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Fecha: 30/05/2025 19:46
Con esta operación, el holding se posiciona como uno de los principales jugadores del sector cárnico argentino. Más de 2.500 trabajadores forman parte del ecosistema productivo que ahora manejará Lequio. El sector frigorífico argentino vive una reconfiguración de peso: el Grupo Lequio concretará en los primeros días de junio la adquisición del histórico Grupo Mattievich, operación que le permitirá alcanzar una capacidad de faena superior a las 4.000 cabezas diarias y sumar más de 2.500 trabajadores a su estructura operativa. El movimiento responde a una estrategia de expansión que Lequio viene ejecutando hace años, basada en ganar escala, ordenar estructuras productivas heredadas y potenciar activos subutilizados. Según fuentes cercanas a la operación, la compra se encuentra en su tramo final, con detalles menores aún por definir, y se enmarca en una negociación “larga, amistosa y de confianza”. El adiós de una familia con historia La decisión de venta por parte de José Mattievich —referente histórico del rubro— tiene un trasfondo familiar y generacional. El empresario, sin sucesores interesados en continuar con el legado frigorífico, optó por desprenderse de un conglomerado diverso, compuesto por plantas y unidades de negocios distribuidas entre Casilda, Arroyo Seco, Carcarañá, Rosario y Villa Gobernador Gálvez. La falta de un recambio familiar dispuesto a asumir los desafíos de un sector altamente demandante y expuesto a vaivenes macroeconómicos terminó inclinando la balanza. “Es una historia común en muchas empresas argentinas: el fundador no encuentra en la siguiente generación el interés o la voluntad de continuar con un negocio tan complejo como el cárnico”, comentan en voz baja desde el entorno. Una operación compleja por su estructura El Grupo Mattievich no solo representa una marca de peso en la industria, sino que también posee una estructura heterogénea, con frigoríficos, ciclos de faena y espacios industriales dispersos y con distintos niveles de actividad. Entre las principales plantas figuran las de Casilda y Arroyo Seco, además de instalaciones en Carcarañá, y activos clave en el sur del Gran Rosario, como su Garosa e Integrados, en Villa Gobernador Gálvez. Esta diversidad y complejidad estructural implicaban una barrera para posibles compradores. “Era una operación para valientes, para alguien dispuesto a meterse en un entramado con plantas distintas, historias distintas y realidades operativas muy variadas”, explican fuentes cercanas a la operación. Aun así, Lequio optó por avanzar con una propuesta integral, evitando la fragmentación de activos que hubiera implicado un proceso más largo y complejo. Qué busca Lequio Desde el Grupo Lequio mantienen una línea de trabajo tendiente a modernizar, ordenar y expandir, buscando dar dinamismo a los negocios, sumar inversiones y poner en valor lo existente. El objetivo sería ampliar volúmenes de producción y optimizar procesos en cada una de las unidades, sin alterar el perfil productivo de base. Aunque los detalles financieros del acuerdo se mantienen bajo estricta reserva —por respeto al carácter personal del patrimonio del vendedor, aclaran—, se trata sin dudas de una de las operaciones más relevantes del año en el ecosistema agroindustrial argentino. Con la firma prevista para junio, el Grupo Lequio refuerza su posición como uno de los grandes jugadores de la carne en el país y consolida un modelo de crecimiento basado en adquisición, eficiencia y proyección a largo plazo.
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