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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 28/05/2025 08:44
Una referente de Harvard advierte que incluso el consumo considerado “moderado” puede tener efectos graves en la salud (The Diary Of A CEO) La creencia de que una copa de vino al día puede ser beneficiosa estuvo presente durante décadas en la cultura popular. Sin embargo, la evidencia científica reciente contradice esta noción. De acuerdo con la doctora Sarah Wakeman, en el pódcast The Diary Of A CEO: “no existe un nivel seguro de consumo de alcohol”. Incluso cantidades que suelen considerarse inofensivas, como una copa diaria, se asocian con un mayor riesgo de cáncer y otras enfermedades graves. Cada año, 2,6 millones de personas mueren en el mundo por causas vinculadas al alcohol, lo que convierte su consumo en un importante problema de salud pública, según señaló la especialista en The Diary Of A CEO. El verdadero alcance de los riesgos: órganos afectados y cifras alarmantes El impacto del alcohol en la salud es más amplio de lo que se suele reconocer. Según Wakeman, prácticamente todos los órganos pueden resultar perjudicados. A nivel global, 400 millones de personas padecen un trastorno por consumo de alcohol y una de cada tres puede enfrentar problemas relacionados en algún momento de su vida. El alcohol está vinculado al cáncer, la cirrosis hepática, el daño cerebral y enfermedades cardiovasculares. La doctora enfatizó que “el consumo moderado está asociado con prácticamente todos los tipos de cáncer”. Por ejemplo, beber dos copas de vino al día puede incrementar el riesgo oncológico en un 40%. Incluso una sola copa diaria puede aumentar el riesgo de cáncer de mama en un 5%. El hígado es uno de los órganos más afectados. El 90% del alcohol se metaboliza allí, y aunque tiene capacidad regenerativa, el desarrollo de cirrosis es irreversible. Wakeman alertó sobre el aumento de casos de insuficiencia hepática en personas jóvenes, muchas veces sin síntomas previos evidentes. El cerebro también sufre daños severos. Estudios de resonancia magnética demostraron que el daño cerebral causado por el alcohol puede asemejar el cerebro de una persona de 43 años al de un adulto mayor con demencia. Además, el consumo de alcohol incrementa el riesgo de arritmias cardíacas y, a largo plazo, de insuficiencia cardíaca. El alcohol impacta desde el hígado hasta el cerebro y el corazón, con consecuencias que muchas veces pasan desapercibidas (The Diary Of A CEO) Los falsos beneficios del vino Durante años, se difundió la idea de que el consumo moderado de alcohol —especialmente de vino tinto— era positivo para la salud cardiovascular. Wakeman explicó que esta creencia surgió de estudios que no controlaban adecuadamente las variables de comparación. Muchos de los participantes abstemios lo eran por condiciones de salud previas, lo que distorsionaba los resultados. “La realidad es que jamás diría que beber alcohol es bueno para la salud”, afirmó la doctora. En su opinión, el alcohol debe considerarse un placer ocasional, como los postres o los alimentos ultraprocesados, y no un hábito saludable. “No se engañe pensando que una copa de vino equivale a hacer ejercicio durante 30 minutos”, advirtió. Asimismo, explicó que el alcohol actúa como ansiolítico y analgésico, lo que produce una sensación temporal de alivio, pero conlleva riesgos a largo plazo. La idea de que el vino tinto protege el corazón es resultado de estudios mal interpretados, según explicó la especialista (Imagen Ilustrativa Infobae) Adicción: causas, definición y estigmas La adicción, según Wakeman, es el uso persistente de una sustancia a pesar de sus consecuencias negativas. Se caracteriza por pérdida de control, uso compulsivo, persistencia a pesar del daño y un deseo intenso de consumo o “craving”. El alcohol, al igual que los opioides, la cocaína o los sedantes, puede causar adicción. La vulnerabilidad depende de factores genéticos (entre 40% y 60%) y de experiencias traumáticas, especialmente en la infancia. “El