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» Diario Cordoba
Fecha: 29/05/2025 09:23
Ya queda atrás el revuelo causado por su álbum ‘Puta’ (2021), y su continuación, ‘Reputa’ (2022). ¿Cómo ve aquellos días de tanto ruido con la perspectiva que da el tiempo? Pues me he dado cuenta de que creé un disco que formará parte de nuestra historia, que da igual que lo hiciera yo, que ese álbum me sobrepasará. Cuando lo hice no tenía voluntad de nada, pero una vez hecho sí que pensé que, ya que sacaba estos temas, que todo ello sirviera para algo, que las canciones estuvieran ahí para alguien. Ver que ha sucedido me parece maravilloso. En aquel disco hablaba de abusos y episodios de ‘bullying’ sufridos en carne propia, y excitó a perfiles de extrema derecha en las redes. En cierto momento fui el blanco porque no había otro a mano. Compartieron mi teléfono, recibí amenazas directas en el móvil. Pero pasó. Lo hablé con mi psicóloga y con algunas personas de perfil activista que suelen recibir amenazas. Me decían: “esto pasará, porque se casan y pasan a otra cosa”. ‘Lento ternura’ es un álbum más íntimo y con menos conflicto. Es un disco para situarme en el presente. Cuando lo empecé, la voluntad era de escapar del pasado, pero el proceso de escritura pasó más bien por ponerme a mí frente a mis traumas, pero de otra manera, sabiendo que no puedo huir de quién soy. Aquí estoy yo con todos esos traumas y mirando el paisaje. Es un disco de reflexión filosófica, de búsqueda, porque después del terremoto tenía que reconstruirme. Zahara en la última gala de los Goya. / Associated Press/LaPresse / LAP Al principio iba a titularlo ‘La ternura’, como una de las canciones. Pensé en esos conceptos de ‘fast food’, ‘fast fashion’…, y que deberíamos tener un poco de ‘slow vida’, porque vamos acelerados. ¿Y por qué ‘lento’ y no ‘lenta’, para que concuerde con ‘ternura’? Porque no me refiero a que la ternura deba ser lenta, sino que son dos conceptos que se unen y forman una nueva idea con un significado extra. Es una especie de mantra, de nirvana, un objetivo vital. Actualmente se observa esa tendencia a la aceleración y a la dispersión de nuestra atención, pero también crece la conciencia de ello, y las tendencias crean anti-tendencias. El mundo va encaminado a no vivir el presente, y a la par es cierto que hay un pequeño movimiento de observación de eso, de decir “estoy no es lo que quiero”, seguir en esa rueda que creo que cogerá incluso más velocidad en los próximos años y será aplastante. Tengo amigas con las que, cuando nos encontramos, apartamos el móvil y nos escuchamos y nos miramos a los ojos, porque lo normal es que el móvil está sobre la mesa y que haya cualquier interrupción, no porque te llama tu hijo sino porque alguien se pone a mirar Instagram. 'Lento ternura' es el nuevo disco de Zahara tras el liberador 'Puta'. / Alba Vigaray Sus últimos discos han generado mucha conversación alrededor del relato que llevan incorporado y se habla poco de su evolución musical, de la cantautora pop de hace años a este disco tan electrónico, en el que hay señales de hiperpop, ciberpunk y techno propio de una ‘rave’. Es verdad, a veces el tema del disco lo eclipsa todo. Para mí, la parte musical es un aprendizaje continuo, algo natural, a partir de la música que voy escuchando, ante la que no soy impermeable. No he tenido un objetivo de virar hacia la electrónica y matar a la cantautora, es más mi manera de ser, que voy aprendiendo cosas y me gusta aplicarlas. Cuando profundizas en la electrónica, yendo a ‘raves’ y a clubs, sintiendo esa música techno en el cuerpo, y los graves, todo eso que experimentas te cambia tu manera de hacer música. En el disco hay alguna aproximación (muy procesada) al reguetón. ¿Qué le parecen todos esos estadios de Bad Bunny? ¡He conseguido entradas para su concierto! Bueno, yo no, Guille, mi socio en el sello, el pobre, que estuvo ahí dándole a F5 todo el rato y aguantando las colas virtuales. Bad Bunny me gusta, sí, y me gustan las contradicciones a las que me lleva: me cansa cuando va de lo buena que está tal tía, etcétera, pero a veces intelectualizamos demasiado lo que sentimos. La música apela a nuestras emociones más primitivas y deberíamos vivirla desde el plano físico, pero ahí está el intelecto diciéndote: “no, esto no es elevado, no es lo que deberías escuchar”, y generando unos complejos y autocríticas absurdos. Tengo mucha curiosidad por ver a Bad Bunny, porque se está llevando la música a unos niveles de espectáculo que yo ni comprendo, y lo menos que puedo hacer es intentar asistir y ver si el cuerpo conecta o no. Aunque si me preguntas, por ejemplo, por Eurovisión, pues ni lo he visto. Y eso que fue jurado en la preselección española (en 2019). No he profundizado en eso porque me parece aburridísimo. Ahí sí que no entro. Pero ante la música que hoy se hace, como mínimo, tenemos que estar ahí con el ojo puesto. Aunque a veces todo esto da un poco de ansiedad, porque ves los titulares y parece que figuras como Bad Bunny sean lo único que hay, cuando existe muchísima música en los márgenes a la que no se presta la atención suficiente. Me ha sorprendido que ahora haya tanta música rockera, de guitarras. Eso sí que no lo vi venir. Existe más música que aquella que lo peta todo. Y lo que no vamos a hacer es rechazar algo porque lo está petando, ni tampoco es lógico que, porque algo no lo pete, no podemos conocerlo.
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