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  • Murió hace 300 años y su cuerpo está incorrupto

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 01/06/2025 11:54

    n La momia de un personaje llamado Vu Khak Ming, un monje superior budista del templo de Dau, a 23 Km. de Hanoi, la capital de Vietnam, que murió hace más de 300 años es considerada como la más extraordinaria de las momias del mundo, porque se conserva en perfecto estado a pesar de no haber sido embalsamada. La piel es tersa y tiene todos sus órganos internos, incluso el cerebro. La ciencia no le encuentra explicación. Las distintas religiones del mundo tienen en sus historiales santos, muchos casos de personas que han muerto y su cuerpo permanece sin descomponerse, incorrupto, entre ellos el sorprendente caso que nos ocupa hoy, de un monje budista que tras morir, hace ya más de 300 años, su cuerpo no se ha descompuesto. ¿Cómo es posible que el cuerpo del superior budista, se conservara en el clima tropical de Vietnam, donde la humedad llega casi al 100 por ciento casi todos los días y las lluvias originadas por los monzones no cesan durante meses? Eso es algo imposible de comprender para la ciencia y los investigadores. Porque por la humedad, en Vietnam, los edificios de concreto recién hechos, pronto se cubre de un moho verduzco. Y el nicho donde se encuentra el monje está abierto a los cuatro vientos. Sin embargo los restos mortales de Ming, en vez de humedecerse, se han ido volviendo cada vez más secos. Cuando pesaron el cuerpo, sólo llegó a 7 kilos¡ Todo el cuerpo se achicó, pero sin perder las proporciones y los rasgos. Ming, en vida, alcanzó un puesto importante en la corte de la penúltima dinastía real de Vietnam, pero después se recluyó en el monasterio de Dau, renunciando a las riquezas y el poder. Al final de su vida se instaló en una pequeña capilla situada en un extremo del convento, en donde se entregó al rezo y al ayuno, indicando antes a sus discípulos que no fueran a verlo hasta que hubiera cesado el ruido producido por su tambor de oraciones e increíblemente Ming soportó 100 días de ayuno. Cuando ya se sintió morir, les dijo a los monjes que lo rodeaban: “Ha llegado la hora de que parta de este mundo, cuando mi espíritu deje mi cuerpo, esperen un mes, si sienten el olor de la descomposición del cuerpo, entiérrenme según el ritual. Si no hay señales de descomposición, déjenme aquí para que pueda elevar eternamente mis oraciones hasta el oído de Buda.” No se descompuso Los asombrados monjes obedecieron al pie de la letra las instrucciones. Como ni a los dos meses de fallecido el cuerpo se descompuso, lo dejaron sentado como estaba, en el nicho de la capilla donde pasó sus últimos días. Los monjes budistas dicen de él que “no murió como todo el mundo, tras purificarse con el ayuno, el rezo y la contemplación, por voluntad propia hizo que su espíritu abandonara el cuerpo que ya no le hacía falta.” Y después, señalando con el dedo un punto por encima del entrecejo, concluyen explicando que “por este punto entró al otro mundo”. Los yogas taoístas aseguran que por ese mismo punto pueden abandonar su cuerpo y volver al mismo a voluntad.” Después de morir Ming, pasaron más de tres siglos, cuando los norteamericanos abandonaron Vietnam, los científicos vietnamitas llevaron lo que creían era una estatua del monje, al hospital de Balk Mai, para examinarla con rayos X. Entonces, sorprendidos, descubrieron lo que era el contorno de un esqueleto humano. ¡No era una estatua sino la momia, el cuerpo entero de un ser humano¡ Era el cuerpo conservado del monje….¡ El Tibet. un mundo muy especial… El Tíbet es uno de los pocos lugares en el mundo que aún y por una rara excepción,, se mantiene como un oasis de paz que la civilización no penetra ni perturba y por lo cual sigue alimentando a los novelistas e investigadores como un lugar en que el tiempo parece detenido para poder tocar las puertas del cielo. Tal vez el argumento más seductor que ofrece, sea que el ser humano logra desconectarse totalmente de sus aspectos y problemas personales para transportarse a otro estado emocional. Muchos investigadores han dedicado su vida a estudiar esta región, en donde de acuerdo a sus vivencias personales, aseguran que la paz impregna cada centímetro de su amplia geografía. Hay que ubicar al Tíbet en el inmenso continente chino, en las cordilleras del Himalaya y a una altura de casi 4.000 metros sobre el nivel del mar. Su capital Lhasa conserva todavía su aspecto medieval que oficia de imán para las demás culturas que la visitan. En ella los monjes no dejan de entonar el clásico OM (sonido primigenio del universo), para intentar abrir las mentes, según reza una máxima budista. Un especialista en culturas y religiones asiáticas, Juan Beregher, pasó casi dos meses viviendo en el Tíbet y afirma que “en Lhasa todo es sagrado,, hasta los perros más insignificantes y flacos, son tratados con veneración, ya que se cree que son encarnaciones de monjes que tuvieron un mal karma (conjunto de acciones buenas o malas durante su existencia) por lo cual todo el mundo los respeta. Las costumbres en este marco tan distinto del resto del mundo, están diametralmente contra puestas. Los tibetanos son las únicas personas de la Tierra que bañan únicamente tres veces al año y el día de su nacimiento (cumpleaños) el de la boda y cuando mueren. Y aquí se encadena otro tema importante. Todo en el Tíbet regresa a la tierra y los muertos se integran en el ciclo de la existencia, después de ser lavados por última vez en su vida. Otro aspecto interesante es que según los textos budistas, el dar a comer a los animales con el cuerpo propio, es un acto de amor hacia la tierra y la creación, motivo por el cual en el Tíbet se sigue practicando el rito ancestral de colocar a los difuntos sobre un sitio alto de la montaña para dar de comer a los buitres. Esta modalidad se apoya en la creencia de que el muerto regresará a la tierra en una nueva reencarnación. Finalmente digamos que en 1951 las tropas comunistas ingresaron a Lhasa para reprimir una de las mayores revueltas tibetanas en contra de la ocupación china, motivo por el cual el Dalai Lama, máximo líder espiritual del Tíbet, debió exiliarse en 1959 en el norte de la India.

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