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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 30/05/2025 08:57
El neurocientífico Charan Ranganath afirma que la memoria es una interpretación de eventos y no un archivo de hechos “La memoria no es un archivo de hechos, sino una interpretación de eventos”. Con esta afirmación, el neurocientífico Charan Ranganath desafía una de las creencias más arraigadas sobre cómo funciona nuestra mente. En una entrevista reciente en The Rich Roll Podcast, Ranganath expuso los hallazgos más recientes de la neurociencia de la memoria, desmontando mitos y explicando por qué recordar y olvidar son procesos mucho más complejos y adaptativos de lo que solemos imaginar. Según Ranganath, la memoria es selectiva, maleable y, sobre todo, una herramienta evolutiva orientada a la supervivencia y la adaptación al futuro, más que un simple registro fiel del pasado. La función de la memoria: anticipar y adaptarse Lejos de ser un simple depósito de recuerdos, la memoria cumple una función esencialmente prospectiva. “La pregunta no es por qué olvidamos, sino por qué recordamos”, plantea Ranganath. El cerebro humano prioriza la información que puede resultar útil para predecir y afrontar situaciones futuras. Así, la memoria actúa como un mecanismo de selección: retiene lo que puede ayudarnos a sobrevivir y adaptarnos en un mundo cambiante, y descarta lo que no resulta relevante. Esta visión rompe con la idea tradicional de la memoria como una especie de biblioteca interna. Ranganath señala que, evolutivamente, recordar todo sería ineficiente y hasta contraproducente. “El cerebro es selectivo a la hora de formar recuerdos episódicos; la mayor parte de lo que ocurre en nuestra mente en cada momento no es significativo para la memoria”, afirma. La memoria humana cumple una función prospectiva al priorizar información útil para el futuro De hecho, estudios científicos han demostrado que la mayoría de los detalles de una experiencia se pierden en pocas horas: cerca del 40% desaparece en las primeras dos horas y la mayor parte se desvanece en 24 horas. Tipos de memoria: episodios, conocimientos y hábitos Para comprender cómo funciona la memoria, Ranganath distingue entre varios tipos. La memoria episódica es la que nos permite viajar mentalmente al pasado y revivir experiencias concretas, como recordar dónde dejamos las llaves. La memoria semántica, en cambio, almacena conocimientos generales y hechos, como saber que París es la capital de Francia. Por último, la memoria procedimental se refiere a los hábitos y habilidades automáticas, como montar en bicicleta o escribir en un teclado. El concepto de “viaje mental en el tiempo“, acuñado por el científico Endel Tulving, ilustra cómo la memoria episódica no solo nos permite revivir el pasado, sino también imaginar y planificar el futuro. Ranganath explica que, al recordar una experiencia, el cerebro puede “rebootearse” y acercarse al estado en que se encontraba durante el evento original, lo que facilita la proyección y la toma de decisiones. Selección y maleabilidad: por qué olvidamos y cómo se transforman los recuerdos Olvidar no es un defecto, sino una función adaptativa. “Olvidar es normal y necesario; la mayoría de los detalles se pierden en pocas horas”, sostiene Ranganath en el podcast. El cerebro filtra y prioriza la información en función de su relevancia biológica y emocional. Factores como la novedad, la curiosidad, la recompensa o el apego influyen en la liberación de neuromoduladores (dopamina, noradrenalina, serotonina, entre otros) que facilitan la consolidación de ciertos recuerdos. Sin embargo, la memoria no es estática. Cada vez que recordamos un evento, ese recuerdo se modifica ligeramente. Ranganath utiliza la metáfora de la “copia de la copia de la copia“: con cada evocación, el recuerdo se actualiza y puede incorporar elementos nuevos, omitir detalles o incluso distorsionarse. “Recordar es una reconstrucción imaginativa”, explica, citando al investigador Frederick Bartlett. Así, la memoria se parece más a una pintura impresionista que a una fotografía. El cerebro filtra y prioriza la información en función de su relevancia biológica y emocional Este carácter maleable tiene implicaciones profundas. Por ejemplo, la memoria puede verse influida por la información recibida después del evento, lo que puede dar lugar a recuerdos falsos, como demostró la psicóloga Elizabeth Loftus en sus estudios sobre testimonios oculares. Además, el estado emocional y el contexto en el momento de recordar pueden alterar la interpretación de los hechos: una persona enojada tenderá a recordar más fácilmente experiencias negativas, mientras que una persona feliz evocará recuerdos positivos. Factores que afectan la memoria: emoción, atención, estrés, sueño y tecnología La formación y recuperación de recuerdos depende de múltiples factores. La emoción es uno de los más poderosos: los eventos emocionalmente intensos, tanto positivos como negativos, tienden a fijarse con mayor fuerza. Esto se debe a que las emociones activan circuitos