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  • “Logré hacer un imperio con los libros, hoy colecciono para coleccionistas”

    » Elterritorio

    Fecha: 31/05/2025 11:15

    Hugo “Tola” Romero es un coleccionista de revistas, libros, monedas y objetos antiguos que conserva historia desde hace 50 años, además de vivencias, a través de sus propios libros. sábado 31 de mayo de 2025 | 7:00hs. Hugo “Tola” Romero (72) continúa atesorando su vasta colección de revistas, libros y cómics en su vivienda de Posadas. Foto: Natalia Guerrero Tola es el sobrenombre de uno de los mayores -si no es el mayor- coleccionistas de libros, revistas, monedas y objetos antiguos que a sus 72 años conserva cultura e historia en la capital misionera. Hugo “Tola” Romero es su nombre completo y desde hace 50 años se dedica a coleccionar reliquias y tomos de libros, revistas y cómics invaluables. Pero no sólo eso, sino que a lo largo de su vida se dedicó a crear y conservar historia para su legado. Boxeador, escritor de libros y revistas. Pero, sobre todo, un apasionado en lo que hace, es la definición que él mismo describió en una nueva edición de Charlas con El Territorio, en la cual contó sus vivencias y todo lo relacionado a las colecciones que lo rodean desde muy pequeño. La historia completa de Maradona, como una de sus reliquias. Foto: N. Guerrero Actualmente en su departamento, donde su vasta colección la tiene en cuatro sectores y un pasillo de 15 metros por 2, Tola continúa sumando historia, pero no sólo para él, sino también para coleccionistas de todo el mundo. ¿Cómo nació la pasión de coleccionar? Esto comenzó hace mucho tiempo, ya de chiquito yo veía las revistas mexicanas. Cuando terminé mi quinto grado, ya sabía leer más o menos bien y en mis tiempos eran los dibujitos en las revistas, quienes eran nuestros ídolos. Superman, Tarzán, entre otros y entonces me puse a coleccionar. Ahora yo hago colecciones para coleccionistas. Yo no quiero ser coleccionista porque así me muero. Lo de traer cosas para coleccionistas a mí me encanta. Es una pasión terrible y empecé a ampliar más para conseguir álbumes de figuritas o lo que me pedían. Cuando coleccionaba, mis sueldos no me duraban, por eso yo tenía que vender algunas que eran repetidas Otra anécdota es que también cuando descubrí que acá compraban cobre y cartón, llevaba para la papelera, donde tenían libros y revistas. Yo diría que el 30% de lo que tengo salió de esa forma. Pero ahora ya la papelera no hace lo mismo y no tienen libros ni revistas. No sólo empezó a coleccionar para usted, sino que a lo largo de los años es un receptor común de lectores curiosos y tuvo su librería. ¿Cómo fue que se animó a que su colección también sea para las demás personas? Yo tenía una hija que falleció hace dos años, que hace diez, doce o quien sabe cuántos años atrás quería un libro. Entonces salí a buscar libros con mi bicicleta para conseguir el que quería. Entonces yo iba hacia el canje y traía todo lo que ella quería. Después me puse en la cabeza hacer una librería y de esa forma buscar todos los libros. Así empecé mi campaña. Después de los libros, también empecé con las revistas y las cosas antiguas que me ofrecían. Tengo monedas y billetes antiguos, plancha de carbón, entre otras cosas. Pero mi pasión siempre fue coleccionar. Antes juntaba y no quería vender ni prestar a nadie. Hasta que una chica que me conocía me quiso comprar o alquilar un libro, la Divina Comedia, y ahí entendí que los libros eran para compartir y que acá no hay bibliotecas populares. Hay bibliotecas, pero no son populares, porque no tienen todo. Yo tengo hasta el Pato Donald, Tío Rico, Patoruzito, Patoruzú, variedades de libros y de estudios también, donde cualquiera puede hacer una lectura. En estos tiempos es importante, porque hay tanto quilombo afuera que una lectura te traslada a tiempos atrás. ¿Cómo comenzó su negocio y cómo sigue ahora? Primero estaba en el Puente Vicario, donde era un rincón que quedó chico con cada libro y revista que agregaba a la colección. En un momento vinieron a hacerme una encuesta por el agua que podía inundar todo, pero yo les dije que no quería una indemnización, sólo que me ayuden a mudar toda mi colección. Fueron como más de diez camiones, pero muchos años después me vine a mi departamento y tuve que ocupar cuatro sectores que tenía atrás, más un pequeño pasillo de 15 metros por dos. Ahora me manejo con clientes: la semana pasada hice un envío a un comprador de España. Lo mandé de acá hacia La Plata y ahí ellos se encargaron. Estoy en grupos, pero lamentablemente cada vez hay menos. Lo primero que coleccioné como tal fueron los diarios deportivos El Gráfico. Yo era ambicioso en lo que hacía y en definitiva, llegué a tener más de 10.000 diarios El Gráfico, de los cuales tenía muchos repetidos. Entonces fui vendiendo, y ahora creo que llegaré a los 6.000 ejemplares. Tengo toda la historia de Maradona, de Monzón, de Reutemann. Tengo también de Rita Corsa. De toda su colección, ¿qué fue lo más valioso para usted? Una vez encontré un libro de la Segunda Guerra Mundial que