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Colon » El Entre Rios
Fecha: 28/05/2025 12:30
Las artimañas legales para aplazar las condenas, los acuerdos de poder y mucho más, para entender un caso emblemático. Por Daniel Tirso Fiorotto Embarrar a muchos, aunque fuera con una gotita, para que cada cual cerrara la boca: ese era el secreto del plan pergeñado por políticos de Entre Ríos para saquear al pueblo y quedarse con montos multimillonarios, usando a gente humilde. “La banda de los contratos”, el nuevo libro de Daniel Enz, ahonda en una de las variantes más perversas de la manipulación política: el uso de la necesidad de los humildes. “Que los más infelices sean los más privilegiados”, decía José Artigas, y aquí tenemos, en las antípodas, el aprovechamiento de esas necesidades básicas. La obra ofrece detalles de una operación audaz que duró una década, un sistema bien untado para succionar fondos de la caja del Estado con fines particulares. ¿Beneficiarios? Los propios gobernantes y sus operadores. Daniel Enz busca explicar los mecanismos y pintar el panorama, y demuestra que no se llega fácil a un programa de corrupción capaz de pinchar recursos públicos para que el derrame sea permanente. Este nuevo estudio del entrerriano/santafesino con mayor influencia en el periodismo desde hace décadas en la región debe leerse junto a otra veintena de libros de su autoría, que revelan algunas de las caras ocultas del poder, y así permiten al lector contrastar ese mundo con otros mundos de trabajo, de gente auténtica, y de resistencia a las caricias del poder Sobre los cadáveres Los textos de investigación periodística se potencian cuando se los observa con otros de esa línea. La sinergia ayuda a conocer y tantear parte de un entramado que erosiona valores ancestrales de la región litoral, basados en la solidaridad, la decencia, la hospitalidad. Si hacen agua la Legislatura, el Ejecutivo, el Poder Judicial, en un territorio como el de Entre Ríos que dio miles de vidas jóvenes al servicio de un sistema republicano y federal, entonces la burla toma una dimensión de escándalo. Felizmente, de tanto en tanto surgen personas comunes, trabajadores, periodistas, sindicalistas, que destapan alguna olla; y a veces se trata de empleados de bajo rango que, sencillamente, cumplen su deber como lo marca Daniel Enz acá, desde el prólogo mismo. “El sistema extorsivo y de apriete funcionó a la perfección”, dice el autor, de 2008 a 2018. Renglones antes, había señalado ya que los mafiosos se chocaron con el horcón del medio: un trabajador que “los paró”, un empleado discreto que “puso el pecho”, ¿y quién era? “Un humilde policía, de bajo sueldo pero fuertes convicciones” 53 millones de dólares Cuánto desviaron en una década por este sólo método… Se calcula que la organización malversó más de 60.000 millones de pesos. Enz dice 53 millones de dólares, siguiendo una pericia del contador Héctor Enrique, integrante del Gabinete Contable del Ministerio Público Fiscal, que se basó en documentación secuestrada a la propia banda delictiva. Otras pericias dieron 39 millones de dólares, a partir de datos oficiales entregados “a regañadientes” por la Legislatura. Sería el equivalente al robo de una casa completa con terreno y todo, a las familias humiles, cada dos días hábiles, y eso durante una década. Eso solamente en contratos truchos, pero sabemos que el sistema tenía al mismo tiempo otras vías para saquear al pueblo, como las licitaciones truchas en el Instituto de la Vivienda, por caso, que están harto denunciadas. El miedo Los ex gobernadores Gustavo Bordet, Sergio Urribarri, Jorge Busti, el ex intendente de Paraná y candidato a gobernador Adán Bahl, los ex vicegobernadores Pedro Guastavino, Domingo Rossi, Héctor Alanis, son mencionados en la obra como partícipes en el barbecho que facilitó el germen del uso de fondos públicos con arbitrariedad. A una arbitrariedad le sucedía otra mayor. El aceite de los engranajes fue el