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  • Zain, el niño que sufrió lesiones cerebrales y quedó inmóvil tras una resonancia. Sus padres denuncian mala praxis del anestesista

    Colon » El Entre Rios

    Fecha: 01/06/2025 10:30

    La familia de Zain era una más de las tantas de clase media que vive en Gualeguaychú, con una vida tranquila, proyectos y sueños por cumplir, pero tuvieron que olvidarse de todo y mudarse a Paraná, cuenta el periodista Rodrigo Peruzzo, para Ahora El Día. Todo comenzó a cambiar el 7 de julio del año pasado, cuando Zain tuvo una convulsión. “Lo evaluaron en el Hospital Centenario, le hicieron una tomografía y un electroencefalograma. Nos dijeron que era epilepsia, pero queríamos estar seguros y tener una segunda opinión. Así que de ahí nos fuimos a que lo vea un neurólogo infantil, quien nos dijo que el diagnóstico era correcto, pero que él no lo iba a medicar hasta tener bien en claro una imagen precisa y poder saber con qué tipo de fármaco utilizar. Nos pidió una resonancia magnética cerebral”, recordó Natanael, el papá del chiquito. “Fue así que lo llevamos a la Cooperativa Médica de Concepción del Uruguay que queda en 14 de julio y Belgrano, el 29 de julio de 2024, para realizarle la resonancia magnética cerebral bajo anestesia. ¿Por qué bajo anestesia? Porque él es un chico y si a un chico lo ponen en un resonador se va a quedar quieto. Después averiguamos que hay diferentes niveles de anestesia, pero a mí nunca me explicaron cuál utilizaron. Ese día llegué con mi hijo. Antes entró una nena de entre 7 y 10 años con un peso aproximado de 30 a 40 kilos. ¿Por qué recalco esto? Por la anestesia. Mi hijo pesaba en ese momento 17 kilos y esa nena, el doble. Cuando salió, estaba somnolienta. Después hacen entrar a Zain donde estaba el resonador y ahí estaba el anestesista y otra mujer que no sé qué rol cumplía. El anestesista me dijo: ‘Sentalo acá’ y le puso una máscara entre 5 y 10 segundos. Se la sacó y me pidió que lo acueste y vi que los piecitos se le pusieron tensos. Le pregunté si era normal y me dijo: ‘sí papá, quedate tranquilo’. Sentí un ruido grave que iba de la panza hacia la cabeza. Le volví a preguntar si era normal. Y me repitió lo mismo: ‘Sí papá, quédate tranquilo, dale un beso y cuando termine te llamo’. Le di un beso y me sacaron de la sala. Jamás me tendrían que haber sacado de ahí, pero no tenía conocimiento de eso. Me senté afuera con mi tía que nos acompañó y nos pusimos a conversar. Pasaron 10 minutos aproximadamente, salió el anestesista con mi hijo en brazos corriendo y me dijo: ‘Se me deprimió’. No me voy a olvidar nunca la mirada perdida de Zain. Lo metió en otra habitación y cerraron las puertas. Allí estuvieron unos 45 minutos. Salió en dos oportunidades y me dijo que se le había deprimido y que entró en un paro cardiorespiratorio”, recordó Natanael acerca de la peor noche de su vida. Y continuó: “Nadie sabía nada, todos iban y venían. Después de todo ese tiempo, se dignaron a llamar a la ambulancia para que lo atiendan en el Hospital. ¿Tanto tiempo van a tardar para llamar a la emergencia? Si sabían que no tenían las medidas necesarias para poder estabilizar a una criatura en ese lugar. Fue ahí donde salieron y me dieron el buzo y la remera que tenía. Estaba cortada a la mitad llena de sangre. Zain salió con un tubo endotraqueal colocado, oxígeno y con sangre”. En ese dramático momento y en medio del shock, se empezó a preguntar: “¿Por qué tenía sangre, por qué salió entubado si era un control donde él tenía que salir como entró? En el Hospital Centenario, cuando le hicieron sedación endovenosa para hacer la tomografía no le pasó nada. Entonces, ¿qué sucedió con la anestesia en este lugar?”. Natanael siguió su relato de aquella fatídica madrugada: “Nos subimos a la ambulancia y vamos al Hospital Urquiza de Concepción del Uruguay. Cuando llegamos, los enfermeros me tomaron mis datos y salió la médica de turno de la guardia y me dijo: ‘Bueno papá, te voy a ser sincera y directa: tengo un paciente completamente crítico con los dos pulmones colapsados de sangre y uno completamente comprimido’. Cuando salió nuevamente, me dijo que seguía en estado crítico y que lo iban a derivar a una UTI (Unidad de Terapia Intensiva). Nos dijeron que lo lleváramos a Concordia. Esas fueron las dos horas más largas de mi vida en la ruta: veía a mi hijo tan chiquito en una ambulancia tan grande por una negligencia médica. Llegamos casi a la 1 de la madrugada, entramos a la UTI y lo único que escuché era un griterío de médicos y enfermeros. De ahí, salió el doctor Fournier, que es una eminencia, el hombre que salvó a mi hijo, y me dijo: ‘Si esta noche no lo atendía a tiempo, no sobrevivía, se podría haber