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  • Conducir bajo la lluvia: el desafío de no subestimar la física ni la tecnología

    » Primerochaco

    Fecha: 29/05/2025 08:41

    Por Pablo Aique, especialista en seguridad vial Conducir con lluvia no debería ser simplemente un acto de costumbre. De hecho, es uno de los momentos en los que más se pone a prueba la verdadera pericia y responsabilidad de un conductor. La calzada mojada, el campo visual reducido, el riesgo de hidroplaneo y la menor adherencia de los neumáticos forman un cóctel de situaciones potencialmente trágicas si no se ajusta el comportamiento al volante. Y a pesar de esto, la mayoría de los conductores persisten en manejar «como siempre», como si el entorno no hubiese cambiado. La seguridad al volante depende en buena parte de entender los límites físicos de nuestro vehículo y de cómo las condiciones climáticas los alteran. La lluvia, aunque parezca rutinaria, cambia completamente las reglas del juego. Velocidad y distancia de seguridad: pilares ignorados Uno de los errores más comunes que cometen los conductores es no reducir la velocidad. Muchos piensan que si tienen buena visibilidad o buenos frenos, pueden mantener el mismo ritmo que en seco. Nada más lejos de la realidad. La adherencia de los neumáticos disminuye notablemente cuando el asfalto está mojado, y por eso la distancia de frenado debe duplicarse o incluso triplicarse. La ley indica un mínimo de dos segundos de distancia, que deberían ser al menos cuatro o cinco cuando llueve. Es una regla simple, pero salvadora. Tecnología que salva, pero no hace milagros Los vehículos modernos incorporan sistemas como el ABS, el ESP y el control de tracción. Todos estos avances han demostrado reducir accidentes y salvar vidas. Por ejemplo, el ESP (control de estabilidad) detecta cuando el vehículo se desvía de su trayectoria prevista y frena selectivamente una o más ruedas para evitar que derrape o vuelque. Es como un piloto automático de emergencia que actúa en milisegundos cuando el conductor hace una maniobra brusca. Sin embargo, ni siquiera estos sistemas son infalibles si el conductor comete errores básicos como ir a exceso de velocidad o con neumáticos en mal estado. El ABS, por su parte, evita que las ruedas se bloqueen al frenar, permitiendo mantener la dirección y evitar obstáculos aún en plena frenada. Y sin embargo, muchos todavía frenan mal o tienen miedo de «pisar el freno a fondo» en caso de emergencia, desconociendo que el sistema está precisamente diseñado para eso. Neumáticos: la parte olvidada del auto Pablo también advierte sobre un tema tan vital como ignorado: el estado de los neumáticos. Son el único punto de contacto entre el vehículo y el suelo, y sin embargo, muchos conductores no controlan ni su dibujo, ni su fecha de vencimiento, ni su presión. Un neumático viejo, con caucho endurecido, puede parecer en buen estado, pero en realidad ya no canaliza el agua ni agarra como debería. Esto multiplica las chances de sufrir un hidroplaneo, el temido momento en que el auto literalmente «flota» sobre el asfalto y se vuelve incontrolable. La presión también importa: si está baja, se desgastan los hombros del neumático; si está alta, se desgasta el centro. Y en ambos casos, se compromete la estabilidad y el rendimiento, además de aumentar el consumo de combustible y la distancia de frenado. Ver y ser visto: luces, señalización y respeto Otro aspecto que Pablo destaca es la importancia de las luces. Muchos no las prenden porque «es de día», pero en días nublados o lluviosos, ser visible es tan importante como ver bien. La luz baja encendida mejora la percepción del vehículo a distancia, especialmente en rutas donde un sobrepaso mal calculado puede costar una vida. También hay que tener cuidado con el mal uso de las luces antiniebla, que no están diseñadas para lluvia leve ni para el uso cotidiano. Apuntan directamente hacia los ojos del conductor que viene de frente, causando molestias e incluso deslumbramientos, lo que puede ser peligroso. La seguridad es una decisión, no una casualidad La tecnología puede ayudar, pero la seguridad comienza con una actitud responsable. Ajustar la velocidad, aumentar la distancia, mantener el auto en condiciones y respetar las señales y al resto de los conductores. No se trata solo de evitar una multa, sino de preservar la vida. Y como dice Pablo, muchos accidentes se pueden evitar simplemente frenando bien, sabiendo cómo responde nuestro auto, y confiando en la física más que en la suerte. Porque al final del día, la lluvia no es el verdadero problema. El verdadero riesgo está en cómo la enfrentamos desde el volante.

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