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  • Lope de Vega y Fuente Obejuna

    » Diario Cordoba

    Fecha: 01/06/2025 11:35

    «Siendo ya Fuente-abejuna de la órden de Calatrava residía en esta villa por ser de su encomienda, el comendador mayor Fernán Gómez de Guzmán, el cual hizo tantos y tan graves agravios á los vecinos, que todos de común consentimiento resolvieron alzarse contra él y matarle». Este hecho singular, ocurrido la noche del 22 al 23 de abril de 1476, puede que fuera determinante en las especiales características que presenta actualmente la población de Fuente Obejuna, ya que se especula con la posibilidad de que muchas familias, huyendo de la violencia y desafueros del comendador al que luego dieron muerte, fundaran en el término de esta villa hasta 37 cortijadas. Transcurridos más de 500 años, todavía existen 14 aldeas, que han encontrado en el turismo rural una manera de poner en valor su pueblo y su comarca. Lope de Vega -uno de los poetas y dramaturgos más importantes del Siglo de Oro español- intuyó el poderoso atractivo que el relato literario de un hecho tan dramático podía tener para el gran público, y en 1619 se publica su famosa obra Fuenteovejuna. Es sabido que el talentoso escritor se documentaba en antiguas crónicas para escribir las comedias basadas en hechos históricos, y en especial, en la Chronica de las tres Ordenes de Cavalleria de Sanctiago, Calatrava y Alcantara, de Francisco de Rades y Andrada, de la que salió el argumento de esta obra universal, prototipo iconográfico-teatral de «la unión del pueblo contra la opresión y el atropello». No sabemos si Lope de Vega estuvo realmente en Fuente Obejuna, pero es posible que así ocurriera. Vivió durante mucho tiempo en Toledo y en 1602 realizó un viaje a Sevilla, donde había vivido su tío don Miguel del Carpio, hermano de su madre y temido inquisidor, con quien se educó en su infancia, cuando tenía a lo sumo ocho o nueve años. El camino más directo y transitado de Toledo a Sevilla - utilizado incluso por el rey Alfonso XI en 1332- pasaba, en aquel entonces, por Fuente Obejuna; y no es de extrañar que el prolífico autor se detuviera para conocer más de cerca la población que años después inspiraría una de sus obras más famosas. La vereda de Doña Rama De la mano de Fernando Penco, y a través de su libro Fuente Obejuna lo hizo, nos aproximamos al relato de este literario paisaje. El escritor y arqueólogo también participó en la elaboración del informe que dio lugar a la declaración como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Sitio Histórico, de los lugares vinculados con esta obra teatral o, si se prefiere, con los sucesos que acabaron con la vida del comendador y catorce de sus hombres. Además de las plazas, ermitas y algunas calles del pueblo, se incluyen en el BIC los caminos y vías pecuarias que, en mayor medida, tuvieron relación con los hechos, entre ellas, la vereda de Doña Rama, conocida también como «Camino Nuevo de Fuente Obejuna a Córdoba», que constituía una alternativa al cordel de Córdoba o «Camino Viejo de Fuente ovejuna a Córdoba» –principal camino y vía pecuaria que unía Fuente Obejuna con la capital- y que era utilizada sobre todo por arrieros. No hay duda de que por ambas rutas transitaron los miembros del Concejo de Córdoba cuando promovieron la revuelta, o el propio comendador en sus estériles tentativas por apoderarse del castillo de Belmez. Me dispongo a recorrer una vez más estos históricos caminos que ya conocía de otras ocasiones, hasta llegar a La Venta, lugar donde supone Penco que pudo estar la fonda o posada –conocida como venta del Vado- en la que el 28 de abril Pedro Tafur y el resto de representantes cordobeses se reunieron con el Concejo de Fuente Obejuna para otorgar el poder que permitiera tornar y restituir dicha villa a la capital cordobesa. La Venta es hoy un gran edificio de dos plantas situado en la confluencia de los términos de Fuente Obejuna, Peñarroya y Belmez, cerca de la aldea del Hoyo, y donde el cordel de Córdoba conecta con la carretera CO- 6406. Esta venta ha funcionado como tal hasta hace poco tiempo, según nos cuenta un hortelano con el que conversamos, y que afirmaba que allí pernoctaban los mineros y viajeros que desde las minas de El Soldado de dirigían a Córdoba. A unos 500 metros al sur de este edificio se encuentra un gran caserón en ruinas que en mapas antiguos figura como «casa de la Venta», que se me antoja mejor opción para ubicar la antigua venta del siglo XV. La influencia que esta posada ejerció en la zona se pone de manifiesto en otros topónimos que aún perduran, como el cerro y el arroyo de la Venta. De corzos y fresnos Repasando la obra de Lope de Vega, hay una escena que me ha llamado especialmente la atención: Laurencia, que se encuentra lavando «unos paños» en un arroyo cercano a un prado, es cortejada por Frondoso. De repente, le pide a éste que se esconda entre las ramas del soto ante la llegada del comendador, que «tirando viene a algún corzo». Al verla, el tirano exclama: «No es malo venir siguiendo un corcillo temeroso, y topar tan bella gama». El comendador intenta forzar a Laurencia, pero Frondoso sale de su escondite y la defiende apuntando al comendador con la ballesta. Hasta aproximadamente mediados de los años sesenta del siglo XX, el corzo era una especie de caza habitual en Sierra Morena que, sin embargo, desapareció de estas sierras sin dejar rastro. De hecho, en 1792, el capellán Juan Pablo de Castillejo escribía para el Diccionario Geográfico de Tomás López, refiriéndose a Fuente Obejuna: «Es igualmente fértil y fecunda en todo género de caza mayor y menor como de venado, corzos, jabalíes, conejos, liebres y perdices en sus montes, prados y cañadas, en lo que logran sus aficionados la más cómoda y útil diversión». Pensando en un decorado adecuado para la escena anteriormente descrita, la imaginación viaja rápidamente al descansadero de la Tabla de la Lana, «auténtico símbolo local que forma parte de los lugares por los que transitaron los miembros del concejo de Córdoba cuando promovieron la revuelta o el propio comendador». Este bucólico paraje está situado en un paso estrecho entre el Cerro Castaño y la sierra de Los Santos, sirviendo de conexión entre los históricos caminos antes nombrados. A pocos metros de los restos de un molino, y de una charca de orillas arenosas rodeada de un soto de fresnos y sauces, el río Guadiato se encajona y desciende formando cascadas para fluir por un escotado paso. Aprovechando esta situación se construyó un puente cerca de donde se localizan los muros de otro viejo molino, conocido como «de las Ollas». Debajo del puente una profunda poza invita al baño en los meses de más calor. De la enramada del soto de fresnos llega el griterío de una colonia de gorriones morunos. Curiosamente el fresno, con la encina y el olivo, son los únicos árboles que se citan en la obra de Lope de Vega; y al inicio de la vereda de la Tabla de la Lana, concretamente en el arroyo Alamillo, se localiza un tramo de fresneda con árboles de grandes dimensiones catalogado como Arboleda Singular por la Junta. Suscríbete para seguir leyendo

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