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» Diario Cordoba
Fecha: 01/06/2025 11:35
Como ya comenté en columnas previas, no se puede dejar de replicar a otra reducción de nuestras libertades por parte de nuestros Gobiernos, y digo gobiernos en plural porque una viene del nacional y otra de nuestros burócratas de la Unión Europea. Ambas reducciones están muy relacionadas y vinculadas con lo que es hoy en día una de las principales fuentes de libertad: nuestro dinero y cómo lo manejamos. El dinero es el principal activo, junto con las propiedades inmobiliarias, del que disponen las familias, y por cómo legislan es obvio que ya no quieren que sean nuestros. Primero vamos con la noticia nacional. El mes pasado se produjo, de nuevo, un hecho que no pensé se pudiera producir en España. Al parecer el Gobierno de Pedro Sánchez decidió que ya no podemos sacar nuestro propio dinero efectivo del banco en las cantidades que nos dé la gana. Concretamente, en esta nueva limitación a nuestra libertad como ciudadanos, su Ministra de Hacienda, Mª Jesús Montero, de la que ya avisé en otro artículo cuando la nombraron ministra, ordenó coercitivamente que no se puedan sacar más de 3.000 euros en efectivo de nuestro propio dinero sin comunicárselo oficialmente a Hacienda. Repito ¡de nuestro propio dinero del banco! Hacienda ha dejado de ser una institución al servicio del ciudadano para pasar a ser, como muchas otras instituciones públicas, entidades del régimen político que el PSOE nos está intentando imponer, y que aún no sé sabe cuál es exactamente, pero que no parece ser la semi democracia que había hasta ahora. Las excusas siempre son variadas y absurdas, pero siempre por nuestro bien, obviamente. En este caso es para luchar contra el dinero negro, porque claro se ve que todos los ciudadanos manejan grandes cantidades de dinero negro que sacan del banco en efectivo para meterlo en maletas o bolsas de basura y llevarlo a Costa Rica en aviones. En esta línea de que nuestro dinero deje de ser nuestro dinero, porque a los políticos de turno les da la gana, aparece el euro digital. Si ya están limitando el dinero en metálico del que podemos disponer, imagínense que no harán cuando el único dinero que podamos tener sea una moneda digital totalmente gestionada por los políticos; y me da igual que esos políticos sean de España o de la Unión Europea, que se autodenominen de izquierda, de derecha, de centro, o de villa-arriba-abajo. Lagarde, presidenta del BCE, ha dicho que para el 2026 o 2027 podría estar implantado. A mí nadie me ha preguntado si quiero euro digital y para eso están los referéndums. El euro digital no hace falta, los sistemas de pago bancarios están tan avanzados que, al final, si una persona no quiere llevar efectivo lo puede pagar todo digitalmente, pero esto es su decisión. Por tanto, no es necesario para un entorno donde la mayoría de las transacciones son apuntes contables y el valor de la moneda seguirá viniendo por la potencia de su economía. Entonces ¿para qué crearlo e instaurarlo con tal velocidad? Pues con el euro digital absolutamente todas las transacciones quedarán registradas y controladas en el sistema gubernamental. Esto que puede parecer inocuo, porque control ya existe, hace que los gobiernos conozcan en qué te gastas hasta el último céntimo de tu propio dinero: alimentos que compras en cada momento, cambios en tu dieta, ropa, cosméticos, gimnasio, hobbies, veces que sales a tomar cerveza, cuántas te tomas... En China ya se están produciendo ejemplos de lo que se puede hacer con este control absoluto de los ciudadanos y, por tanto, de lo que se puede llegar a hacer en Europa. China califica a sus ciudadanos en función de su comportamiento, medido a través de cómo gastan su dinero, y si el gobierno considera que no te estás comportando como debes ponen restricciones a cómo, dónde y cuándo puedes gastar tu dinero. Por ejemplo, con el euro digital, pueden decidir que ya te has ido de viaje este año e impedir que compres otro viaje. Incluso si no te comportas como ellos quieren, pueden impedir automáticamente que te den un préstamo. Y cuando se está hablando de comportarse «como ellos quieren», ¿de qué estamos hablando: de comprar más carne de la debida mensualmente, consumir más agua o más vino o más cerveza, no donar a las ONGs que ellos quieren, no comprar en la ciudad o barrio donde ellos quieren, apoyar en X a una persona que no les gusta...? Quien avisa de que tanto España como la UE se está convirtiendo en una distopia extraña, parece que no va muy desencaminado.
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