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» Diario Cordoba
Fecha: 28/05/2025 22:32
El martes, de madrugada, nos dejó a los 75 años de edad Francisco Manuel Galán Ortega, conocido entre sus amigos y admiradores como Manolo Galán. Con su partida, se extingue una forma de ser excepcional: la del intelectual-bohemio, polifacético e irrepetible, que dejaba una huella inconfundible en cada rincón que tocaba. Francisco Manuel era registrador de la Propiedad y Mercantil. Manolo Galán era más que un hombre; era una enciclopedia viviente, un Espasa condensado en un cerebro prodigioso que abarcaba desde la historia y el derecho hasta el cine. Maestro de registradores y notarios, ejemplo y guía para tantos, encarnaba una combinación única de singularidad y amplitud, de ingenio y profundidad. Liberal en sus convicciones, pero intransigente en su compromiso con la bondad y la verdad, tenía un defecto tan extraordinario como él mismo: solo sabía ser buena persona. Una cualidad rara y valiosa, que contrasta con la dureza de este mundo. Nos ha dejado huérfanos de su presencia, de su memoria infinita que podía reproducir versos, frases y diálogos de cualquier obra que hubiera pasado por sus ojos, como si fueran suyos. Su ausencia nos obliga a vivir sin sus “cosas” de niño único, sin el privilegio de compartir su vasto conocimiento y su ingenio. Era el maestro, el compañero, el amigo íntimo que todos quisiéramos tener y que ahora nos deja un vacío difícil de llenar. Manolo Galán representa, para quienes tuvieron el honor de conocerlo, una figura que es imposible de encapsular. Su vida es un testimonio de lo que significa ser humano en la forma más elevada y compleja. Con su partida, nos sentimos un poco más solos, como si el mundo se hubiera vuelto más pequeño y más frío. Querido amigo, larga vida, incluso eterna. Nos volveremos a encontrar, y seguramente, allí arriba en el Cielo, seguirás deleitando a todos con tu capacidad para reproducir las frases del Génesis, del Nuevo Testamento y de cualquier obra que tu ingenio decida abordar. Hasta entonces, te despedimos con amor y admiración, sabiendo que has dejado una marca indeleble en nuestras vidas. Descanse en paz, Francisco Manuel Galán Ortega. Tu legado y tu ejemplo vivirán en quienes tuvieron la fortuna de conocerte.
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