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» Diario Cordoba
Fecha: 29/05/2025 03:30
¿Qué mosca le ha picado a Jean Reno para que a sus 70 años bien cumplidos, tiene ahora 76, haya decidido ahora dedicarse a escribir best-seller entretenidos, novelas de espías? Él mismo no sabe responder bien a una pregunta que se ha hecho a sí mismo tanto en francés como en inglés y tampoco en el castellano que sus padres gaditanos le trasmitieron en su infancia en Casablanca. Un castellano que en su visita a España despliega con un curioso acento, algo así como si Lola Flores intentara imitar al inspector Closeau. Reno, que en su documento de identidad consta como Juan o Jean Moreno, es hijo orgulloso de la inmigración española de postguerra. Nació en el protectorado francés en Marruecos y la vida le llevó desde París a convertirse en una estrella internacional, un secundario de lujo que con su mera presencia y su humanidad prestigia cualquier comedia por muy tontorrona que esta sea, ofrece valor añadido a un film de acción de su amigo Luc Besson y lo mismo se integra en una película de Antonioni como en alguna que otra producción española. La novela en cuestión es ‘Emma bajo el cielo de Omán’ (Planeta / Columna) y ha cosechado buenas críticas que alaban su bien calculado ritmo, sus adrenalínicas intrigas y el perfume exótico que el casablanquino conoce bien. Tanto que ya se han comprado los derechos para su adaptación como serie televisiva y el propio Reno ya está embarcado en una continuación. Manos mágicas Todo surgió de una especie de ensoñación propiciada por un masaje en un centro de talasoterapia en Quiberon, Bretaña. Recomendada por su esposa, la actriz Zofia Borucka, aquella masajista tenía al parecer unas manos extraordinarias. De ahí nació Emma, su heroína: “La verdad es que no recuerdo bien a aquella quiropráctica, diría que era joven, pero me permitió imaginar a esta mujer hermosa y libre, que hace lo quiere con su vida y tiene como única compañía a su gato. Desde el hotel, solía contemplar cómo venía a trabajar en bicicleta todos los días, con el mar a la derecha y el cielo azul”. En una de esas, un avión surcó el cielo y Reno imaginó que venía de Omán, un país árabe del que se habla muy poco, y que se convertirá, en el relato, en el lugar donde Emma es requerida por el atractivo hijo de un ministro del sultanato que quiere volver a verla, tras haber gozado de sus servicios profesionales. Ya en país del Golfo, será captada como espía. “He querido establecer un choque entre este hombre de educación inglesa con finos zapatos británicos y esta muchacha del campo francés”. Un choque erótico del que continuamente saltan chispas. “Yo tuve una historia de amor que fue una historia de piel, así que me decidí a abrir esa puerta y dejarme llevar como escritor”. Entre sus recuerdos destaca el agradecimiento que guarda hacia las mujeres que cuando él apenas había salido de la adolescencia le ayudaron a entender el mundo en que acabaría haciéndose un lugar. “Ellas me dieron calor y enseñaron a este hijo de obrero cómo tenía que portarme en sociedad, qué camisa debía ponerme frente a un presidente o a una reina”. Con su ironía característica, Reno no quiere darse mucha importancia. “No soy Víctor Hugo, ni Tolstoi, ni Sartre -ese es un mantra que repite durante toda la entrevista- solo espero que los lectores queden satisfechos. Admite y lo reconoce agradecido en el propio libro que en durante la escritura recibió ayuda de la novelista Virginie Jouannet: “A mí me gusta mucho el ping pong, siempre necesito un oponente o un grupo para trabajar. Por eso me he dedicado al teatro y al cine, pero a la hora de escribir, que es un trabajo solitario, necesitaba poner en común mis ideas y ella me ha ayudado cuando me quedaba paralizado y sentía que el texto no funcionaba. Básicamente soy un creador de imágenes”. El humor y la muerte Reno / Moreno ha pensado mucho en su identidad andaluza. No solo cuando le nombraron Hijo Predilecto de Cádiz poco antes de la pandemia. “Vi mucha tensión entre los políticos que presidían el acto, no dejaban de discutir y se notaba la tensión, pero de vez en cuando alguien soltaba un chiste y todo se relajaba. Eso me hizo pensar en mi padre que cuando las cosas iban mal dadas las combatía con bromas. Creo que es algo que he heredado yo. Incluso cuando pienso en la muerte lo hago con humor”. Y piensa mucho en la muerte, dice, ahora que se ha hecho mayor y empiezan a faltarle amigos como el roquero Johnny Halliday, que fue padrino de su tercera y última boda y de una de sus hijas, o Charles Aznavour, a quien pidió que escribiera una canción sobre los andaluces tras encontrar una definición que decía que un andaluz es “un campesino que huye”, como hicieron sus padres cuando fueron a Marruecos. “Charles no entendió la definición pero en cambio sí escribió una canción sobre el tema, ‘Flamenca, flamenco”. Asegura que escribir una novela de amor y de aventuras le interesa más que discutir sobre Putin o Xi Jinping, pero no puede negar que el nuevo ascenso de Trump al poder le pone de los nervios, especialmente porque su vida transcurre entre el sur de Francia y Estados Unidos: “No entiendo cómo la gente ha votado a un loco dictador, no soy lo suficientemente inteligente para comprender eso”.
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