cerebrales diseñados para la supervivencia, como el miedo o la búsqueda de recompensas, que facilitan la consolidación de la memoria. La atención es otro elemento clave. Si la mente está distraída o dividida entre varias tareas, la capacidad de formar recuerdos coherentes disminuye. Ranganath advierte sobre los efectos negativos de la multitarea y la sobreexposición a la tecnología: “El mayor error que cometemos es tratar de hacer muchas cosas a la vez. Cada vez que nos distraemos, fragmentamos la memoria y perdemos la coherencia de la experiencia”. Además, el uso excesivo de dispositivos móviles y la tendencia a documentar todo con fotografías pueden reducir la riqueza de los recuerdos, ya que la atención se desplaza del momento presente a la tarea de registrar. El estrés y el sueño también juegan un papel fundamental. Un nivel moderado de estrés puede ayudar a fijar recuerdos, pero el estrés crónico o excesivo dificulta la recuperación y puede fragmentar la memoria. La falta de sueño, por su parte, afecta negativamente la consolidación y el acceso a los recuerdos. Según Ranganath, “el sueño permite reactivar y reorganizar las experiencias recientes, facilitando su integración y uso futuro”. El sueño permite reorganizar y reactivar experiencias recientes, facilitando su integración en la memoria a largo plazo (Imagen Ilustrativa Infobae) Errores y limitaciones: falsas memorias y confiabilidad del testimonio La memoria humana es inherentemente imperfecta. “La memoria es selectiva y maleable, influida por la emoción y el contexto”, recalca Ranganath. Esto tiene consecuencias en ámbitos como la justicia, donde la confiabilidad del testimonio puede verse comprometida por el estrés, la sugestión o la repetición de preguntas. El reconocimiento de rostros, por ejemplo, es más fiable que la reconstrucción detallada de una secuencia de hechos, y la fatiga o la falta de sueño pueden aumentar la confusión y la susceptibilidad a la información errónea. El fenómeno de las falsas memorias ilustra hasta qué punto la memoria puede ser engañosa. Experimentos realizados por Loftus y Marsha Johnson han demostrado que es posible implantar recuerdos de eventos que nunca ocurrieron, especialmente cuando se combinan sugerencias externas y la imaginación. Ranganath subraya que, aunque la memoria suele darnos una idea general bastante precisa de lo que ocurrió, la confianza en los detalles puede ser ilusoria. Consejos prácticos y agencia personal: cómo mejorar y transformar la memoria A pesar de sus limitaciones, la memoria puede entrenarse y mejorarse. Ranganath insiste en la importancia de la atención consciente y la formación de hábitos para evitar olvidos cotidianos, como perder las llaves o el teléfono. “La solución es prestar atención de manera deliberada a las acciones recurrentes y construir hábitos que automaticen esas conductas”, recomienda. El aprendizaje activo, la autoevaluación y la práctica espaciada son estrategias eficaces para fortalecer la memoria. Ranganath destaca que el esfuerzo y la dificultad en el proceso de recordar, lejos de ser un obstáculo, favorecen la retención a largo plazo. Además, el descanso, las pausas y el sueño son esenciales para consolidar y reorganizar la información. El aprendizaje activo y la autoevaluación fortalecen la memoria y mejoran la retención de información (Imagen Ilustrativa Infobae) Un aspecto especialmente relevante es la capacidad de resignificar recuerdos dolorosos o traumáticos. Compartir experiencias con otras personas puede transformar el impacto emocional de los recuerdos y facilitar su integración en una narrativa más positiva. “Compartir recuerdos puede transformar su impacto emocional”, afirma Ranganath, quien observa que la socialización y la retroalimentación permiten actualizar y suavizar memorias que antes resultaban limitantes o vergonzosas. Memoria colectiva e identidad: la construcción de quienes somos La memoria no solo moldea la vida individual, sino también la colectiva. Ranganath señala que la identidad personal se construye a partir de las historias que recordamos y compartimos. “Tenemos agencia para reinterpretar y resignificar nuestros recuerdos”, sostiene, y esto se extiende a la memoria familiar, social e histórica. La forma en que las familias, los grupos y las sociedades recuerdan y narran el pasado influye en la percepción de la realidad y en la toma de decisiones futuras. La memoria, concluye Ranganath en The Rich Roll Podcast, es un proceso dinámico y en constante cambio. Aunque nunca será perfecta ni completamente fiel, su plasticidad nos otorga la posibilidad de adaptarnos, aprender y transformar nuestra visión del mundo y de nosotros mismos. La invitación final del neurocientífico es a reflexionar sobre la propia identidad a partir de la memoria, reconociendo tanto sus limitaciones como su extraordinario potencial para el crecimiento y el bienestar. Comprender la verdadera naturaleza de la memoria puede ayudarnos no solo a recordar mejor, sino también a vivir de manera más consciente y plena.
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