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  • Omar El Akkad: “Nada me va a hacer creer que una matanza indiscriminada de niños en Gaza es buena y necesaria”

    » Diario Cordoba

    Fecha: 03/06/2025 08:29

    “Tenía la sensación de que muchas de las cosas que veía acabarían olvidándose. Y quería plasmar lo que había sucedido”, explica Omar El Akkad (El Cairo, 1982) para tratar de resumir la génesis del ‘Algún día todo el mundo habrá querido estar siempre en contra’ / 'Algun dia tothom hi haurà estat sempre en contra' (Libros del Kultrum / L'Altra), furiosa y desolada crónica de una derrota universal, la de la guerra de Gaza y el asedio constante contra la población civil, con la que el escritor y antiguo corresponsal de guerra denuncia la complicidad de Occidente y acusa a Israel de buscar la “erradicación” de la población gazatí. “El libro nació como un intento de comprender lo que se estaba convirtiendo en lo más grotesco que había visto en mi vida”, asegura el autor de ‘American War’, nacido en Egipto y residente en Estados Unidos. En el libro entrelaza su propia historia, su infancia en Catar, su llegada a Canadá primero y a Estados Unidos después y su trabajo como periodista en Afganistán y Guantánamo, con lo que está ocurriendo en Gaza desde el 7 de octubre de 2023. ¿Por qué? ¿Qué cree que tienen en común? Si combino estas dos maneras diferentes de ver y pensar el mundo es porque cada vez que cuestionaba algo, rápidamente descubría que yo era cómplice de lo que cuestionaba. Gran parte del libro habla de mirar hacia otro lado, así que cualquier versión de este libro que no incluyera ese componente personal habría sido un intento deliberado de eludir mi propia complicidad con los sistemas y formas de pensar que tanto me enfurecían. Al fin y al cabo, esta guerra también se financia con mis impuestos. Uno de los aspectos más exasperantes es la brecha entre lo que la gente dice, piensa y exige, y lo que sus propios gobiernos e instituciones están dispuestos a hacer o no" Una de las conclusiones es que Occidente ha fallado y fracasado de casi todas las maneras imaginables. Intento distinguir entre la furia hacia las instituciones del mundo occidental que, en efecto, han fracasado en todos los sentidos, y lo que la gente ha estado haciendo. No quiero emitir una condena generalizada hacia Occidente como una especie de entidad global, porque uno de los aspectos más exasperantes es la brecha entre lo que la gente dice, piensa y exige, y lo que sus propios gobiernos e instituciones están dispuestos a hacer o no. La cantidad de seres humanos de este lado del planeta que han protestado, se han encadenado a las puertas de los fabricantes de armas, y han arriesgado su integridad física para oponerse a esto ha sido de lo más inspirador que he visto en mi vida. Omar el Akkad / JORDI COTRINA Justo antes de empezar la entrevista decía que, hace tan solo un año, un libro como este hubiese sido inimaginable. ¿Qué ha cambiado? Mi lado cínico diría que se han acumulado suficientes cadáveres de personas de color. Pero, definitivamente, hay un cambio. Lo veo en todas partes. Y me fascina despertar por la mañana y leer que 300 escritores han firmado una carta denunciando lo que ahora califican de genocidio sabiendo que algunas de estas personas ya publicaron ensayos sobre lo peligroso que es preocuparse demasiado por esto. A nivel político, hay un cálculo frío de riesgo-recompensa, pero creo que, a nivel individual, la cantidad de horror que se nos ha transmitido a todos y cada uno de nosotros es abrumadora. También hay mucha gente que simplemente está dispuesta a cambiar de opinión según las creencias de su círculo social. En España hay cierto revuelo con algunos festivales de música por su relación con el fondo proisraelí KKR. Hay bandas que incluso han cancelado sus actuaciones como señal de protesta. No sé si estaba al tanto de la polémica. Es interesante, porque creo que es una de las formas más efectivas de ejercer presión. En Canadá ocurrió algo parecido con el mayor premio literario del país, financiado por un banco que invierte en Elbit Systems, el fabricante de armas israelí. Tras una presión constante, cortaron lazos con el banco, y este recortó su inversión en Elbit Systems. Casi cualquier forma activa de protesta siempre se enfrenta a algún tipo de violencia, pero esto es un poco más difícil de reprimir. Estamos presenciando un serio intento de erradicación. Lo digo sin dudarlo, porque he escuchado a los funcionarios responsables hacer declaraciones en voz alta sobre matar a todos los hombres, mujeres y niños de Gaza" Con el tiempo, escribe, “no habrá nada especialmente controvertido” en utilizar palabras como 'genocidio' y 'ocupación' para describir aquello para lo que fueron creadas. Tanto la valentía como la cobardía son contagiosas. Solemos hablar del 7 de octubre como una especie de punto de partida de la historia, pero hay gente que lleva décadas haciendo este trabajo. Y lo han hecho en gran medida de forma anónima y sin ningún apoyo. Es muy solitario alzar la voz cuando sabes que serás el blanco de la reacción. En cambio, si diez, cien, mil personas se manifiestan, la presión por persona es mucho menor. Dicho esto, es difícil ver la carnicería constante que sucede en Gaza y seguir cuestionando si es o no un genocidio. Asegura al final del libro que “algún día esto terminará. Con la liberación, con la paz o con la erradicación a una escala tan abrumadora que reiniciará la historia”. ¿Cuál es el escenario más cercano? Creo que estamos presenciando un serio intento de erradicación. Lo digo sin dudarlo, porque he escuchado a los funcionarios responsables hacer declaraciones en voz alta sobre matar a todos los hombres, mujeres y niños de Gaza. No son cosas que yo me invente. Así que creo que estamos presenciando un intento muy real de erradicación que fracasará y esta ocupación, este proceso de 77 años de humillación del pueblo, llegará a su fin. A largo plazo, el colonialismo es aún más agotador que la resistencia, porque tienes que despertarte cada mañana y contarte mentiras. Eso sí: con el 'algún día' del título no me refiero a la semana que viene. Ni siquiera creo que esté aquí para verlo. Piensa en lo que ocurrió durante la administración Obama, cuando el gobierno estadounidense aprobó discretamente una resolución pidiendo disculpas por el genocidio indígena en Norteamérica. A ese tipo de plazos me refiero. Un apunte especialmente inquietante: se hará pagar a los muertos “la deuda moral nacida de su asesinato”. Los palestinos, se justificaba al comienzo de la campaña, estaban sujetos a la culpa colectiva de haber votado a Hamás. No creo que sea nada nuevo. Este método de justificación a posteriori ha sido un sello distintivo de todos los elementos de la brutalidad estatal en general. ¿Cuántas dictaduras en Sudamérica acusaron de terrorismo a todos los disidentes? Lo que lo hace particularmente irritante en este caso es que, además de la magnitud de la brutalidad en general, estamos hablando de decenas de miles de niños. Estamos hablando de decenas, potencialmente cientos de miles de personas que aún no habían nacido en la última vez que Hamás tomó el poder. Y así se establece un precedente según el cual todo es permisible. Una vez que se llega al punto de encontrar una justificación para el asesinato de niños, realmente no queda nada de qué hablar. Nada me va a hacer creer mágicamente que la matanza indiscriminada de niños es buena y necesaria. No hay ninguna explicación que puedas darme. No me importa si dicen que los niños pequeños eran terroristas ni si gateaban por el suelo gritando consignas a favor de Hamás. No hay justificación. Simplemente, hay cosas que son incompatibles con mi visión de lo que significa ser un ser humano decente.

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