Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Japón intenta llegar a la Luna con una misión robótica privada llamada Resiliencia

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 05/06/2025 16:36

    Según la Real Academia Española, resiliencia significa poder adaptarse a las desgracias y a las dificultades de la vida. Y vaya si lo sabrá Japón, que hace dos años vio estrellar en la Luna a su primera misión robótica tras un fallo de cálculo en el descenso. Hoy, dos años después, la nave espacial Resiliencia de la empresa privada ispace se prepara para intentarlo nuevamente, esta vez, con un pequeño rover de 4 ruedas construido por la Agencia Espacial Europea (ESA), que transitará en la superficie selenita. El nombre de la nave no es casual, ya que refleja el espíritu con el que la firma japonesa decidió regresar a la superficie lunar para completar una misión compleja que combina tecnología de navegación, observación científica, exploración robótica y expresión artística. Resilience tardó cinco meses en llegar a la Luna tras ser lanzado por un cohete Falcon 9 de SpaceX desde Florida en enero de 2025 (ispace) El módulo Resilience fue lanzado el 15 de enero desde Florida a bordo de un cohete Falcon 9 de SpaceX, empresa del multimillonario emprendedor Elon Musk. El aparato compartió su viaje inicial con otro módulo privado, Blue Ghost, de la empresa Firefly Aerospace, que aterrizó con éxito en marzo en el sitio lunar Mare Crisium. A diferencia de ese descenso directo, Resilience optó por una trayectoria de baja energía. La sonda pasó varios meses en tránsito antes de alcanzar la órbita lunar el 6 de mayo. Y hoy se prepara para su intento de alunizaje programado 15:17 EDT (19.17 GMT y 16.17 hora argentina). El lugar elegido para apoyar sus patas metálicas es Mare Frigoris, o Mar del Frío, una llanura estrecha, con pocos accidentes geográficos, situada en el hemisferio norte de la cara visible. Allí, ispace identificó una zona plana con pocas rocas, ideal para minimizar los riesgos de descenso. La misión transporta una pequeña cabaña roja diseñada por el artista Mikael Genberg que será desplegada como símbolo en la superficie lunar (ispace) Esta fue la segunda misión lunar de la compañía dentro del programa Hakuto-R. La primera, en abril de 2023, terminó en un aterrizaje fallido cuando el módulo se estrelló al acercarse a su destino. En esta oportunidad, ispace optó por redoblar esfuerzos y revisar cada parte del proceso. “Si las condiciones cambian, se están considerando tres sitios de aterrizaje alternativos, cada uno con diferentes fechas y horas de aterrizaje”, explicó la compañía en una actualización reciente. La transmisión del alunizaje se organizó como un evento global y fue ofrecida en japonés con traducción al inglés a través del canal oficial de YouTube de ispace. Exploración robótica, ciencia y diseño en miniatura La misión Hakuto-R 2 incluye el rover Tenacious que recolectará muestras de suelo lunar para la NASA con una pala incorporada (REUTERS/Kim Kyung-Hoon) Resilience lleva consigo un rover ligero, de fabricación europea llamado Tenacious. El vehículo, hecho de plástico reforzado con fibra de carbono y con un peso de apenas 5 kilos, se diseñó para desplazarse lentamente sobre el terreno lunar y realizar tareas básicas de reconocimiento. Equipado con una cámara de alta definición y una pequeña pala, el rover tiene como uno de sus principales objetivos recoger muestras de suelo para la NASA. Su autonomía es limitada, con desplazamientos a una velocidad inferior a dos centímetros por segundo, pero puede alejarse hasta un kilómetro del módulo principal. Las tres antenas de espacio profundo de 35 metros de la red Estrack de la ESA, ubicadas en España, Argentina y Australia, así como la antena de 15 metros en la Guayana Francesa, respaldarán la misión espacial y serán el puente de comunicación entre los ingenieros y el robot. La estación terrestre comercial Goonhilly Earth Station, en el Reino Unido, también proporciona una parte significativa del apoyo a través de la red ampliada Estrack. La antena argentina de la ESA que se erige en Mendoza forma parte de la red ampliada Estrack que seguirá esta misión. (ESA) Las órdenes a Tenacius se enviarán desde ispace, en Luxemburgo, lugar donde se construyó, a las oficinas del Centro Europeo de Operaciones Espaciales (ESOC) en Alemania, antes de ser retransmitidas a través de las antenas de la ESA a la superficie lunar. Allí, el módulo de aterrizaje de ispace las recibirá y las transmitirá al róver. Los datos del róver, como las imágenes de sus cámaras, volverán a la Tierra a través de la misma cadena de comunicación. La operación del rover comenzará recién después de que se establezcan las condiciones de energía y comunicación, lo que puede tomar varias horas tras el alunizaje. Según la planificación de ispace, el vehículo debería comenzar a operar el fin de semana siguiente al aterrizaje. Se espera que cumpla su tarea durante las dos semanas que dura el día lunar, que es el período de iluminación continua en la superficie. Esta ventana temporal impone un ritmo ajustado a la misión, ya que una vez que el Sol se oculta, las temperaturas descienden a niveles extremos y los equipos electrónicos quedan inactivos. Solo cinco países lograron alunizajes robóticos pero desde 2019 empresas privadas buscan operar en la superficie lunar con sus propios módulos. REUTERS/Fabrizio Bensch La nave espacial está equipada con paneles solares para alimentar sus instrumentos a bordo y dedicará ese tiempo a realizar experimentos con diversas cargas útiles. Estas incluyen lo siguiente: Experimento del electrolizador de agua : un experimento construido por el