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  • Córdoba, un gran patio con 60.000 macetas en plena calle

    » Diario Cordoba

    Fecha: 06/06/2025 06:37

    No solo de árboles viven los parques y jardines de Córdoba. El punto de color que salpimenta las calles de la ciudad viene dado por las flores, que no solo lucen en los patios y los balcones en el mes de mayo sino que pueblan muchos puntos del espacio público gracias al trabajo de los jardineros municipales. Ricardo Medina y Bernabé Burgos son dos de los técnicos que trabajan en este área. Ninguno de los dos tiene una sola maceta en casa, confiesan. La responsabilidad de cuidar miles de flores repartidas por todas las calles es más que suficiente. Según Ricardo Medina, en Córdoba hay dos periodos de plantación de flores al año, una de invierno a primavera, entre septiembre y octubre, y otra de verano a otoño que se lleva a cabo entre mayo y junio. El lugar que acapara el mayor número de flores es el Alcázar de los Reyes Cristianos, que recibe unas 45.000 macetas cada temporada, de las cuales unas 25.000 se obtienen de semillas que se dejan crecer en los invernaderos de Parques y Jardines, sobre todo en la época de invierno, y otras 20.000 son compradas. «Tenemos plantas como la celosía, los geranios, la albahaca o la gonfrena globosa, que compramos pequeñitas y las criamos en el vivero hasta que están para poner en el terreno y otras que se sacan de semilla y se crían en el Alcázar y se ponen o a raíz desnuda o se repican en maceta», comentan, «lo que criamos nosotros es más duradero que lo que se compran porque se cultivan en otros climas y no están adaptadas». Un jardinero planta un crisantemo. / Manuel Murillo El resto, unas 15.000 macetas más que salen del vivero (en total, se crían unas 35.000), se distribuyen en las zonas ajardinadas del Centro y conviven con áreas de flor arbustada como los rosales que dan color a espacios como el Vial Norte. Después del Mayo Festivo, los invernaderos de los viveros municipales están llenos de gitanillas, las que se han retirado de la Feria de Córdoba. El cuidado de todas esas flores está a cargo de muy pocos y requiere mucho esmero. «Para que los geranios crezcan y echen flores, hay que retirar las que van saliendo cada semana, una a una, maceta por maceta», explica Bernabé. La postura para realizar tal tarea no es la más cómoda, ya que hay que agacharse para coger las flores, cuyas macetas se encuentra en el suelo, así que hay que hacer turnos. Por eso, no se conservan todos los geranios, sino los que se van a necesitar para «la Calleja de las Flores, el Zoco Municipal, las paredes de las estatuas de los patios que están todo el año». Cuando las flores se van, introducen otras plantas verdes. «En Córdoba, no puede haber flor todo el año en las calles», explican, «así que las sustituimos por esparragueras, cintas...» Presencia en Córdoba Las flores que más aguantan y que se ven a menudo por Córdoba, de color amarillo y naranja intenso son los tagetes, que se alternan según los lugares y la disponibilidad de plantas, con otras muy agradecidas, los príncipes y las portulacas. «En mayo, podemos poner surfinias, pero en junio esa flor se va», explica Ricardo, «por eso tenemos que ir mezclando especies». La albahaca, la zinnia elegans, el coleo o la echinacea purpúrea también son especies muy propias para el verano cordobés. Después de las flores de pascua, que se colocan de cara a la Navidad en el Centro de Córdoba, llega la temporada de invierno y primavera y el abanico floral cambia. La gama botánica resistente al calor se sustituye por otras especies como la viola, el alhelí, la brasica, las lobelias, las caléndulas, el cyclamen o una flor que ellos denominan rocío del cielo. El día de los Santos es una fecha importante en el mundo floral en el que el crisantemo es protagonista también en los jardines. «Este año, estamos plantando por primera vez en el invernadero nuestros propios crisantemos y si funciona, empezaremos a cultivarlos nosotros», apuntan como novedad. El tipo de pavimento condiciona el uso de unas flores u otras, explica Ricardo, que recuerda la exposición constante que tienen las flores cuando están en plena calle. «Las mascotas son las grandes enemigas de las flores», aseguran los dos técnicos al unísono, «no solo porque las pisotean a menudo y puedes encontrar zonas enteras estropeadas porque se han colado perros sino porque los excrementos, lejos de ser abono como mucha gente cree, dañan las flores». El ser humano también puede ser un factor de erosión cuando el comportamiento no se ajusta a lo debido. Así, cuando hay una celebración deportiva, las flores son las primeras que se ven afectadas. «Cuando subió el Córdoba CF a primera, hubo que reponer todas las flores que había en las Tendillas en ese momento porque no quedó ni una viva», comentan, «cada vez hay menos robos de plantas, pero sigue habiendo y en ocasiones, hay personas que se ceban con algunas zonas llegando a llevarse decenas de flores». Civismo floral, asignatura pendiente. Suscríbete para seguir leyendo

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