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» Rafaela Noticias
Fecha: 02/06/2025 16:43
¿Y si tus dólares pueden mover la economía? El plan Milei para captarlos sin castigo Por Redacción Rafaela Noticias Durante décadas, los argentinos han perfeccionado un arte silencioso: el de ahorrar en dólares fuera del sistema. En cajas de seguridad, escondidos en placares, bajo el colchón o en una cuenta en el exterior, los ahorros en moneda extranjera se convirtieron en una forma de refugio frente a la inflación, la devaluación y la recurrente desconfianza en las instituciones financieras del país. Ahora, el gobierno de Javier Milei pone la mira en ese colosal capital informal: unos 246.000 millones de dólares, según cifras del INDEC. Se trata de dinero que no circula, no tributa, y que representa casi la mitad del PBI argentino. En un contexto de reservas escasas, caída del consumo y búsqueda de inversión, esa suma se vuelve tan tentadora como imprescindible. Un viejo hábito con razones profundas La historia económica argentina explica este fenómeno. La hiperinflación de los años ‘80, el “Rodrigazo” de 1975, y sobre todo el “corralito” de 2001—cuando el gobierno congeló depósitos bancarios en dólares—marcaron a fuego la relación de los ciudadanos con el sistema financiero. “No confiamos en nuestra moneda”, afirma el economista Guido Zack en diálogo con BBC Mundo. “Después de décadas de devaluaciones, quien ahorró en pesos perdió frente al que ahorró en dólares. Y si a eso se suma la inseguridad jurídica, el resultado es una economía paralela que convive con la oficial”. El guiño de Milei a los ahorristas El presidente Milei fue directo en su mensaje: “Esos dólares no están guardados por odio al país, sino por miedo al Estado”, dijo. En su visión, esos ahorristas “son los héroes que van a sacar adelante este país”. En ese marco, el gobierno lanzó una iniciativa que permite a quienes tienen dólares no declarados usarlos para comprar viviendas de hasta US$43.000 o colocarlos en plazos fijos de hasta US$85.000, sin la necesidad de justificar su origen ni enfrentar penalidades. La campaña se lanzó bajo el lema “Tus dólares, tu decisión”, y representa un giro discursivo y político: en lugar de perseguir a quienes tienen dinero fuera del sistema, se los invita a reinsertarse voluntariamente, apelando a la confianza y a la libertad individual. “Queremos terminar con esa idea de que el ciudadano que no declaró algo es automáticamente un delincuente”, señaló el vocero presidencial Manuel Adorni. “En todo caso, será la AFIP la que demuestre lo contrario”. El desafío: reactivar sin premiar la informalidad Para el ministro de Economía, Luis Caputo, la medida busca “devolverle la libertad a la gente” y facilitar que los ahorros acumulados en la informalidad ingresen al circuito productivo. Pero la iniciativa también despertó críticas. Muchos señalan que puede desalentar a quienes cumplen con sus obligaciones fiscales. “Parece que el que blanquea es premiado y el que hizo todo bien queda como un tonto”, comenta Santiago, un empresario gastronómico. Por su parte, los economistas advierten que si bien estas medidas pueden generar una reactivación parcial, sin un plan macroeconómico sólido y sostenido, el efecto será limitado. La clave, dicen, está en restaurar la confianza a largo plazo. ¿Puede el colchón convertirse en motor económico? Hoy, las reservas del Banco Central rondan los US$38.300 millones, una cifra seis veces menor que el dinero que los argentinos tienen “guardado”. Si una fracción de ese capital volviera al sistema, podría impactar en sectores como la construcción, el crédito, la inversión y el consumo. “La gran pregunta es si el argentino promedio volverá a confiar en el Estado y en la moneda local. No es solo una cuestión económica, sino profundamente cultural”, sostiene Zack. Una oportunidad que pone a prueba la confianza En definitiva, el plan de Milei no se trata solo de números: es un intento por reescribir el contrato entre el Estado y el ciudadano. Entre la libertad individual y la necesidad colectiva, entre el miedo al saqueo y el deseo de reactivación, el desafío está planteado. ¿Será suficiente un guiño libertario para que los argentinos abran el colchón?
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