estaba en la papelera. Tengo toda la historia de la Segunda Guerra Mundial. Pero también lo que me gustó mucho fueron los tres libros de las Malvinas, de cómo comenzó la historia, cómo comenzó la guerra y cómo terminó,y los comentarios de los ingleses y los argentinos. Tengo muchas cosas importantes que he encontrado. Un amigo me dijo ‘Tola, vos sos un acumulador compulsivo’, y yo le dije que sí, acumulo, pero es historia. Yo acumulo historias, no acumulo tonterías. Los jóvenes que nacieron hace 30 años no sabían de todo ese cúmulo de cosas porque antes no había celular. Ahora que hay, las personas entran en otro mundo. Pero siguen dando la lectura. Porque se puede leer en cualquier lado, no hace falta que prendan un aparato. Después tengo revistas misioneras, escritas por los doctores misioneros. Pero yo tengo que vender para seguir manteniendo colecciones. ¿Cómo se mantiene con colecciones y qué objetivo tiene con su colección? Yo compraba e intercambiaba. Siempre fui inquieto, hasta ahora. Pero ya las fuerzas son otras. Yo quería hacer una biblioteca, me reuní con el gobernador de ese entonces y el intendente para inaugurar, pero después no ocurrió. Iba a ser una biblioteca deportiva, por la cantidad de trofeos que tengo -por el boxeo- y revistas.Y ahí fui agregando otras lecturas para estudiantes y lecturas para los que les gustaba leer. Tenía mucho de mi colección, hace 65 años tenía una oficina en el subsuelo del anfiteatro, donde trabajaba. Entonces le pedí a la directora de ahí para traer mis cosas. Con dolor, habré tirado más de 3 toneladas en general, por el agua. Fue mi enemigo en ese entonces, cuando caía mucha agua. Yo logré hacer un imperio con los libros, las monedas que coleccionaba. Tenía y tengo de todo. Ahora quiero tener la suerte de que parte del gobierno se pueda ocupar de lo que yo tengo para trasladar a otros lados que la gente vea. Hay muchos libros que les vam a interesar y gustar. Pero yo no puedo dar el gusto de hacer algo así en un espacio grande, porque no tengo los medios financieros. ¿Sigue sumando revistas u objetos a su colección? Sí, lo hago. Hace cinco días conseguí unos 300 discos de vinilo y 233 libros. Libros de Borges, de Cien años de soledad, por ejemplo. No sé la cantidad de libros que tengo, pero todos son importantes. Y antes de eso, conseguí otros 300 ejemplares de revistas mexicanas. Son muy requeridas en muchas partes del país y de otros países. También tiene su lado escritor, ¿cómo fue esa experiencia y qué escribió? Primero escribí una especie de biografía. Yo no voy a estar más físicamente, pero sé que dejo un legado, una historia, que se puede leer. Yo hice la escuela hasta quinto grado, pero escribir fue como una fantasía que se hizo realidad. Lo primero que escribí fue la historia del boxeador Sergio “Ballita” Rodríguez, después hice dos ejemplares de ‘El puño misionero’, hasta que escribí ‘Tola, un rebelde con causa’ y ‘Tola, mentiras piadosas’, con 556 páginas. También hice un libro contando la historia del Loco Banderita, que estaba con su bandera cuando Boca entraba a la cancha y en una parte también escribí sobre Diego Maradona. El Loco Banderita es mi amigo y se lo mostró a Maradona, que leyó el escrito y me mandó un fax agradeciendo. Yo guardé, pero a los dos meses cuando quise mostrar se fue toda la letra del fax y no pude mostrar lo que me escribió Maradona. Eso hasta ahora me emociona. Después escribí otro en el que contaba cuando trabajaba en el circo. Ese fue el más lindo y más emotivo que escribí. Ese fue el último. Te voy a decir que el 90% de lo que escribí es totalmente verdad, y el otro 10% por ahí no me acordaba la fecha o algún momento. Pero es toda mi vivencia, ¿Tiene fotos con muchos personajes mundiales, las colecciones los acercó? Algunas fotos sí, otras fueron porque era inquieto e hice muchas cosas. Una de las fotos que tengo es con Mario Baracus, que gracias a la incursión que hice en el boxeo pude conocerlo. En la Convención de Boxeo, por señas le pregunté si podía sacarse una foto y me dijo que sí. Es un hombre formidable. Algunas fotos las tengo por el boxeo, otras por los libros y revistas y otras por cholulo. Por último, tuvo una etapa de boxeo, ¿qué lo llevó a comenzar con este deporte? El boxeo empecé casi por casualidad. Como tenía una pegada potente, un día me dice mi entrenador: ‘Vení, boxeá, representá a tu tierra misionera’, y así fui. Si tenés compasión de tu rival no podés ser boxeador y eso fue una lección. Voy a contar sobre la última vez que subí a un ring, el rival me temía y peleaba para pagarle un tratamiento médico a la vieja, y yo no le pude pegar, aguanté que me tire piñas y nos dieron empate y no volví a boxear. Perfil Hugo Romero Coleccionista y escritor Hugo “Tola” Romero tiene 72 años y desde lo 12 mantiene la pasión de coleccionar todo material de lectura y objetos antiguos. Además, a pesar de ir a la escuela sólo hasta quinto grado, se dedicó a escribir libros de sus vivencias. También tuvo un período como boxeador en el que defendió la bandera misionera.

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