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Concordia » El Heraldo
Fecha: 30/05/2025 14:00
Pero en todos los casos la mayoría lo vive intensamente, con mucha pasión y no son pocos los que van a desahogarse en un estadio, gritando hasta por las dudas en varios pasajes. Muchas veces el blanco predilecto es el árbitro, aunque haya pitado mal solo un lateral. Muchas cosas forman parte del folclore del fútbol y aquí no hay capitalinos, ni provincianos, ni puebleros, todos sienten por igual y la pasión por el fútbol es afín a ellos, los domina tanto en Buenos Aires como aquí en Concordia, sin distinción. Mucha de esa pasión viví el domingo en Cancha de Nebel, en la hermosa cancha de Nebel. Porque la gran cantidad de gente que fue a dicho escenario es cosa de siempre, porque toda la vida sintieron amor por ese club, porque allí se criaron los chicos del barrio y también surgieron excelentes jugadores, excelentes personas también. Lo cierto es que se vio mucha familia, que es lo que uno siempre quiere ver porque el fútbol está hecho para el disfrute de todos. Algunos van con cualquier camiseta de algún club de Buenos Aires, pero va a alentar a su equipo, en este caso a Nebel. Y no quiero ser injusto con la gente de Villa Adela, que concurrió en gran número también “copando” la zona norte de estadio. Pero no quiero quedarme con la cantidad de gente, sino con otras cosas, como por ejemplo ver un club totalmente renovado, cambiado, y donde se ve el disfrute de la gente también al tener todo eso. Lo principal es la excelente cancha de césped sintético, la primera en la historia que se usa de manera oficial bajo la bandera de la Liga Concordiense. La primera vez que un club afiliado a la misma construye un escenario de esas características para jugar el torneo local. Es un placer ver que la pelota rueda como corresponde y que sin duda se ve “otro” partido con respecto a otras canchas. Se nota esto también en las ganas y la postura de los jugadores. Un césped sintético que es el reflejo de las canchas que pisó Gustavo Bou en su muy buena carrera profesional. El mismo que decidió volver a Concordia para hacer crecer al club de sus amores, y en eso está aún. Obvio que no da indicaciones en la construcción, pero sí en lo futbolístico porque también es el DT de la primera división. Experiencia le sobra. Pero volviendo a lo que vi, tengo que citar los vestuarios muy bien construidos, local, árbitros y visitante en ese orden y arriba, en la punta, un “palco oficial” donde dirigentes o miembros del cuerpo técnico ven el partido en un cuadrado vidriado cómodamente sentados. En la zona oeste hay chapas, que seguramente esperan a que detrás de las mismas haya más tribunas, aunque es obvio que llegará a su debido tiempo y tal cual el plan trazado, si atropellar ni atropellarse. Ya muchos disfrutan de la buena tribuna que da al arco sur y también bancos de cemento contra el alambrado. Claro, muchos llevan su sillón para sentarse donde quieran o donde puedan. No falta el mate, algún bizcocho o lo que fuere para acompañar. Pero además de todo eso, que es muy lindo de ver, me quiero detener en algo que creo no he visto en otros partidos. Bajo la lluvia, que comenzó en el segundo tiempo, Nebel le ganó a San Lorenzo 3 a 2 y todos rumbearon para su vestuario respectivo. A los pocos minutos, uno de los hermanos Bou se paró frente al vestuario visitante y esperaba que abran. Pensé, digo la verdad, que iba a hacer algún reclamo, o a hablar con alguien en particular. Cuánto le erré: el señor empezó a saludar uno por uno a los jugadores visitantes dándoles la mano, e indicándoles que podían salir tranquilos porque los colaboradores del club los cuidaban. Un acto de caballerosidad deportiva que no abunda para nada en estos tiempos, y que decidí rescatar porque corresponde. Y eso también es construir, es edificar, es cimentar, fortalecer. Es algo tan bello como la cancha, como la estructura, como su gente. Es un simple y digno acto que el fútbol debe tener siempre en todos los escenarios, porque se repite hasta el hartazgo que “esto es un juego y no hay que dramatizarlo”. En eso está Nebel, interpretándolo cabalmente, acompañando con la misma calidad y calidez la construcción de su ya hermoso estadio.
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