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» Diario Cordoba
Fecha: 03/06/2025 08:29
A Salva Espín (Murcia, 1982) le cambió la vida a finales de 2021. No fue por La Resistencia ni por su trabajo con la todopoderosa Marvel; ni siquiera tuvo nada que ver con Deadpool. Lo que le hizo cambiar de perspectiva fue el nacimiento de su primer hijo, al que bautizó como él, manteniéndose fiel a una saga familiar que si algo tiene son muchas historias que contar. Porque el reputado dibujante –pocos españoles han hecho en ‘La Casa de las Ideas’ una carrera como la suya– es el único de los Espín que ha decidido hacerlo de manera ‘pública’, a través del cómic, pero con su último proyecto ha dejado claro que las «batallitas» de su abuelo Salvador tienen poco que envidiar a las de algunos de ‘sus’ superhéroes. El murciano atiende a la llamada de La Opinión casi que recién aterrizado después de «un fin de semana intenso» –además de en La Revuelta estuvo en el Acho Burger Land de Lorca– y con su segundo pequeño, Justo –de poco más de medio año–, en brazos. Nada más apropiado, la verdad, pues él y su hermano tienen casi más que ver en el lanzamiento de La dinastía de los Merengues (autoeditado, 2025) que su propio bisabuelo, el verdadero protagonista del que es el primer libro ilustrado –que no cómic– del artista. «Quería hacer una historia que conectara un poco con lo que yo hago habitualmente, pero sin ser un relato de superhéroes. Y que transmitiera buenas enseñanzas a mis hijos, que fuera algo que pudieran leer en el futuro y extraer cosas positivas», explica. Espín ha apostado esta vez por el libro ilustrado (en vez del cómic), pero incluye viñetas como esta. / L. O. Espín se acuerda de Tolkien y El hobbit (1937), «que escribió como un cuento que poder leerle a sus niños antes de dormir»; la diferencia es que el autor de El Señor de los Anillos (1954) «se inventó un universo de criaturas fantásticas y yo –cuenta el dibujante– recupero la historia de mi abuelo Salvador», su particular Bilbo Bolsón, un hombre de 93 años pero extremadamente carismático que el pasado jueves encandiló a Broncano & cía. Lo hizo con anécdotas como la que revivió en Televisión Española y que cuenta con el mismísimo Paco Rabal como protagonista: hay que retrotraerse al verano de 1980, cuando el vehículo en el que viajaba el actor camino del aeropuerto de Alicante sufrió un aparatoso accidente que le dejó, además del brazo fracturado, una visible cicatriz en la nariz. Según su versión –la de Salvador–, fue él quien sacó al laureado intérprete de su vehículo, al toparse con el coche del aguileño cuando viajaba con su camión. De hecho, su desempeño como transportista le hizo afrontar situaciones similares en más de una ocasión. «Es como en la película de Manolito Gafotas (Miguel Albaladejo, 1999), que durante un buen rato de la historia el chaval va con su padre en el camión viviendo multitud de aventuras. Porque puede ser un trabajo sencillo en concepto –llevar lo que sea de un sitio a otro sitio–, pero en el camino pueden pasar mil cosas como aquella» o como otras que contó el protagonista en La Revuelta; historias por las que su nieto siempre le respetó. Incluso más: «Para mí siempre ha sido como El Zorro, un héroe sin superpoderes», añade Espín sobre el patriarca de la ‘Saga de los Salvas’. Una espina clavada Es más: tal es la admiración que siente el dibujante por su abuelo que llevaba años tomando notas de casi cada cosa que le contaba éste cuando se iba con él a recoger limones a la huerta, pero no ha sido hasta ahora que se ha decidido a recopilar todas esas historias en un libro realizado en colaboración con Memoralia, un proyecto del periodista madrileño Jorge Escohotado (hijo del filósofo). «Se dedican a hacer biografías a demanda, por así decirlo. Les contratas y, juntos, dais forma a la historia. Es un regalo muy chulo», cuenta Espín, que ha ejercido, más que como autor, como «director» en lo que respecta a la elaboración del texto de La dinastía de los merengues. Las ilustraciones, eso sí, corren cien por cien de su cuenta. Y aunque el libro acaba de salir en una edición muy limitada que vende en su página web (salvaespin.com), el murciano se muestra muy satisfecho con el resultado y esperanzado con las primeras críticas; sobre todo porque parece que el mensaje que él pretendía transmitir ha calado en los primeros lectores. «Es la historia de mi abuelo Salvador, sí, especialmente de sus años de niñez y adolescencia en la España de la postguerra, un país hecho polvo y sin apenas recursos. Pero en el fondo es también la historia de mi otro abuelo, Fernando, y de mis abuelas, Francisca y María, que ya no viven. Todos ellos procedían de familias humildes y tuvieron que trabajar mucho para mejorar, para desarrollarse», explica el dibujante, quien desvela que, como Salvador, la familia de su abuelo materno también se dedicaba al estraperlo, «pero no por enriquecimiento, sino para comer –aclara–: comerciaban con comida». Otra de las ilustraciones del libro, esta referida a la ley de los alimentos y el estraperlo. / L. O. Espín reconoce así que este proyecto pretende «celebrar la vida» de Salvador, pero también una forma de «entender mejor» la historia de su familia y saldar una cuenta pendiente con Fernando, el otro bisabuelo de los pequeños Salva y Justo (a quien no conocieron). «A él le gustaba mucho escribir. De hecho, cuando estaba en la carrera le regalé una libreta para que escribiera sus memorias y empezó a hacerlo, pero un problema del corazón le impidió terminarlas. Así que tenía como una espinita clavada», admite el murciano, a quien el formato cómic se le quedaba corto en esta ocasión. «Quería hacer algo más en profundidad, una historia más completa tanto en lo que respecta a la pura información que se ofrece –ya que también se ven reflejadas las costumbres de la época– como si hablamos de reflejar sentimientos», explica el autor. El resultado es un libro que reivindica –por medio de su abuelo– la valentía de tantas y tantas familias que, en aquellos años, «tuvieron que luchar, y mucho, para salir adelante»; historias reales como la de Salvador que son inspiración para el hombre que da vida a algunos de los más grandes superhéroes del cómic de todos los tiempos. Así pues, aunque asegura que para él todos su proyectos son «como hijos», y a todos se enfrenta con el mayor de los cariños, reconoce que La dinastía de los Merengues es especial. No en vano, ahí está su abuelo Salvador, que ya es casi un personaje recurrente en su universo particular –y, si no, que se lo pregunten a sus followers–; ahí está la memoria de su abuelo Fernando –y de Francisca y María–, y ahí están sus hijos, que algún día leerán la historia de un hombre que «tuvo que enfrentarse a la vida según venía, que tuvo que adaptarse continuamente para salir adelante» y sin el que hoy todo esto sería, como El hobbit, una historia de ficción.
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