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  • Cómo se construye un lector: Paula Turina

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 31/05/2025 04:54

    La identidad lectora se construye como un proceso dinámico, influido por la libertad de elección y la diversidad de géneros literarios, dice Paula Turina En época de redes sociales, algoritmos e IA, cada vez más la lectura, en soledad o de manera colectiva, impone nuevas preguntas. Revisitar las ideas en torno a ella. Esta semana, Paula Turina, comunicadora social y periodista rosarina especializada en literatura, reflexiona acerca de la construcción de un lector y, además, de lo colectivo de la lectura. Seguramente no sea casualidad que envíe un newsletter sobre libros llamado Lectora Voraz, que ganó el premio Juana Manso por difundir la escritura de mujeres y disidencias. Coordina talleres de lectura, entre el que se encuentra Disruptivas, de narradoras latinoamericanas contemporáneas; hace entrevistas en la revista Desmadres, y realiza la prensa de la editorial chilena La Pollera. Todo sigue una misma línea: compartir y convidar lecturas. Junto con Belén Campero publicaron Mapeo de lectura. De lo íntimo a lo colectivo, un cuaderno-libro que oficia de bitácora para llevar un registro de lecturas y crear un camino lector con citas, preguntas y reflexiones. Crea contenido en sus redes y para la librería Mal de archivo, de Rosario. Le encanta recomendar libros y cree que siempre hay uno esperando a un nuevo lector o lectora. Aunque intenta ordenar su biblioteca, siempre se le desborda. Paula Turina cree que el libro adecuado puede transformar la percepción de la lectura y despertar el interés incluso en quienes creen que no les gusta leer —¿Cómo se construye la identidad lectora? —Me pongo a pensar, primero, antes de cómo se construye, en qué es la identidad lectora. Vinculado, también, con que todos y todas tenemos una identidad propia. Quiénes somos. Y como esa identidad se va modificando. No sé si pensaría en una identidad única, estable, estructurada, sino en una identidad lectora fluida que tenga que ver con la posibilidad de la libertad –palabra bastante vapuleada últimamente–, con el significado de poder decidir dónde queremos ir y cómo queremos decidir nuestras lecturas. Cuando somos niños y niñas, nuestras lecturas están elegidas o decididas por quienes nos median la lectura, por la escolarización, por la familia. Y pienso que un primer quiebre es el momento en el que se empieza a decidir qué es lo que se quiere leer. Ya ahí hay una primera separación de ciertas elecciones ajenas para hacer las propias. Y, como te decía al principio, con la libertad de poder elegir más allá de lo que muchas veces el mercado diga. La identidad lectora tiene que ver, también, con dejar, o intentar dejar, los prejuicios de lado e ir probando leer distintos géneros en distintos formatos. Y una vez que se va probando, se va encontrando qué cosas gustan más. Creo que la identidad lectora forma parte de esa pregunta de qué nos gusta leer. —¿Un libro puede despertar el interés por leer? —Sin dudas que sí. Muchas veces quienes nos definimos como lectores y lectoras, a quienes nos apasiona, sin duda, la lectura, a veces hablamos un poco en abstracto. Y en ese sentido, hay algo de la experiencia que es un poco intransferible. Más allá de que quienes recomendamos lecturas nos posicionamos en un lugar de querer compartir lo que nos hizo sentir un libro para que otras personas lleguen a sentir lo mismo. No hay nada como la experiencia subjetiva. Y esto te lo digo porque veces escucho “a mí no me gusta leer”, pero como soy una persona bastante optimista en ese sentido pienso que tal vez todavía esa persona no le llegó el libro indicado. En ese sentido creo que un libro puede transformar eso. Pienso que es fundamental, también, la bibliodiversidad de libros editados y publicados para que esa persona llegue a un libro que le haga sentir que le gusta la lectura. Muchas veces la pregunta acerca de “cuál es el libro que recordás” está vinculada con pensar que esos libros que te impactaron, que recordás por siempre, son los que te transformaron, en algún punto, en lector o lectora. La experiencia de la lectura colectiva