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    » Diario Cordoba

    Fecha: 05/06/2025 03:03

    Es probable que muchos de los últimos miembros de la llamada Generación Z (aquellos nacidos entre 1990 y mediados de la década de los 2000) se enfrenten en estos días a su primer baño de realidad: la selectividad. Una prueba llamada a seleccionar, en igualdad de oportunidades, con el fin de entrar en nuestro sistema nacional universitario… en teoría. A saber, como mínimo, nuestro sistema explora diecisiete exámenes distintos, según la comunidad donde te presentes, independientemente de que luego te puedas matricular en cualquiera de ellas. Es decir, que tú puedes realizar un examen difícil en Física, que te baje tu media, y otro estudiante de otra comunidad al que le han puesto uno más fácil tenga una media más alta y ocupe plaza en tu comunidad. Por supuesto, estos fluidos entre comunidades los podrán realizar aquellos alumnos que tengan cierta viabilidad económica para soportar sus familias estos gastos extra, a pesar de las ayudas. La nueva selectividad de este año, además, cuenta con la diversión de que todas las comunidades autónomas penalizarán las faltas de ortografía en el examen con 0,25 por cada falta, todas menos País Vasco, Galicia y Cataluña que lo harán con 0,1. Por lo tanto, a igual examen y número de faltas, los estudiantes de estas tres comunidades saldrán beneficiados con mayor nota. Otro aspecto desquiciante de este sistema es que haya una demanda salvaje sobre algunos grados (con alta empleabilidad y demanda social) con plazas tan limitadas que obligan a los estudiantes a sacar de nota media entre bachillerato y selectividad de puntuaciones entre 12,5 y 13, 5 sobre 14. Se calcula que necesitamos unas 15.000 plazas en los grados científicos que tienen más salida laboral: medicina, enfermería, veterinaria, matemáticas, ingenierías... Demandas que triplican la oferta. ¿Y seguimos sin ampliarla? ¿Un estudiante de nota media de 12, 11, 10 o 9 no es apto para ser médico? ¿Y si las vocaciones también tienen algo que decir? ¿Y si es una barbaridad condenarlos a estudiar en otra comunidad o en una privada (el que pueda)? Hemos permitido como generación responsable que les roben futuro: menos posibilidades de estudiar lo que desean, menos posibilidades de conseguir un trabajo para el que quieren prepararse, posibilidades casi nulas de acceder a una vivienda... Y lo hacemos a base de desigualdades. ¿Dónde están los gobernantes? ¿Qué están haciendo con su responsabilidad de gobierno? ¿En qué piensan entre escándalo, mitin, escucha, fiesta e insulto? Mientras, la ESO está completamente abandonada, su profesorado intentando sobrevivir a un sistema que los ningunea y desquicia. ¿Para cuándo una huelga general en educación? *Artista y profesora de la Universidad de Sevilla Suscríbete para seguir leyendo

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