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  • El Lado B del nuevo arzobispo de Paraná – Entre Ríos Ahora

    Concordia » Entre Rios Ahora

    Fecha: 28/05/2025 14:14

    Raul Martin, designado por el Papa León XIV como nuevo arzobispo de Paraná, obispo de Santa Rosa, La Pampa, desde 2013, conoció de cerca una denuncia por abuso sexual a un seminarista entrerriano ocurrido dentro de su rebaño. Se trató del cura carapintada José Miguel Padilla, muerto en septiembre, que fungió como superior de la Fraternidad de Belén, en la localidad pampeana de Intendente Alvear, que fue absuelto por la Justicia por el beneficio de la duda, aunque antes había sido expulsado de la congregación que presidió desde 2015. Cuando la denuncia de Vicente Suárez Wollert, un joven oriundo de Santa Elena que aspiró a convertirse en monje en la Fraternidad de Belén y de la que salió rápidamente ante los insistentes acosos del superior Padilla, llevó el caso a la Justicia. Aunque el obispo de Santa Rosa, Raúl Martin, negó en los Tribunales de General Pico conocer al denunciante a pesar de que el denunciado lo admitió y que una serie de correo electrónico prueban lo contrario. Lo contó el propio denunciante. Luego de la denuncia judicial, el cura Padilla, de sólidos lazos con el movimiento carapintada que atentó contra el gobierno de Raúl Alfonsín en la década de 1980, superior de la Fraternidad de Belén y responsable del colegio secundario Nuestra Señora de Luján, de intendente Alvear, en la provincia de La Pampa, presentó la renuncia a sus cargos. Fue luego de que a finales de noviembre de 2019 fuera citado por la Justicia. “El padre presentó la renuncia al Instituto (Nuestra Señora de Luján) este sábado, y además pidió un tiempo de licencia del oficio pastoral”, anunció entonces el obispo Martin. El hecho denunciado por Suárez Wollert habría ocurrido cuando integraba la Fraternidad de Belén, una comunidad religiosa de Capuchinos Recoletos fundada por Padilla y de las más conservadoras dentro de la Iglesia Católica. Padilla fue una persona muy conocida e influyente dentro de la comunidad de Intendente Alvear. Durante 16 años ejerció como párroco de la localidad y su congregación manejaba además un establecimiento educativo: el religioso fue el representante legal del Instituto Comercial Nuestra Señora de Luján. El abuso Todo empezó con aquel llamado del superior del convento Inmaculada Concepción, en Intendente Alvear, a 150 kilómetros al norte de Santa Rosa, La Pampa. La convivencia llevaba no más de tres meses y era el nuevo en aquel lugar. Lo sorprendió cierto trato privilegiado que empezó a tener. Pero no encontró nada extraordinario en eso. Hasta que sucedió todo lo que sucedió. Un día el padre fundador pidió que fuera a su habitación. Que debía medirle la presión arterial y ponerle crema en un tobillo, lastimado producto de una caída. Eso hizo: fue a su habitación, le midió la presión, le aplicó la pomada en el tobillo. -Me dijo que nadie lo iba a hacer mejor que yo. Dije que sí, que iría, y pregunté si tenía que ir con mi Ángel Guardián, que me seguía a sol y a sombra. Me dijo que no, que tenía que ir solo. Fue ahí que pasó: primero dijo una serie de incoherencias, que uno tiene que compartir el alma. Esa frase siempre la decía para justificar las groserías que decía o cuando se propasaba. Hasta ahí no había contacto físico. Me empecé a ponerme nervioso. Intento salir de la habitación, pero el salta de la cama, me agarró de atrás, me besó el cuello y me dijo que yo era solamente de él. Me acuerdo las palabras justas que me dijo: «Ya te siento un poquito más mío». Pensé que estaba poniendo a prueba mi castidad. Cualquier cosa pensé, menos que la persona que estaba encargada de cuidarnos, iba a tener este tipo de intenciones. Los silencios No bien el caso Padilla se hizo público, el obispo de Santa Rosa minimizó el hecho y puso en duda el testimonio de Suárez Wollert. “Teníamos solamente la parte pública que hace este joven, y en lo que hizo público al menos tengo elementos que lo podría desdecir. No todo lo que dicen las víctimas deben ser concebidos como verdad”, fueron algunas de las arriesgadas frases del obispo con los medios de comunicación”, dijo primero Martin. Primero lo trató de “caradura” al jefe de la Iglesia pampeana, y después agregó: “Me sorprende que Martín hable que tenga elementos para desdecirme o que tomó conocimiento por la denuncia penal, siendo que yo en dos oportunidades le escribí relatándole las situaciones de abuso que se vivían en Alvear. Por eso me sorprende y me duele la hipocresía”. En 2016, cuando abandona la Fraternidad de Belén, en Intendente Alvear, y regresa a Santa Elena, Suárez Wollert mantuvo un intercambio de mails con el obispo Martin. El 6 de junio del 2016, le envió un correo al Obispado y pidió que se lo hagan llegar al obispo Raúl Martín. En el mail, el joven detalló ciertas situaciones humillantes que padeció en la Fraternidad de Belén, que finalizaron con su expulsión injustificada a partir de un correo electrónico que recibió del cura José Miguel Padilla. También, contó: “Arruinaron todo lo que me hacía feliz, perdí mi alegría y mis ganas de seguir adelante”, y le pidió al obispo Martín que “¡no se arruinen más vidas!”. Tres días después, el 9 de junio, el obispo Martín le respondió: “Me hubiera gustado que hablásemos personalmente, propuesta que te dejo si en algún momento andas por estos pagos. Cualquier cosa, te pido que te comuniques conmigo”. El 10 de agosto de 2016, Suárez Wollert vuelve a enviar un mail al obispo en el que contó que el cura Padilla le pedía fotografías de “características lascivas e impúdicas” vía WhatsApp, dando cuenta de, por lo menos, el acoso que estaba padeciendo. “De persistir esto, me veo obligado de remitir esta situación y las descriptas en nuestras comunicaciones anteriores al Santa Padre Francisco y de ser necesario medidas legales en contra de las autoridades de dicha asociación, no solo por las calumnias e injurias sino también por el acoso de parte del Superior (José Miguel Padilla). Le pido que no tome esto como una amenaza, pero sí entienda que confío en usted, por eso le pido que actúe. Jamás haría algo para dañar a mi Iglesia, pero tampoco es justo sufrir estos atropellos con total impunidad de parte de estos individuos. Suárez Wollert guardó siempre las capturas de los mensajes por whatsapp que le enviaba el superior de la Fraternidad de Belén y los puso en conocimiento del obispo de Santa Rosa y le pidió al obispo Martín que “para el bien de todos haga lo que esté a su alcance para dar fin a estos atropellos”. De la Redacción de Entre Ríos Ahora

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