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» Sin Mordaza
Fecha: 30/05/2025 12:16
“Queridísimo doctor Alurralde, agradezco que esté con nosotros, realmente nos honra”. La frase del gobernador Maximiliano Pullaro en la apertura de sesiones de la Legislatura santafesina no pasó inadvertida. Dirigida a Aldo Alurralde, juez federal de Reconquista, fue mucho más que una cortesía institucional: dejó entrever el lugar que el magistrado ocupa en la escena judicial y política de la provincia. Aldo Alurralde es uno de los nombres que suenan con fuerza para integrar la Corte Suprema de Santa Fe. Aunque cerca del Ejecutivo no ponen plazos para renovar el tribunal, la construcción de una nueva mayoría cortesana y el respaldo de distintos sectores políticos alimentan las especulaciones. Su presencia en la primera fila del recinto no fue casual: fue ubicada por protocolo directamente desde la vicepresidencia del Senado, a cargo de Gisela Scaglia. Además del respaldo del oficialismo, hay otros factores que lo posicionan. Su trayectoria territorial —más de quince años al frente del Juzgado Federal de Reconquista— lo legitima como representante del norte santafesino, una región que desde hace tiempo reclama presencia en el máximo tribunal. “Conoce la idiosincrasia, la cultura, los problemas y lo social del norte”, destacan dirigentes como Dionisio Scarpin y Orfilio Marcón. Pero Alurralde también construyó su nombre por su forma de ejercer el cargo. “El juez actual no es el del siglo XIX. Nosotros trabajamos para la sociedad, no a espaldas de ella. Tenemos que interactuar con la comunidad y ser accesibles”, aseguró. Defensor del perfil proactivo, el magistrado sostiene que “cuando los medios requieren una explicación sobre un fallo, yo no tengo problema en darla. Después vendrá la devolución, favorable o desfavorable. Es legítimo. El juez es como un árbitro: no tiene hinchada. No se puede conformar a todos”. Firmeza frente al crimen organizado En su carrera, Alurralde se destacó por investigaciones contra el narcotráfico y por decisiones de alto impacto político. Recuerda sin rodeos cuando resistió presiones durante un allanamiento a un gobernador correntino: “Me mantuve firme. Avalé el procedimiento policial, lo expliqué públicamente y los acusados terminaron condenados”. También, denuncia sin tapujos la persistencia del tráfico de drogas, ahora, por medio de encomiendas, una modalidad que se potenció durante la pandemia. “Se pueden enviar estupefacientes sin control a través de empresas de correo. Hemos interceptado envíos de hasta 25 kilos”, afirma, y cuenta que incluso enfrentaron obstáculos insólitos: “En San Luis, la droga podía entrar, pero la Gendarmería que la perseguía, no”. Su compromiso no ha estado exento de consecuencias. “He recibido amenazas, me han seguido en la ruta, y una vez me dejaron un gorrión muerto sobre el escritorio. Pero no me dejo dominar por el miedo. Lo tengo, como todos, pero no lo escucho”. Un juez con postura Alurralde reconoce que el trabajo judicial muchas veces enfrenta opiniones divididas. “El juez es como un árbitro: no tiene hinchada. No se puede conformar a todos. Yo no conozco la fórmula del éxito, pero sí la del fracaso: querer agradar a todos”. Frente a los desafíos de su función, afirma que la clave está en mantener coherencia: “Mi pensamiento penal es lineal. No cambio según quién gobierna. Y mi compromiso sigue siendo el mismo: la justicia al servicio de la sociedad, con firmeza y responsabilidad”. Independencia y coherencia Consultado sobre su posible llegada a la Corte provincial, Alurralde prefiere mantener cautela. “Estoy trabajando, no buscando trabajo”, dice. Sin embargo, deja claro que su ideología y su forma de pensar no dependen del gobierno de turno. “Mi línea de pensamiento es la misma desde hace muchos años. No cambio según quién gobierne”. Recuerda su decisión de procesar a un rector universitario y su firme posición contra la “puerta giratoria” del sistema penal. “Siempre fui inflexible con el narcotraficante. No creo en justificar al delincuente”, sostiene. Ver la nota completa:
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