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  • Apertura económica: ¿oportunidad de crecimiento para la industria del software argentino?

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 05/06/2025 04:47

    Es factible alcanzar un nivel de vida comparable al de los países desarrollados gracias a la industria del software (Imagen ilustrativa Infobae) Hoy en día, la industria del software no puede ser considerada simplemente como otro sector de la economía argentina; es esencial para la infraestructura productiva de este nuevo siglo. La actual apertura económica, con sus avances y ambigüedades, ofrece una oportunidad real para consolidar nuestro sector. Pero esto solo será posible si dejamos de tratar al software como un apéndice de la política industrial y lo convertimos en el eje central de nuestro crecimiento productivo. Desde mi perspectiva, es factible alcanzar un nivel de vida comparable al de los países desarrollados gracias a la industria del software. Para lograrlo, necesitamos un plan estratégico, inversión sostenida, un tipo de cambio competitivo y un Estado que reordene la cadena de valor de nuestra matriz productiva. No basta con mencionar “IA” en una presentación de negocios y luego ignorar al sector fuera de los grupos que impulsan el país, sin hacerlo parte de la cadena de valor. Considerando las medidas actuales a nivel nacional, veo positivamente la apertura de importaciones, resultado de la eliminación de restricciones y la derogación del Sistema Estadístico de Importaciones (SEDI). La mejora en los procesos aduaneros ha simplificado la operatoria, facilitando la importación de hardware, licencias de software y tecnología clave para diversos sectores. Esto es vital para una industria que compite en tiempo real con mercados como los de Bangalore, Lisboa o San Pablo. Sin embargo, todavía no hemos alcanzado una apertura total: persisten reglas implícitas, permisos aduaneros lentos y cierta arbitrariedad que distorsionan el objetivo de estas medidas. Otro aspecto crucial en este nuevo contexto es la flexibilización cambiaria. Este nuevo régimen permite proyectar exportaciones con mayor previsibilidad, lo cual es positivo. Las empresas ya no necesitan estructurar complejidades para traer divisas. Sin embargo, hay que considerar que seguimos siendo caros en una industria que compite a nivel global. Actualmente, el costo en dólares de un desarrollador de software en Argentina supera al de nuestros competidores regionales, como Colombia, México, Chile e incluso Brasil. Por lo tanto, aunque la intención es buena, es imprescindible acompañarla con otras variables que impulsen el sector. Mientras el tipo de cambio no sea favorable en términos de costos, nuestra industria solo resultará atractiva para proyectos muy especializados o empresas que valoren capacidades más allá del precio, lo que limitará el volumen de negocios. Desde mi punto de vista, Argentina es cara en dólares y presenta una escasez en inversión. Así, es difícil competir con innovación. En relación con lo anterior, y teniendo en cuenta la creciente demanda mundial de servicios de desarrollo de software y soluciones innovadoras (fuente con datos de crecimiento 2024 y proyección 2033), creo que Argentina tiene la oportunidad de posicionarse como un proveedor clave en el mercado global. Sin embargo, necesitamos recuperar el lugar que supimos ocupar. En los años ’90, Argentina representaba el 0,4% de las exportaciones globales de software y lideraba el “Sur Global”. Hoy, esa posición se ha perdido debido a la falta de escala, políticas adecuadas y una visión de largo plazo. El mercado global sigue creciendo: de USD 179,5 mil millones en 2024 a más de USD 540 mil millones proyectados para 2033. Sin embargo, el empleo en software ha caído a su punto más bajo en EEUU en cinco años, según el U.S. Bureau of Labor Statistics. Además, el blog Pragmatic Engineer ha señalado que grandes tecnológicas están contratando menos ingenieros desde 2022. Por lo tanto, Argentina necesita dejar de pensar en exportar solo talento; debemos exportar valor, porque el mundo busca soluciones, no simplemente mano de obra. Esto exige una nueva forma de competir. Existen ejemplos en nuestro país que demuestran que esto es posible. Empresas como Ualá, Auth0 (adquirida por Okta por más de 6.000 millones de USD) y Technisys (vendida a Galileo/SoFi) evidencian que el software argentino tiene proyección global. Así, es factible pensar que las exportaciones pueden crecer, pero no el empleo, a menos que se realicen cambios más profundos. La industria está creciendo a un ritmo más lento que el de los egresados de carreras tecnológicas, lo que refleja una desconexión preocupante. Para revertir esta situación, considero que el Estado debe asumir un rol más activo: coordinar cadenas de valor, fomentar parques tecnológicos, premiar la inversión en I+D y ofrecer incentivos alineados con el rendimiento y la generación de valor. Con políticas y medidas bien alineadas, podríamos tener diez Mercado Libre más en los próximos veinte años. En conclusión, Argentina tiene una oportunidad única, pero si queremos que el software argentino se consolide como nuestra industria del siglo XXI, necesitamos más que una apertura económica: necesitamos un plan estratégico y una política de Estado que reconozca al talento como un recurso industrial. Argentina puede convertirse en una fábrica de software global si decide tomar las riendas para lograrlo. Tendencias – Datos estadísticos En 2023, las exportaciones totales de Argentina alcanzaron aproximadamente USD 66.788 millones, de los cuales el sector de Software y Servicios Informáticos (SSI) contribuyó con alrededor de USD 2.445 millones, representando cerca del 3,7% del total exportado. A pesar de que las exportaciones de software han experimentado un crecimiento significativo en las últimas dos décadas, multiplicándose por 16 desde 2003, su participación en el mercado global ha disminuido, pasando del 0,7% en 2011 al 0,25% en 2023. En contraste, las exportaciones de productos primarios y manufacturas de origen agropecuario, como la soja, el maíz y el trigo, continúan siendo predominantes en la canasta exportadora argentina, representando una proporción significativa del total exportado.

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