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» El Ciudadano
Fecha: 28/05/2025 19:30
Miguel Passarini En escena, laten los pasos por momentos sin destino de un hombre que llega del viejo al nuevo mundo para decir lo que ha callado o quizás poco se conoce. Es un hombre que es él y es otros, como pasa con todos los actores, pero esta vez presta su cuerpo audaz, su voz vibrante y sus pies agrietados por el largo camino transitado, a esos otros que, en definitiva, y por diversos motivos, también pueden evocarlo a él. Desde cachorro, el nuevo trabajo de Sabatino Cacho Palma y otra de sus complejas proezas escénicas, ofrece por estos días una serie de funciones en la sala El Rayo, previo a su partida a España, donde entre más será parte del Festival MITCFC (Muestra Internacional de Teatro Cómico y Festivo de Canas) y antes de su temporada porteña los fines de semana de agosto. Esta propuesta de Palma, histórico referente de las escénicas locales con sus fundantes pasos por el mítico Arteón, del que festeja sus 60 años con este nuevo material, y luego Discepolín, para recorrer más tarde una vasta trayectoria que lo trae hasta el presente donde recuperó al actor que es en esencia, surge de la búsqueda conjunta y sostenida de un gran equipo artístico y técnico. De este modo, con la inquietante (más que nunca) presencia escénica de Cacho Palma y la dirección general de Diego Ernesto Rodríguez, la supervisión general de este trabajo es del legendario Néstor Zapata (uno de sus primeros maestros y mentor de Arteón), la asistencia actoral y de montaje de Liliana Gioia, el trabajo y entrenamiento vocal de Temis Parola, el entrenamiento actoral de Pablo Razuk, el simple pero muy bello trabajo de vestuario y arte de Lorena Salvaggio; las imágenes, diseño y arte de Martín Aguaisol; la escenografía de Néstor Aliani, la técnica de Lautaro Palma, la asistencia de dirección de Graciela Sietecase y la música de Myrian Cubelos y Martin Elgoyhen. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Desde cachorro (@desdecachorro.obra) Una odisea del Siglo XX Más allá de las dolorosas derrotas que transita el elíptico e imbricado texto hasta que el espectador logra, con mínimos recursos que aparecen en escena, identificar a cada personaje (a los que se ven y los que sólo se nombran), la idea o el concepto de periplo o viaje del héroe vuelve a estar presente en esta odisea del Siglo XX que va de un abuelo que se escapa de un campo de concentración nazi y llega a Rosario en 1944, donde al año siguiente nace su único hijo con un destino trágico y un feroz desenlace en 1978, todo contado (aunque esos otros también están en la multiplicidad de la escena) por su nieto nacido en el 63 en la ciudad, que en definitiva es el sujeto del relato de la obra, la carne más presente, más en primer plano, que transita ese vaivén de acciones, emociones y apariciones casi epifánicas que propone el material donde la vitalidad de la memoria es desafiada en todo momento de adentro hacia afuera y viceversa, logrando pasajes verdaderamente conmovedores. Esa idea que el actor conoce por experimentarla a lo largo de su recorrido, donde prevalece la aparición o la revelación de esos otros personajes que trae mediante el relato Quito o Enriquito, el protagonista, asumen desde la voz poética del actor y cada uno a su tiempo, sus momentos de inquietante protagonismo. De este modo, y una vez más, Palma elige atravesar otro texto poético y político que lo representa y que, por capas, lo pone en un primer plano en lo que refiere a la actuación y en lo que se revela como su mejor trabajo a la fecha en ese lugar de las escénicas, abriendo el juego a una diversidad de recursos que aún no había experimentado (o mostrado) en este referido reencuentro con lo que supone volver a actuar en esta etapa de su carrera, que comenzó con su trabajo inmediato anterior, 22 de Agosto. Como bien dice el dicho, y como pasa con la vida, no es aquí tan importante el destino como sí lo es el viaje, donde realidad (los elementos históricos que ponen en contexto los hechos que se narran) y ficción (a partir de un texto que se vuelve un palimpsesto escénico desde las lógicas de la actuación) se ponen en tensión en todo momento para contar la historia de un actor dispuesto a la verdad por encima de cualquier posible idea de representación. Y todo eso lo hace incluso más allá de todo lo que supone la ficción, hasta cuando evoca a ese Chéjov que a lo lejos trae al presente los ecos de La Gaviota siendo Nina (hablando de vidas entrelazadas, en un hermoso homenaje al teatro), y antes, con los fragmentos de Memorias de satán, de Alain Didier-Weil, que en otros tiempos (hace casi dos décadas) también llevó a escena, o con la fundante historia del abuelo que logra escapar de un campo de concentración, inspirada en la novela con sesgos autobiográficos Sin destino, del escritor húngaro Imre Kertész. Pero también con el trampolín hacia la trágica historia de Ángel Enrique Tacuarita Brandazza, asesinado en Rosario en 1972, que preanuncia un nuevo viaje escénico en un futuro no tan lejano, donde en ese mismo horizonte también aparece el inmanente Pocho Lepratti, con la lógica de esos personajes que, como los de esta historia, siempre están a punto de emprender el vuelo y llevarse consigo a toda la platea. Pero además, esta trilogía familiar que empieza a transitar un actor que es Palma multiplicado y que tras el sinuoso viaje vuelve a ser él, lo desafía en un zigzagueante y coreográfico mapa escénico. Allí, con unos pocos objetos y mínimos cambios de vestuario, sumado el uso atinado de la música, y más allá de lo trágico, aparece como confín iluminado la idea de un tiempo por venir que, se espera, sea mejor. “Hay que arrancar la alegría a los días futuros”, se lee y se escucha por ahí, mientras la voz inconfundible de Myriam Cubelos desanda, profundamente conmovedora, “Deja la vida volar”, de Victor Jara, que termina de completar un recorrido que no le teme a la nostalgia y al recuerdo sino que sirve de colofón para poder pensar, en medio de una bruma que produce ceguera, en un futuro mejor: “El sol volverá, volverá/ La noche se irá, se irá/ Envuélvete en mi cariño/ Deja la vida volar”. Para agendar Desde cachorro ofrece por estos días funciones preestreno en Rosario para luego iniciar una temporada en España y más tarde en Buenos Aires. La obra se presenta en la sala El Rayo (Salta 2991), este jueves 29 de mayo, a las 21, para continuar los sábados 7, 14 y 21 de junio, en el mismo horario, con reservas a través del WhatsApp +549-341-5842730. Por su parte, en Madrid ofrecerá funciones el jueves 26 y viernes 27 de junio en la sala El Umbral de Primavera, en el barrio Lavapiés; el sábado 28 de junio en Cangas, en el marco de la 42ª edición de la MITCFC, en la sala de exposiciones del Auditorio Municipal de Cangas, y el domingo 29 en Moaña (Galicia), en la Casa de la Cultura. El sábado 26 de julio, a las 20, volverá a Rosario para ofrecer una función en el Museo de la Memoria (Moreno y Córdoba), mientras que todos los domingos de agosto, a las 18, se presentará en Buenos Aires, en El Crisol Teatro (Malabia 611).
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