muerto’. Estuvo 22 días en terapia y, a medida que pasaba el tiempo, presentó un edema generalizado. Todas las mañanas nos daban un parte médico, teníamos el corazón en la boca por saber si iba a vivir o no. Era horrible verlo que estaba enchufado con muchos cables sobre su cuerpo y que respiraba agitado sin abrir los ojos. Gracias a Dios salió de ese estado y respondió. Después lo pasaron a una sala y allí internado cumplió el 25 de agosto sus tres años”, rememoró conmovido. “Todo por lo que pasamos fue muy movilizante, de un momento para otro: a la noche ves que tu hijo duerme tranquilo y al día siguiente lo ves que se despertó todo torcido, con los brazos y los pies al revés producto de la hipoxia, de la falta de oxigenación. En la Cooperativa no lo reanimaron a tiempo, lo tuvieron con un paro cardiorrespiratorio, por eso hoy en día tiene lesiones cerebrales”, denunció Natanael. Tras sobrevivir de milagro, Zain y su familia volvieron a Gualeguaychú, pensando en que iba a mejorar, pero no: tuvieron que trasladarlo a Paraná. “Acá fue donde realmente lo sacaron a flote, le hicieron una cirugía cerebral: le abrieron la cabeza para ponerle una válvula. Le hicieron, además, una cirugía de Nissen (procedimiento quirúrgico para tratar la enfermedad por reflujo gastroesofágico) y le colocaron un botón gástrico. También tiene hecha una traqueotomía porque no podía tener mucho tiempo el tubo endotraqueal. En tres años a mi hijo le hicieron cuatro cirugías. En la actualidad, Zain toma 12 medicaciones diarias, tiene sesiones de kinesiología que lo ayudan en la parte motora porque en este momento está inmóvil, necesita estimulación visual porque tiene la mirada perdida y va a una fonoaudióloga que lo trata por el habla. No puede comer tampoco: tenemos que suministrarle leche por el botón gástrico, todo líquido”, contó Natanael acerca del estado actual de su hijo y añadió que “después de todo a lo fue sometido siendo tan chiquito, hay profesionales que nos dicen que va a quedar así de por vida, mientras que otros nos alientan y nos dicen que con rehabilitación puede llegar a mejorar su calidad de vida, pero él ya no va a ser el de antes”. “Sinceramente quiero que se haga justicia: él o los responsables deben rendir cuentas por lo que le hicieron a Zain para que no vuelva a suceder”, expresó acerca de la denuncia que presentó el pasado 28 de abril. “No fuimos específicos contra nadie, relatamos lo sucedido y en base a eso que la Fiscalía actúe. Mi hijo, horas antes de ese 29 de julio, jugaba, corría, hablaba, sabía los nombres de los colores. Era una criatura completamente sana. Siento que le arrebataron su vida, su infancia”, planteó. El brusco cambio de vida y las necesidades económicas Natanael, junto a su pareja, Zain y su otra hija de 6 años tuvieron que afrontar un cambio rotundo de su cotidianeidad. “A nosotros la vida nos dio un giro de 180º, de llevar una rutina a vivir un infierno. En estos momentos no estoy trabajando porque tengo problemas psicológicos por el estrés que tuve que afrontar. Nos resulta muy difícil explicarle a la nena qué es lo que le sucedió a su hermanito; llora y nos pide que Zain vuelva a ser como antes. Nos cambió todo y siento que me arrebataron una parte de mí. Nos mudamos el 23 de septiembre a Paraná por la derivación y hasta que nos dieron la internación domiciliaria, estuvimos durmiendo en pasillos y salas de hospitales. Todos los días, veíamos morir a personas adultas y a niños. No puedo expresar con palabras lo que es ver a una mamá y a un papá tener en brazos a su hijo sin vida. Y nosotros estábamos ahí, escuchando los gritos, los llantos, con Zain internado en terapia. Fue una lucha poder conseguir todo lo necesario para que hoy sea un paciente paliativo del Hospital San Roque. Tuvimos que dejar todo atrás y empezar solos de cero en Paraná”, contó Natanael. Consultado acerca de si necesitan apoyo económico, el gualeguaychuense confió: “Tenemos una deuda de casi 5 millones de pesos: pagamos alquiler, expensas y nos manejamos con tarjeta de crédito que nos come el mes siguiente, o por ahí nos prestan dinero porque es muy difícil pagar todos los préstamos para poder mudarnos a Paraná. Toda la situación que estamos viviendo nos arruinó económicamente, emocionalmente, físicamente… Siempre fui una persona que trato de valerme por mí mismo, pero hoy con esta nueva realidad todos los que nos puedan ofrecer será bienvenido”. La familia de Zain transita un momento angustiante y necesita de la solidaridad para afrontar todos los gastos que tiene mensualmente. Se puede colaborar a través del alias de Mercado Pago natanael97.02 (Irigoitia Cristian Natanael). Fuente: Ahora El Día - Rodrigo Peruzzo

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