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Parana » Uno
Fecha: 06/06/2025 10:15
Una tienda y una casa de artículos de iluminación de más de 30 años anunciaron que bajan sus persianas, pero no son casos aislados en Paraná. Hace 10 días, después de 35 años de actividad ininterrumpida, una tradicional vaquería de la peatonal San Martín de Paraná anunció su cierre definitivo. La falta de ventas y la imposibilidad de seguir afrontando los costos operativos fue lo que impulsó a Hugo Chiecher, su propietario, a tomar esta drástica decisión después de prácticamente una vida dedicada al comercio. El miércoles se conoció una noticio similar, cuando un histórico negocio de artículos electrónicos con 30 años de trayectoria en la capital entrerriana siguió el mismo camino: las bajas ventas obligaron a sus dueños a tomar la triste determinación de bajar la persiana, indemnizar a sus empleados y quedarse sin su fuente de ingresos, según contó la dueña del local, Mirta Wernli, quien advirtió: “Ha habido momentos malos y buenos, hemos atravesado los peores escenarios, pero el actual supera ampliamente a los anteriores”. CAIDA DE VENTAS MINORISTAS PEATONAL PARANÁ.jpeg Foto: Camila Gomez / UNO Drástica caída en las ventas Si bien fueron los casos más resonantes, no fueron situaciones aisladas. Son numerosos los comerciantes que tratan de subsistir pero tienen que cerrar sus locales, agobiados por los altos costos de impuestos, alquileres, servicios y demás. Rocío Basso fue una de ellas: vendedora de ropa desde hace más de 25 años, abrió un local de indumentaria femenina en avenida Almafuerte hace más de una década. Quienes se dedican a este rubro conocen el sacrificio de viajar a Buenos Aires u otro centro comercial a comprar mercadería, dormir poco y andar mucho para conseguir artículos a buen precio que garanticen la rentabilidad. Pero hoy nada alcanza, y hace unos meses tuvo que cerrar, a pesar de redoblar los esfuerzos, abatida por la caída en la demanda. Sobre esta difícil decisión, contó a UNO: “Empecé vendiendo en la calle y vengo desde chica luchando y sacrificándome, pero ahora tomé la decisión de cerrar mi local y no me arrepiento, porque sino ya hubiese perdido mucha plata y salud. Hasta el auto tendría que haber vendido si seguía con el negocio abierto, porque a veces la desesperación te lleva a querer aguantar, sacando créditos y todo, y haciendo lo que sea para poder sobrevivir”. A su vez, comentó: “Ayer estuve con otra señora que tiene una tienda en avenida Zanni y está desesperada, porque cierra también la semana que viene. Ya que no le dan los números, a pesar de que se cambió de local para abaratar costos. No vende, y está amargada, no está bien. No es fácil la situación que pasamos, para nada”. Cierre Municipio.jpg Después de 35 años de actividad, una tienda de la Peatonal cerró por las bajas ventas, pero no fue el único caso Vanesa Erbes/ UNO “A mí me venía el cobro de la habilitación del negocio, que es infernal; al alquiler me lo subían cada tres meses por IPC. Entrás a pensar que ya no te da más el cuerpo, no te da más la cabeza y tampoco querés perder todo lo que una vida laburaste. Y es lo que le está pasando hoy al comerciante en general. Hoy quien tiene un negocio piensa 10.000 veces antes de seguir un local, porque va a tener que entrar a perder, porque las ventas están re difíciles”, aseguró. Asimismo, manifestó: “Fueron muchos años de sacrificio. Tuve mis épocas muy buenas: cuando abrí, crecí, hice diferencia; dentro de todo pude agrandar mi casita y me fue bien. Después se vino una merma en el 2017, que también fue complicado, hubo inflaciones enormes, con inmensos costos de luz y otras cuestiones. Ahí fue otra época dura, donde tuve también que meterme en créditos para mantener el negocio y poder sobrevivir. Y en 2020 vino la pandemia y fue re difícil, porque fueron tres meses en los que el negocio estuvo cerrado, pero igual había que pagar el alquiler, los gastos igual estaban; no teníamos ayuda, cuando supuestamente no nos iban a cobrar el monotributo, pero nunca nos perdonaron nada”. En este marco, reflexionó: “Decidí cerrar porque no quería perder lo que logré en toda una vida de laburo. Noté mucho el año pasado las bajas ventas, pero fue un 23 de