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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 07/06/2025 08:30
Trabajadoras en una línea de producción de una fábrica de lencería en China. REUTERS/Florence Lo/File Photo Más de 160 millones de niños en el mundo, uno de cada diez, son explotados laboralmente y casi la mitad, 79 millones, se ven obligados a realizar trabajos duros y peligrosos que pueden dañar su salud y su desarrollo psicofísico, según datos de Save The Children. Entre ellos se encuentran los que trabajan en la industria textil de países asiáticos que confeccionan moda rápida (fast fashion) que compran los consumidores del primer mundo a golpe de ratón. Esta forma de esclavitud es sufrida por niños y adultos. “Según varios estudios fundamentales en el campo de la gestión de empresas y la ética de los negocios, la esclavitud moderna -entendida como una forma de explotación laboral extrema en la que una persona es privada de su libertad por parte de otra por motivos económicos o personales- forma parte del modelo de negocio de algunas empresas internacionales”, explica Iu Tusell, profesor de Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). A su juicio, el sector textil es uno de los más expuestos debido a que las largas cadenas de suministro, la falta de regulación internacional y la subcontratación masiva facilitan la vulneración sistemática de los derechos laborales. Tusell reconoce que si bien “el sector textil no puede definirse como una industria fundamentada en la esclavitud moderna, sí presenta factores que incrementan el riesgo de aparición de casos de explotación laboral extrema”. Trabajar sin garantías de seguridad Así, según datos publicados por Public Eye, los trabajadores de fábricas que proveen a alguna de estas empresas pueden llegar a trabajar hasta 75 horas semanales, en condiciones que vulneran la legislación laboral china y sin ninguna garantía de seguridad. Además, diferentes informes han denunciado la presencia de menores en estas cadenas de montaje, pese a la dificultad de verificarlo, debido a la falta de transparencia. Esta forma de explotación, “seguramente una de las más crueles”, es una de las más provechosas para las empresas, explica Tusell: “Por ejemplo, el salario de un niño representa un tercio del sueldo de un adulto que realiza la misma tarea”. Y es que la industria textil es una de las grandes responsables de la explotación infantil, reconocen desde la UOC y ponen el ejemplo de Bangladés, donde la Encuesta nacional de trabajo infantil de 2022 de la Oficina de Estadística del país estima que aproximadamente 1,78 millones de niños y niñas de entre 5 y 17 años están implicados en trabajos infantiles. Además, otros informes recientes han documentado la presencia de menores en talleres textiles subcontratados, a menudo fuera del control institucional, donde cosen prendas de ropa durante largas jornadas y en entornos insalubres, sin acceso a educación ni condiciones mínimas de seguridad. “Este tipo de explotación perpetúa el círculo de pobreza e impide el desarrollo social de las comunidades afectadas”, apunta Tusell. Fuente: Organización Internacional del Trabajo Un sobreconsumo letal Los trabajadores no son los únicos damnificados por este tipo de empresas textiles, el medio ambiente también lo es. Según la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa (CEPE), la industria textil y de la moda produce casi el 20% de las aguas residuales del mundo y emite cerca del 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) del planeta. Es decir produce 1.200 millones de toneladas de CO2 al año. Y las perspectivas para el futuro no son mejores, un estudio de la Fundación Ellen MacArthur, recoge que la industria textil en su conjunto podría ser responsable de una cuarta parte de las emisiones de GEI en 2050. “La moda rápida ha incrementado notablemente el flujo de materiales dentro del sistema: las marcas de moda producen casi el doble de piezas en comparación con el periodo anterior al año 2000, cuando empezó el fenómeno de la moda rápida”, apunta Carmen Pacheco, profesora de Estudios de Economía y Empresa de la UOC y experta en consumo sostenible. La Guardia Civil ha aprehendido más de seis millones de productos falsificados, incluyendo un gran número de camisetas de fútbol de selecciones de la Eurocopa y Copa América (Fuente: Guardia Civil) Reconoce que la influencia de las redes sociales es fundamental en la forma como se consume la moda actualmente, en especial entre las generaciones más jóvenes: “Prácticas como los hauls -vídeos o publicaciones en los que una persona muestra y comenta sus últimas compras ante sus seguidores- o los unboxings -contenido en el que se desempaqueta un producto adquirido recientemente, generalmente en línea, y en el que se muestra tanto su presentación como la reacción de la persona- contribuyen a banalizar el consumo excesivo y a desvincular el acto de comprar de cualquier reflexión sobre su impacto ambiental o social”. Para paliar esta situación, Carles Méndez, profesor de Estudios de Economía y Empresa de la UOC, propone “fomentar más la conciencia y la exigencia por parte de los consumidores”. Mientras que Pacheco cree imprescindible “seguir impulsando la transformación de procesos de producción de la industria y de los patrones de consumo, con la implicación coordinada de todo el mundo”.
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