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Concordia » Diario Junio
Fecha: 01/06/2025 23:46
Desde hace mucho tiempo, la disputa por escribir la Historia de lo ocurrido en los campos de batalla era de quien tenía mejor poder de información y de desinformación por los distintos medios disponibles. Las deformaciones tóxicas de lo realmente ocurrido han posibilitado que muchas derrotas se hayan presentado como consecuencia de errores conceptuales de estrategias, o como traiciones de aliados en forma impensada. Pero siempre, la primera víctima de las guerras es la verdad. Por eso, en estos últimos años de este siglo, por ejemplo, los invasores en la guerra declarada a Irak —los invasores— buscaban las armas de destrucción masiva que ellos mismos habían vendido, cuando el enemigo era amigo, en la guerra con Irán, y que ha sido el pretexto de la invasión. ¿Pero son armas de construcción masiva? ¿O han usado las armas tóxicas como las de uranio empobrecido, que envenena la tierra y el aire, y las bombas de racimo prohibidas por la Convención de Ginebra? Eso sí: lo han hecho en nombre de la Libertad y la Democracia. Otro ejemplo: en 1983, cuando EE. UU., con los marines, se apoderaron de Granada, la ONU condenó por mayoría la invasión. El presidente Reagan, respetuoso, comentó: “Eso no ha perturbado para nada mi desayuno”. Seis años después fue el turno de Panamá. Los libertadores bombardearon los barrios más pobres, matando miles de civiles, y eligieron al nuevo presidente en la base militar de Fort Clayton. El Consejo de Seguridad de la ONU se pronunció en contra. ¿Qué hicieron? EE. UU. vetó esa resolución y se pusieron a trabajar en la próxima invasión, para llevar la Libertad y la Democracia. ¡Más cinismo no se consigue! En Irak pasó lo que va a suceder en Ucrania cuando termine la guerra: cuando los misiles no surquen los cielos, ya se cocinará el gobierno de ocupación en las tierras negras, con un régimen militar de EE. UU. ejecutando el despojo de los restos humeantes del país derrotado, junto con Reino Unido, que ya le compró tierras de parte de BlackRock. Las empresas de la reconstrucción, agradecidas, celebran sus conquistas en la Bolsa de Wall Street. Los índices de las ganancias bailan al son de la carnicería humana. En 1935, el general Smedley Butler dijo, luego de tres décadas como marine: “Yo fui un pistolero del capitalismo”. Las guerras de los Obama, los Clinton y los Bush tuvieron como cómplices a las monarquías petroleras, que les brindaban el combustible a cambio de la protección de los terroristas. Todo en nombre de la Libertad y la defensa de la Democracia. En 1965, cuando Indonesia anunció la nacionalización del petróleo, Washington y Londres respondieron organizando un golpe de Estado. El mundo libre organizado instaló la dictadura del general Suharto sobre una montaña de muertos. Apenas medio millón se calcula. De cada árbol colgaba un ahorcado. En 1975, después de una visita del presidente Gerald Ford, EE. UU. invadió Timor Oriental y asesinaron a una tercera parte de la población. Las tragedias conmueven al mundo en proporción directa a la publicidad que tienen. Por eso, el genocidio de Israel sobre Palestina, provocando 56.000 muertos entre mujeres, niños y civiles, es protegido por la red más grande de impunidad que existe. Hay periodistas honestos que cuentan la verdad sobre las guerras tal como la ven. Pero hay periodistas disfrazados de soldados, que más bien parecen soldados disfrazados de periodistas, que ofrecen versiones adaptadas al paladar de las grandes cadenas de desinformación globalizadas. Lo que pasó en Yugoslavia fue una masacre programada y ejecutada con bombardeos durante 78 días, porque el mariscal Tito no adhirió a la agenda de la OTAN y de los EE. UU. Y fue una operación donde estuvo involucrado el papa Juan Pablo II, que era un gran anticomunista y rusófobo, como casi todos los polacos. ¿Matanzas en mercados llenos de gente? No: fueron bombas terroristas. ¿Hubo civiles muertos? No: son los escudos humanos que usan los terroristas. ¿Ciudades sitiadas sin agua ni comida? No: la invasión es una acción humanitaria (?). Los invasores son héroes. Los invadidos que les hacen frente son instrumentos de los rebeldes que los acusan de defenderse. La ignorancia popular de lo que pasa no tiene límites. La mayoría de los estadounidenses están convencidos de que Sadam Hussein derribó las Torres Gemelas. También creen que los autores de las matanzas lo hacen por el bien de la humanidad y por inspiración y mandato divino. Los medios masivos venden certezas, y las certezas no necesitan pruebas. Pareciera que los países acostumbrados a bombardear a los demás países han proclamado la tercera guerra infinita.
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