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» Comercio y Justicia
Fecha: 30/05/2025 07:13
Por Luis R. Carranza Torres La palabra “rueda” en español tiene varios significados, pero el principal se refiere a una pieza mecánica circular que gira sobre un eje para facilitar el movimiento. La invención de la rueda es uno de los mayores avances tecnológicos en la historia de la humanidad. Se trató de un proceso gradual que comenzó no como un medio de transporte sino como una herramienta funcional. Su uso más antiguo fue triturar granos o como poleas rudimentarias, mediante formas circulares de piedra o madera que se usaron como muelas. Hasta ahora, la teoría más reciente apuntaba a que la rueda se habría inventado en los montes Cárpatos hace unos 6.000 años, conforme al hallazgo publicado por la Royal Society en 2024, sobre la llamada “Rueda de las Marismas”, considerada la más antigua de la historia. Sin embargo, el hallazgo posterior de una serie de espirales de husillo datadas de hace unos 12.000 años, recuperadas en la excavación de Nahal-Ein Gev II, en el norte de Israel, cambió esa creencia. Dichos objetos, situados en la cultura natufiense, extendida por el Próximo Oriente entre el Epipaleolítico Final y el Mesolítico, tienen una mayor antigüedad. Igual que los carros o las prensas de aceite, conformados por objetos circulares unidos por un eje, pensados para convertir el movimiento lineal en giratorio, tales objetos, unos 113, estaban realizados mayoritariamente en piedra caliza, mostrando una forma circular y un agujero central. Hacia el año 3500 a. C., en la región de Mesopotamia, se desarrollaron las primeras ruedas de madera integradas a un eje fijo, lo que derivó en el nacimiento del carro. A partir de allí, todos los medios de transporte por tierra han apelado a ella. La rueda de Liubliana, en Eslovenia, es la rueda más antigua encontrada físicamente (3200-3500 a. C.), hecha de madera, usada en un carro. Pero existen representaciones de ruedas en Ur, actual Irak, en relieves sumerios por el 3500 a. C., también de carros que resultan primeras pruebas gráficas del transporte con ruedas. La rueda como tal no es patentable porque se considera un concepto básico y fundamental, similar a la invención de la escritura o del fuego, de uso público y extendido. No cumple por ello con los requisitos de novedad y actividad inventiva requeridos en la mayoría de los sistemas de patentes para obtener el respectivo registro. Sin embargo, sí se pueden patentar innovaciones específicas sobre la rueda, como mejoras en su diseño, materiales, o funcionamiento. Por ejemplo, la patente de rueda omnidireccional, que permite a la rueda moverse en cualquier dirección, fue patentada por primera vez en 1919 por J. Grabowiecki (US patent 1305535) como “Rueda de vehículo”, expedida el 3 de junio de 1919. Una variante de ella fue asimismo registrada por Josef F. Blumrich en 1972 (US3789947A). Hasta donde sabemos, la primera patente respecto de una innovación sobre la rueda corresponde a las ruedas de radios de alambre, asimismo denominadas como ruedas de radios tensos o ruedas en suspensión, usadas hoy en bicicletas y motocicletas, que fueron inventadas por el ingeniero aeronáutico británico George Cayley en 1808, pero sin solicitar patente, por lo que fue Theodore Jones en Londres, el 11 de octubre de 1826, el primero en registrar una patente respecto de dicha innovación. Por su parte, Eugène Meyer, en Francia, fue el primero en lograr una patente de dichas ruedas para una bicicleta. A inicios del siglo XX se dio en Gran Bretaña una de las disputas de patentes de ruedas más famosas. John Pugh, hijo del fundador de la empresa Charles Pugh y Victor Riley de la Riley Cycle Company, desarrollaron un nuevo tipo de rueda desmontable para automóviles que permitía cambiarlos con la rueda aún fija al automóvil. Ambos diseños fijaban el neumático mediante una sola tuerca grande. Pugh consiguió la patente en 1908, pero las similitudes en el diseño dieron lugar a disputas legales entre las dos empresas y Pugh finalmente perdió la disputa tras apelar a los “Law Lords” de la Cámara de los Lores, que por entonces hacía las veces de Corte Suprema de Justicia. Quizás la patente más curiosa ha sido la solicitada en Australia por el abogado John Keogh, quien solicitó una patente para la rueda en su concepto básico y elemental, según dicen para llamar la atención sobre un defecto en la ley de patentes de ese país que permitía registrar cualquier innovación, aun cuando no tuviera novedad o actividad inventiva. Presentado bajo el nombre de “dispositivo circular para facilitar el transporte”, se entendía acorde al texto de la ley que estipula que el único requisito para conseguir una patente es el de demostrar que se tiene entre manos una “innovación”, y no necesariamente una “invención”. Con tal normativa, en palabras de Keogh, “lo único que está haciendo la oficina de patentes es ponerle un sello de aprobación a cualquier cosa”. Su planteo mereció la contestación de la comisionada de Patentes de Australia de la época, Vivienne Thom, quien afirmó que “para obtener una patente, quien la solicita debe declarar que fue el inventor”, desechando que pudiera Keogh obtenerla pues “obtener una patente para la rueda requiere una declaración falsa que invalida la patente”, expresó. No sabemos si la patente en cuestión se llegó a otorgar. Sí, que la ley australiana fue modificada luego de dicho hecho. Mejor curarse en salud, sobre todo, para no hacer caer el derecho en el ridículo.
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