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Concordia » Saltograndeextra
Fecha: 04/06/2025 11:52
Según el informe anual de la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la provincia de Entre Ríos registró en 2024 un total de siete causas judiciales por femicidio directo. Las víctimas fueron seis mujeres cis y una mujer trans/travesti, todas argentinas. El documento aporta datos clave sobre los vínculos con los agresores, antecedentes de violencia, contextos de los crímenes y consecuencias para las familias, en particular para al menos cuatro niñas, niños y adolescentes que quedaron a cargo tras los hechos. El 3 de junio no es una fecha más. Es el día en que, desde 2015, miles de personas en todo el país salieron y siguen saliendo a las calles para gritar «Ni Una Menos», un reclamo urgente y sostenido contra los femicidios y todas las formas de violencia de género. La primera convocatoria, ocurrida tras el brutal asesinato de la adolescente Chiara Páez a manos de su pareja, marcó un antes y un después en la visibilización de esta problemática en Argentina. A nueve años de aquella histórica movilización, los datos siguen siendo alarmantes. En 2024, la provincia de Entre Ríos registró 7 causas judiciales por femicidio directo, que dejaron 7 víctimas directas: 6 mujeres cis y 1 mujer trans/travesti. Estos crímenes involucraron a 8 sujetos activos, uno de ellos aún sin identificar, lo que refleja la persistencia de este flagelo en múltiples formas. UNA RADIOGRAFÍA DEL HORROR Según los registros oficiales, la tasa de femicidios directos fue de 0,96 por cada 100.000 mujeres en la provincia, equivalente a 1 femicidio directo cada 104.215 mujeres. Las víctimas tenían un promedio de edad de 46,4 años y todas eran de nacionalidad argentina. Al menos una de ellas estuvo desaparecida antes de ser hallada sin vida. Los crímenes no solo acaban con una vida: dejan consecuencias devastadoras. En 2024, al menos 4 niñas, niños o adolescentes quedaron a cargo tras los femicidios, potenciales beneficiarios de la Ley N° 27.452, que establece una reparación económica para hijas e hijos de víctimas de femicidios. En cuanto a las condiciones de vulnerabilidad, dos de las víctimas presentaban interseccionalidades: una atravesaba consumo problemático de sustancias y otra vivía en zona rural, lo que puede haber condicionado su acceso a redes de contención y protección. VÍNCULOS, ANTECEDENTES Y JUSTICIA En 6 de los 7 casos existía un vínculo previo entre la víctima y el agresor: 3 eran pareja, 1 ex pareja y 2 conocidos. Solo en 2 casos convivían. En 1 caso, el agresor era desconocido y en otro, aún no se logró identificarlo. A pesar de los antecedentes, la respuesta del sistema fue insuficiente. Dos víctimas habían denunciado violencia previamente: una tenía medidas de protección vigentes al momento del crimen y la otra, con medidas ya vencidas. Esto vuelve a poner en cuestión la efectividad de los mecanismos institucionales para prevenir los femicidios. La edad promedio de los 7 agresores identificados fue de 40,4 años, todos también argentinos. En cuanto a sus acciones tras el crimen, los comportamientos variaron: en 1 caso se quitó la vida, en 2 huyeron, en otros 2 se fugaron tras intentar ocultar el hecho (incendiaron la escena o robaron a la víctima), en otro intentó simular un robo, y uno más se deshizo del cuerpo. En un caso, no se logró establecer esta información. Sobre las causas judiciales, 3 contenían la imputación por femicidio (Art. 80 inciso 11 del Código Penal), otras 3 no, y en 2 se reportó solo la carátula sin imputación formal. Al 31 de diciembre de 2024, 6 causas seguían en etapa de investigación y 1 fue archivada, sin avanzar a juicio. Contextos y métodos: múltiples caras de la violencia Los femicidios ocurrieron en diversos contextos: 4 en el marco de violencia doméstica (Ley N° 26.485), 1 en contexto de violencia sexual, 1 en redes de trata/tráfico/delincuencia organizada, y 3 en situaciones de robo, uno de ellos con violencia extrema. Los métodos utilizados también muestran la brutalidad de estos crímenes: en 3 casos se usó la fuerza física (golpes y estrangulamiento), en 1 un arma blanca, en otro fuego, en uno más veneno, y en un caso no se obtuvo información al respecto. Los lugares del hecho reflejan que el hogar —propio, compartido o del agresor— sigue siendo uno de los lugares más peligrosos para las víctimas: en 6 de los 7 casos, el femicidio ocurrió dentro de una vivienda; el restante, dentro de un vehículo. La urgencia de la lucha La distribución temporal de los crímenes muestra un pico en el segundo trimestre de 2024, con 5 casos, mientras que 1 se registró en el primer trimestre y otro en el último del año. Estos datos revelan que la violencia machista no es un fenómeno aislado ni imprevisible, sino estructural, sistemático y evitable. A 9 años del primer grito de “Ni Una Menos”, las cifras vuelven a recordarnos que la violencia de género sigue presente en los hogares, en las calles, en los vínculos afectivos y en los márgenes donde el Estado no llega o llega tarde. Hoy, como cada 3 de junio, se renueva el reclamo: ¡Vivas, libres y sin miedo nos queremos!. Porque mientras haya una víctima más, ni una menos será todavía una deuda pendiente.
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