélites y otras tecnologías espaciales han sido fundamentales. Alejandro Martínez, decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (FIUBA), destacó a Infobae la relevancia de este logro para la Facultad y la Universidad de Buenos Aires, recordando que la FIUBA ha sido pionera en el desarrollo de proyectos espaciales desde sus primeros pasos en el campo de la ingeniería aeroespacial. “A lo largo del tiempo, en la Facultad hemos desarrollado distintos proyectos relacionados con la actividad espacial, muchos de ellos en el Departamento de Electrónica, aunque también con la colaboración de los Departamentos de Física y de Mecánica”, destacó Martínez, quien resaltó el proyecto ASTAR como la máxima expresión del esfuerzo realizado por la FIUBA en el ámbito aeroespacial. Martínez enumeró y detalló las funciones que cumplirá Atenea en el espacio: “Atenea tiene como principal objetivo validar tecnologías críticas para futuras misiones espaciales, lo cual incluye medición de dosis de radiación, prueba de fotomultiplicadores de silicio (SiPMs) y validación de enlaces de comunicación de largo alcance. Estas actividades permitirán elevar el Nivel de Madurez Tecnológica (TRL) de componentes clave, fundamentales para el desarrollo de misiones espaciales más complejas, como las futuras exploraciones en el espacio profundo”. Entre sus funciones se incluyen: Medición de dosis de radiación en órbitas bajas y profundas, evaluando blindajes y componentes comerciales. Son componentes que se compran en tierra pero se prueban en el espacio. En la actualidad muchos componentes se fabrican especialmente para misiones espaciales por cuestiones de temperatura, de vacío por falta de gravedad y por la alta radiación que reciben que puede afectar la electrónica y generar daños. Puede cambiar valores del software en la computadora central. Prueba de fotomultiplicadores de silicio (SiPMs), dispositivos optoelectrónicos de alta eficiencia utilizados para comunicaciones, sensores, pantallas, entre otros. Recopilación de datos GPS por encima de la constelación, para optimizar maniobras en órbitas de transferencia geoestacionaria. Los satélites GEO estacionarios orbitan la Tierra a 36.000 kilómetros, es decir que acompañan el giro de la Tierra. El sistema GPS está más bajo, a 21.000 kilómetros. Por eso, lanzar un Cubesat a más de esas alturas probaría muchas cosas en cuanto a la operatividad y funcionamiento. Validación de enlaces de comunicación de largo alcance para su uso en programas de exploración del espacio profundo. “Estas actividades permitirán elevar el Nivel de Madurez Tecnológica de subsistemas clave, potenciando su uso en futuras misiones espaciales más complejas”, resumió el experto. A bordo de una misión histórica La misión Artemis II, que se sobrevolará la Luna con una tripulación de astronautas, es histórica, pues representa el retorno lunar tripulado tras el exitoso programa Apolo que tuvo lugar desde las década de 1960 hasta el año 1972. Artemis II, que se lanzará desde el Centro Espacial Kennedy, en Cabo Cañaveral, transportará a cuatro astronautas a bordo de la nave Orión en un viaje de diez días. Los astronautas deberán orbitar la Luna y chequear todas las condiciones técnicas de vuelo para preparar la siguiente misión tripulada llamada Artemis III que será la que finalmente vuelva a posarse en nuestro satélite natural, tal como lo hizo la legendaria Apolo 11. La participación de profesores y jóvenes ingenieros y estudiantes argentinos en el desarrollo de Atenea ha sido clave para alcanzar este logro. “Para trabajar en el proyecto Atenea, hubo un concurso internacional en el que la Argentina logró calificar por el proyecto y desarrollos presentados. En ese aspecto, la ingeniera Sonia Botta realizó un trabajo espectacular, con muchas reuniones online con expertos de la NASA para el requerimiento de todas las metas exigidas”, destacó Actis. Botta, ingeniera del CTA en La Plata y coordinadora del equipo que trabaja en el CubeSat Atenea, detalló el papel del equipo en el desarrollo del satélite. “Desde el CTA estamos encargados de la ingeniería de sistemas, asegurando que el satélite funcione correctamente en cuanto a requerimientos y compatibilidades, además de la fabricación de piezas y subsistemas, como los controles térmicos y estructuras metálicas”, explicó Botta. Esta descripción resalta la importancia de la ingeniería de sistemas, fundamental para garantizar el éxito de misiones espaciales tan complejas. Por su parte, Ramón López La Valle, coordinador por el SENyT, explicó los detalles del desarrollo de tres subsistemas clave para el satélite: el subsistema de comunicaciones, la computadora de a bordo (OBC) y el receptor de GPS. “Nuestro desarrollo es integral porque hacemos el diseño, el software y la implementación del hardware, es decir, la construcción de los equipos electrónicos, además de participar en la manufactura de otras partes del satélite”, agregó López La Valle, quien destacó la importancia de los desafíos técnicos que supone trabajar con órbitas de gran altura y elusivas condiciones espaciales. El equipo de trabajo está integrado por jóvenes y experimentados ingenieros, como Franco Spadachini y Joaquín Brohme, quienes trabajaron en los aspectos estructurales del CubeSat, y Frida Alfaro, encargada de la ingeniería orbital. La colaboración de todos los miembros del equipo, bajo una estructura bien definida, ha sido esencial para el avance continuo de Atenea. “Actualmente, si bien desarrollamos varias piezas centrales en el país, estamos esperando que lleguen al país algunos componentes que vienen del exterior, como algunos sistemas de navegación o potencias que se fabrican en países como Australia, Japón y Europa. Si bien aquí se podrían fabricar, no dan los tiempos de esta misión para hacerlos”, remarcó Actis. Un hito para Argentina en la exploración espacial La participación en la misión Artemis II es un logro trascendental para Argentina, pues coloca al país como un actor relevante en la exploración espacial internacional. A través de la colaboración entre CONAE, universidades como la UNLP y la FIUBA, y agencias espaciales internacionales como NASA, Argentina da un paso decisivo en su consolidación como líder en tecnología espacial en América Latina. El compromiso de la UNLP y la FIUBA en este proyecto histórico subraya el alto nivel académico y científico que se cultiva en las universidades argentinas. La participación en Artemis II es un testimonio del empuje y dedicación de los ingenieros y científicos que, con el apoyo de sus instituciones, logran superar los desafíos técnicos y colaborar con las principales agencias espaciales del mundo. El microsatélite Atenea es solo una muestra del potencial de Argentina en el sector espacial, y su participación en Artemis II pone en evidencia el compromiso del país con la exploración y el desarrollo de nuevas tecnologías que podrían transformar el futuro de la ciencia y la industria espacial global. Este hito no solo es motivo de orgullo nacional, sino que también posiciona a Argentina como un referente en la innovación y colaboración internacional en el ámbito espacial. Atenea y la misión Artemis II son el resultado de años de trabajo, dedicación y colaboración entre científicos, ingenieros y estudiantes comprometidos con el avance de la ciencia y la tecnología en Argentina. Fuente: Infobae
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