miedo. Miedo a perder, a quedar afuera, a ser manchado y perseguido. “El miedo y la esperanza, la seducción y la frustración, son medios de manipulación tan viejos como la sociedad humana”, dice Fortunato Calderón Correa. Y agrega sobre la corrupción: “Durkheim hacía notar que no hay sociedad sin delito, pero tampoco sin condena del delito”. Por ahora, los delitos se van probando, pero las condenas están por verse, en el caso de los contratos. “Hacía ya un buen tiempo que (el policía César) García venía observando ‘algo raro’ en los movimientos de tres personas en el sector de cajeros automáticos”, relata Daniel Enz y pasa a detallar el modus operandi de la banda. Para luego ahondar en la génesis del plan de saqueo con personas contratadas en la legislatura de Entre Ríos y el congreso de la Nación. Cientos de nombres de dirigentes conocidos y de colaboradores ignotos, profesionales, políticos, periodistas, pasan por las páginas que Enz redacta como quien pintara una a una las manchas del tigre. Algunos de esos nombres son los mismos que suenan en otros hechos de corrupción. Y también nombres de personas relacionadas a la distancia, y aquellas que se destacaron por no entrar en el juego, incluidos políticos de renombre como el ex vicegobernador y actual intendente de Concepción del Uruguay, José Lauritto. Uno advierte, en el transcurso del libro, que las investigaciones judiciales y los allanamientos a gente ligada al poder político en algún punto desagravian a la república. Mientras un poder oculta información, el otro avanza. Algo funciona. Aunque en ciertos casos se filtraban decisiones y los allanamientos llegaban tarde, y se repetía un ardid en las cárceles para facilitar la liberación de los acusados. Y la investigación empezó contra los responsables bajos y medios de la gran estafa, para luego avanzar sobre los llamados peces gordos; una promesa que genera dudas. Entre los párrafos se cuelan anécdotas que, si no fuera por la gravedad de los hechos, darían para una sonrisa, como las actitudes de varios implicados que, a manera de chantaje para quedar libres o evitar la prisión de sus familiares, amenazaban con “hablar”, lo que debe entenderse como delatar a las máximas autoridades. Y otros detalles que vinculan este desfalco, en el modus operandi, con otros de mayor fama porque ocurrieron en Buenos Aires; y con estafas conocidas en Entre Ríos años atrás, y que en su momento investigó el recordado fiscal Oscar Rovira. Este abogado expresó en reiteradas oportunidades que uno de los nidos de la corrupción estaba en la Legislatura, y que no se trataba de hechos aislados sino de un sistema que cruza distintos partidos. Los nidos Compras de campos, proyectos inmobiliarios, vínculos con el narcotráfico, negocios con miles de vacas, arreglos con clubes de fútbol, contratos abundantes para familiares, casas de comercio conocidas en Paraná, aparecen en el haber de los estafadores señalados por Daniel Enz, y el autor no pierde el hilo: vuelve y vuelve al nombre del dirigente Sergio Urribarri, y su estilo de conducción, con premios y castigos. El libro dedica otros capítulos a la destitución de la fiscal Cecilia Goyeneche, que está en veremos, y a las presiones contra la revista Análisis, dirigida por Enz. También se refiere a una a serie de denuncias contra Gustavo Bordet y su ministro Edgardo Kueider, y sus negocios con miembros conspicuos de la patria contratista. Enz advierte sobre las dos etapas del juicio: una primera que involucra a una treintena de imputados (los de menor rango), y una segunda con otro tanto. Y confía en que el segundo juicio, que incluye a los políticos de renombre como el ex vicegobernador Adán Bahl, se dará “por carácter transitivo” con los doscientos testimonios que desfilan por Tribunales. Para que el caso de alta corrupción no quede circunscripto a un grupo de los llamados “perejiles”. Esa es la esperanza. Fuente: Daniel Tirso Fiorotto
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