en talleres y clubes genera vínculos, sentido de pertenencia y múltiples interpretaciones de los textos —En relación con esto, ¿creés que en un hogar sin padre o madre lectores puede gestarse un ávido lector? —Por supuesto. Quienes pudimos criarnos en una casa en la que había biblioteca, donde los libros estaban presentes, en la que hubo padres o madres muy lectores y lectoras, sin duda hay una cercanía. Pero sin dudas que la lectura no tiene que ver únicamente con lo familiar. Tiene que ver con un montón de cuestiones e inquietudes. Pienso en lo escolar, pero no solo en lo curricular, sino en las bibliotecas de las escuelas, bibliotecas de casas de amigos y amigas, de casas ajenas. Hay un montón de instancias en las que uno, una, se puede acercar a la lectura y no necesariamente tiene que venir del padre o madre. Como la inquietud de entrar en una librería. Me parece muy interesante sacarle la carga a lo familiar. —¿Hay un momento para empezar a leer? —No creo que haya un momento para empezar a leer. Creo que el momento en que uno, una, se encuentra con libros y le gustan y los disfruta, va a estar bien. El momento para comenzar a leer tiene que ver un poco, como decía, con cómo uno va creando un camino como lector y lectora y con el deseo. Yo creo que la imposición no está ligada con la lectura, ni siquiera cuando somos chicos y chicas. Eso, por supuesto, es muy contraproducente. Pienso en las inquietudes, como cuando yo veía de chica a mi mamá leyendo y pensaba “¿qué sucede ahí?”, al verla tan concentrada. Ahí se va generando un vínculo con la lectura, que no tiene que ver con una imposición, sino con una inquietud. El entorno familiar puede influir en el acercamiento a los libros, pero la pasión por la lectura puede surgir en cualquier contexto y momento de la vida —¿Creés que la mediación está ligada con la educación? —Están el profesor o la profesora que te transmitieron o te dieron para leer algo que te gustó, que modificó tu forma de ver las cosas. Incluso muchas personas vinculan su gusto por leer o su interés por la lectura con las instancias escolares. Algún profesor o profesora dejó ahí su semilla. Pero también creo que mediadores pueden ser los libreros y libreras con quienes se genera un vínculo y te recomiendan libros. Y en los últimos años, también están los vinculados con las redes sociales. Desde canales de YouTube, Instagram, TikTok, podcasts, newsletters. Hay algo, por supuesto, que para mí es irreemplazable, que tiene que ver con el contacto, con el cara a cara, con lo que sucede en el intercambio. Un ida y vuelta que puede haber en la recomendación. A mí me gusta mucho la frase de Liliana Bodoc que habla sobre eso que hacíamos los seres humanos desde la antigüedad, que era juntarse alrededor del fuego para contarse historias. Creo que eso sigue siempre siendo lo que vehiculiza y lo que nos hace seguir trabajando con libros. Que esas historias alrededor del fuego siguen siendo nuestro motor de búsqueda. —¿Recordás tu primer encuentro con libros? —Al haber nacido y sido criada en una casa con padre y madre lectores, mi primer encuentro tiene que ver con los libros que primero me leyeron y que después me pudieron comprar. Sin dudas tengo que hablar de Dailan Kifki, de María Elena Walsh, uno de los primeros que pude empezar a leer sola, cuando aprendí a leer de a poco. Para cerrar, quisiera agregar algo, que tiene que ver con lo que se genera en los clubes o talleres de lectura, en el encuentro con otras personas. Hay una proliferación de esos espacios, que me parece que tiene que ver con nuestra época, con volver al encuentro con los otros. Leer un texto y compartir las sensaciones, las interpretaciones y cómo se va creando no una interpretación única, sino una múltiple interpretación. Eso me parece que es muy interesante. Eso también generan los libros y la lectura, cierto sentido de pertenencia, porque somos personas muy distintas entre nosotras pero hay una base en común que tiene que ver con el disfrute de la lectura. Toda la potencia que tiene también el encuentro con las otras personas a las que les gusta tanto leer como a nosotras. [Fotos: gentileza Silvio Moriconi y María Clara Tesei]

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