03/06/2025 02:07
03/06/2025 02:07
03/06/2025 02:07
03/06/2025 02:07
03/06/2025 02:06
03/06/2025 02:05
03/06/2025 02:02
03/06/2025 02:01
03/06/2025 02:00
03/06/2025 01:59
Concordia » Despertar Entrerriano
Fecha: 01/06/2025 11:51
En un país donde muchas localidades del interior pelean por no caer en el olvido, hay rincones que, sin hacer ruido, logran brillar por sí solos. Es el caso de La Carolina, un pequeño paraje escondido entre las sierras de San Luis, que acaba de ser distinguido por la ONU Turismo como uno de los mejores pueblos turísticos del mundo. Apenas 300 personas viven allí, entre calles de piedra, casitas bajas y un silencio que parece acariciar el alma. Pero lo que podría parecer un dato pintoresco, se transformó en un verdadero ejemplo de desarrollo sustentable, conservación cultural y turismo consciente. Por todo eso, La Carolina ingresó en 2023 al selecto listado de los “Best Tourism Villages”, un reconocimiento global que pone en valor a las comunidades rurales que protegen su identidad mientras le abren las puertas al mundo. La decisión no fue casual. En los últimos años, este pueblo puntano —ubicado a 1600 metros sobre el nivel del mar, a solo 86 km de la ciudad de San Luis— tomó medidas drásticas para proteger su esencia. La más radical: convertirse en peatonal, priorizando a los vecinos y al entorno sobre el tránsito de vehículos. Y esa determinación fue leída como una declaración de principios. Nacido en el siglo XVIII por el auge de la minería del oro, La Carolina aún conserva vestigios de esa época dorada: túneles, ríos con sedimentos y técnicas de extracción tradicionales que pueden conocerse de primera mano. Pero su magia no se limita a lo que fue: está también en lo que resiste. La vieja iglesia, los talleres artesanales, los senderos que se pierden entre cerros y las historias que circulan entre mates en la vereda construyen un lugar detenido en el tiempo, pero no ajeno al presente. Ahí también vivió Juan Crisóstomo Lafinur, poeta y pensador, cuyo museo sigue siendo uno de los puntos más visitados. Y para quienes buscan adrenalina, también hay espacio: trekking, rappel, cabalgatas, y hasta el contacto con llamas o la visita a Inti Huasi, una gruta con restos arqueológicos de civilizaciones antiguas. Lo que logra La Carolina es más que un premio: es una lección. Porque en épocas donde todo parece ir demasiado rápido, este pueblito eligió ir más lento. Y al hacerlo, llegó más lejos. Fuente: ElCordillerano
Ver noticia original