fabricante de equipos de aire acondicionado Takasago Thermal Engineering Co. para probar la tecnología para generar oxígeno e hidrógeno a partir del agua lunar. Módulo de producción de alimentos a base de algas : un experimento diseñado por Euglena Co. para probar formas de cultivar algas en la luna como una posible fuente de alimentos. Sonda de radiación del espacio profundo: un pequeño detector que ha estado monitoreando los niveles de radiación en Resilience a lo largo de su misión de varios meses de duración. Con solo 5 kilos el rover Tenacious recorre la superficie lunar a menos de dos centímetros por segundo y puede alejarse hasta un kilómetro - REUTERS/Kim Kyung-Hoon La novedad más inesperada de la carga útil fue el objeto artístico que viajó junto al rover. En medio del instrumental técnico y los objetivos científicos, ispace decidió incluir una pequeña casa roja, de diseño sueco, creada por el artista Mikael Genberg. La pieza, llamada Moonhouse, tiene paredes rojas, detalles blancos y una puerta verde. Su inclusión busca introducir un gesto simbólico en el contexto de una misión de alta precisión, mostrando que el espacio puede albergar no solo ciencia, sino también expresiones culturales. Este tipo de iniciativas reflejan una tendencia creciente entre las nuevas empresas espaciales, que no solo buscan cumplir con objetivos científicos o contractuales, sino también captar la atención pública, diferenciarse de sus competidores y transmitir una identidad. “No pretendemos monopolizar el mercado. Intentamos construirlo”, afirmó Jeremy Fix, ingeniero jefe de la filial estadounidense de ispace, en una conferencia previa al lanzamiento. La compañía evitó revelar el costo exacto de esta segunda misión, pero aseguró que fue menor que el del primer intento, que superó los 100 millones de dólares. El esfuerzo se enmarca en una carrera cada vez más activa por conquistar espacios de operación en la superficie lunar. Además de ispace, varias compañías estadounidenses están desarrollando misiones similares. Firefly Aerospace ya logró un descenso exitoso, mientras que Intuitive Machines también llegó a la Luna, aunque su módulo se estrelló tras caer en un cráter del polo sur. Astrobotic Technology y Blue Origin proyectan misiones para finales de año, aunque Astrobotic ya perdió su primer módulo en 2024 cuando se desintegró al reingresar a la atmósfera. Una nueva etapa de la carrera lunar El objetivo de ispace es operar en misiones más grandes y colaborar con la NASA en su próximo alunizaje tripulado previsto para 2026. REUTERS/Kim Kyung-Hoon Durante décadas, llegar a la Luna fue un objetivo reservado solo a grandes potencias, marcado por la competencia geopolítica y los hitos nacionales. Pero en el presente, ese escenario cambió de manera radical y hoy las empresas privadas toman la iniciativa para descender en nuestro satélite natural a través de sus robots. La presencia privada en la Luna es reciente pero crece con rapidez. Hasta hace pocos años, solo cinco países habían logrado alunizajes robóticos: Rusia, Estados Unidos, China, India y Japón. Entre ellos, solo Estados Unidos envió astronautas a la superficie, con seis misiones tripuladas entre 1969 y 1972. Ahora, el panorama cambió. Con vehículos más livianos, misiones automatizadas y colaboración público-privada, el escenario se volvió más accesible y más competitivo. La NASA proyecta volver a enviar humanos en 2026, utilizando la nave Starship de SpaceX para el tramo final del descenso desde la órbita lunar. China también avanza en sus planes para colocar astronautas en la superficie antes de que finalice esta década. El retorno a la Luna ya no se limita a plantar banderas. Las agencias espaciales y las empresas privadas buscan establecer infraestructura permanente, realizar investigaciones prolongadas y preparar el terreno para futuras misiones a Marte. La capacidad de aterrizar con precisión, operar equipos robóticos, establecer comunicaciones estables y manejar recursos energéticos en un entorno hostil será determinante para los próximos pasos. En ese contexto, cada misión, por más modesta que parezca, representa una acumulación de conocimiento, una prueba técnica y una validación de conceptos. El terreno elegido en la Luna pertenece a una región llena de cráteres y antiguos flujos de lava situada en la cara visible del hemisferio norte El desafío es grande. “Es un mercado enorme, con un potencial enorme”, dijo Fix, al referirse al incipiente ecosistema lunar. Pero también es un terreno en el que los márgenes de error son estrechos y los recursos limitados. Ninguna de estas compañías, incluida ispace, cuenta con presupuestos comparables a los de las agencias estatales. Por eso, el éxito de cada alunizaje es también una condición para la supervivencia. El nombre Resilience resume ese espíritu: la capacidad de adaptarse, de volver a intentarlo después de una caída, de seguir buscando un lugar en una frontera que vuelve a abrirse. Con cada alunizaje, lo que parecía una hazaña aislada empieza a volverse rutina. Las imágenes de módulos descendiendo sobre llanuras grises, los registros de rovers diminutos explorando cráteres antiguos y los datos transmitidos desde la superficie comienzan a integrarse a la cotidianidad de la exploración espacial. La Luna vuelve a ser un laboratorio y un destino. Pero también se transforma en un territorio compartido, donde conviven la investigación, el emprendimiento, el arte y la estrategia comercial. Y aunque todavía quedan muchos riesgos por delante, lo que asoma es una etapa distinta, en la que el espacio ya no es un lugar remoto, sino un nuevo terreno de trabajo.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por