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Concordia » Hora Digital
Fecha: 31/05/2025 13:32
Un estudio revela que cereales para niños poseen más azúcar, grasa y sodio, mientras disminuye la fibra y proteína, generando preocupación por la obesidad infantil. El desayuno, considerado la comida más importante del día, se ha convertido en motivo de preocupación en Estados Unidos. Un estudio reciente publicado por JAMA Network Open y difundido por HealthDay muestra que los cereales dirigidos a los niños en el país han experimentado un aumento significativo en azúcar, grasa y sodio en los últimos 13 años, a la vez que la proteína y la fibra han disminuido. Este cambio en la composición de los cereales infantiles podría estar relacionado con el incremento de la obesidad infantil y plantea dudas sobre la responsabilidad de la industria alimentaria. El análisis, realizado por investigadores de la Universidad de Kentucky, la Universidad Estatal de Luisiana y la Universidad de Minnesota, examinó 1,200 cereales lanzados en Estados Unidos entre 2010 y 2023. Los resultados mostraron que la cantidad de grasa total, sodio y azúcar por porción ha aumentado significativamente durante ese período. Estos incrementos son preocupantes dado el alto consumo de estos productos entre los niños, alcanzando en muchos casos más del 45% del límite diario recomendado de azúcar por la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA) en una sola porción. El estudio alerta sobre la posibilidad de exceder los niveles recomendados de azúcar, grasa y sodio al consumir regularmente estos cereales, lo que aumenta el riesgo de problemas de salud a corto y largo plazo. La investigación también destaca una disminución significativa de fibra y proteína en los cereales para niños, elementos cruciales para una dieta equilibrada, afectando la salud digestiva, el control del apetito, y el crecimiento y desarrollo infantil. Los autores del informe señalan que los fabricantes están privilegiando el sabor rico en azúcares y grasas para atraer al público infantil, a costa de la calidad nutricional. Esta estrategia puede promover patrones alimentarios poco saludables desde la infancia, dificultando adoptar hábitos más equilibrados en la edad adulta. Se hace un llamado a los fabricantes para reformular sus productos y promover una mejor salud pública, mientras se resalta la necesidad de medidas regulatorias para garantizar una mayor calidad nutricional en los alimentos destinados a los niños.
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