diciembre cuando me convencí: estaba sentada a la puerta del negocio sin vender, como nunca en la vida de los 11 años me pasó. Pero esto ocurrió porque me pusieron un comercio boliviano enfrente. Las colas que había eran impresionantes y yo miraba el techo”. Sobre la competencia desigual que genera la proliferación de este tipo de comercios, observó: “Ellos venden la ropa al precio que yo la compro en Buenos Aires y es imposible competir así, con los gastos que tenemos nosotros de impuestos, de monotributo, de contadora, Ingresos Brutos, municipalidad”. Situación que alarma a los comercios Muchos de los comerciantes que subsisten no son ajenos a esta situación. Consultado sobre el tema, Marcelo Ruggeri, integrante de la Cámara de Comerciantes del Microcentro de Paraná y encargado de dos zapaterías, señaló a UNO: “El problema del comercio, como sigo diciéndolo con mayor convencimiento, es que está en modo supervivencia y cada vez peor, porque la venta disminuye y los costos se incrementan. Los alquileres se van actualizando, el transporte aumenta, al igual que los costos de los servicios. Un negocio tiene que tener, además de luz, lo que es sistema de Internet, y un montón de cuestiones más que tienen que ver con su funcionamiento. Obviamente también hay que pagar los sueldos y reponer mercadería; y para que se mantenga el comercio y convenga tenerlo abierto, hace falta vender, y hoy se está vendiendo muy poco. Ese es el problema principal”. Comercios.jpg Vanesa Erbes/ UNO Sobre los comercios que anunciaron su cierre definitivo en las últimas semanas, Ruggeri observó: “Los dos comercios que cierran coinciden en que el problema está en que hay muy pocas ventas. Creo que hemos llegado a un nivel tan bajo, como nunca antes. A pesar de que hace casi 40 años que estoy en el rubro, no recuerdo una crisis semejante. Hubo muchas a lo largo de ese tiempo, pero se salía de alguna manera un poco más rápido, pero esta es una crisis que venimos sufriendo desde la pandemia o incluso antes, y en vez de ver un atisbo de mejora, cada vez es peor”. “Lo que nos está pasando ahora es que uno ve que no hay ningún incentivo, ningún indicio de que esto vaya a mejorar, porque lo que hace falta es que mejore el ingreso de la gente. La canasta básica cada vez es más cara y la gente sigue cobrando lo mismo”, subrayó. Asimismo, observó: “Nosotros vivimos en una ciudad de empleados públicos, cuyos sueldos están muy atrasados, y eso hace que la gente no tenga disponibilidad para salir de compras. Compran lo mínimo necesario y a veces ni siquiera eso. Y cuando no le está alcanzando para llegar a fin de mes, es obvio que los negocios vamos a seguir esperando que entre alguien. Lamentablemente es así”. Al igual que lo mencionó Rocío Basso, Ruggeri alertó: “Hoy tenemos una competencia, que no sé si llamarla ilegal o injusta: hay locales que cierran y en el lugar abren comerciantes que traen mercaderías que son de marcas truchas, marcas falsas, a precios muy convenientes. Uno sabe que no es mercadería legal, que no toman empleados, que trabajan familias de una comunidad que no es del país. Se ve muchísimo como florecen ese tipo de negocios que no aportan lo que aporta un negocio normal: no generan empleo porque trabajan las familias, no tienen las limitaciones incluso de horario y ese tipo de cosas de un comercio normal, porque la ley laboral indica cuántas horas puede trabajar un empleado de comercio”. “Todo eso forma un combo frente al cual a los negocios que tenemos que competir se nos hace cada vez más difícil”, lamentó. Impacto inmobiliario Al cerrar un comercio queda un local vacío, que puede alquilarse enseguida o no. Ante la consulta de UNO, Saúl Hojman, referente del sector inmobiliario en Paraná, observó: “El comercio minorista, especialmente el de indumentaria, está sufriendo una merma en las ventas y esto genera que la rotación de los negocios sea más rápida. Porque en cuanto a la ocupación, no noto que haya variado”. Y concluyó: “El fenómeno se manifiesta especialmente en los negocios pequeños que están en derredor de la peatonal, aquellos que son prácticamente de autoempleo, es decir, pequeños emprendedores, que no pueden soportar los gastos fijos”.
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