trauma es probablemente el mayor impulsor de la adicción”, indicó. Las experiencias adversas tempranas, como la pérdida de un ser querido o el abuso, incrementan de forma significativa el riesgo de desarrollar adicciones. Tras el inicio de la pandemia de COVID-19, las muertes relacionadas con el alcohol aumentaron un 23%, y las de sobredosis alcanzaron cifras récord, de acuerdo con datos citados en la entrevista. El estigma sigue siendo un gran obstáculo. “El mayor problema es que la adicción se sigue viendo como un fallo moral, no como una enfermedad”, lamentó la doctora. Factores genéticos, traumas infantiles y una mirada social cargada de prejuicios complican el abordaje del consumo problemático (Imagen Ilustrativa Infobae) Consecuencias más allá del individuo El consumo problemático de alcohol no afecta solo al individuo, sino también al entorno. La doctora Wakeman señaló que muchas familias experimentan sentimientos de culpa, impotencia o trauma ante la situación de un ser querido. “La sociedad suele decirles que esperen a que la persona toque fondo”, comentó. No obstante, la evidencia indica que la esperanza y la conexión social son más efectivas que el castigo. “La esperanza y la conexión son más efectivas que el castigo para la recuperación”, sostuvo. El aislamiento y la soledad, en cambio, agravan el problema. También insistió en la importancia del lenguaje. Utilizar expresiones como “persona con adicción” en lugar de “adicto” ayuda a reducir el estigma y favorece el acceso a los tratamientos adecuados. De la ciencia a la empatía Los modelos tradicionales de tratamiento, centrados en la rehabilitación breve y la idea de “tocar fondo”, demostraron ser insuficientes. “Muchos centros de rehabilitación no ofrecen lo que realmente funciona”, advirtió Wakeman. Los tratamientos más eficaces incluyen psicoterapia basada en evidencia, medicación y apoyo social. Existen fármacos que reducen el deseo de beber al bloquear receptores opioides. También se exploran nuevas estrategias, como la terapia asistida con psicodélicos (psilocibina) y el uso de medicamentos para la diabetes y la obesidad, que parecen reducir el consumo en algunos casos. El elemento humano sigue siendo esencial. “El terapeuta empático es el mayor predictor de éxito en la recuperación”, remarcó. Wakeman destacó la técnica de entrevista motivacional, que permite al paciente identificar sus propias razones para cambiar, en lugar de imponerle objetivos externos. Nuevas terapias, medicamentos y el rol clave del vínculo humano replantean cómo acompañar la recuperación (Imagen Ilustrativa Infobae) Prevención: resiliencia, vínculos y un nuevo lenguaje La prevención comienza en la infancia. “Construir resiliencia y conexión es la verdadera prevención”, afirmó la doctora. Políticas públicas orientadas a mejorar el acceso a vivienda, espacios públicos y apoyo familiar pueden reducir el riesgo de adicciones a largo plazo. A nivel individual, recomendó priorizar el autocuidado, una alimentación balanceada, el descanso y actividades gratificantes sin sustancias. “El objetivo no es solo eliminar el alcohol, sino llenar la vida de sentido y relaciones”, concluyó. El lenguaje, nuevamente, es clave. Hablar de “personas con trastorno por consumo de alcohol” en lugar de “alcohólicos” permite una visión más humana y empática, facilitando el acceso a la ayuda. Crear entornos seguros y usar palabras que humanicen puede marcar la diferencia desde la infancia (Imagen Ilustrativa Infobae) Esperanza y ciencia para enfrentar la adicción La doctora Sarah Wakeman cerró su exposición con un mensaje optimista: millones de personas viven en recuperación y llevan vidas plenas. “La empatía y el acceso a tratamientos efectivos son clave”, afirmó. El mensaje de la experta invita a repensar los hábitos, creencias y políticas en torno al alcohol. Lejos de ser un aliado de la salud, incluso su consumo moderado representa un riesgo significativo. Frente a una de las crisis de salud pública más persistentes, la ciencia ofrece herramientas claras: prevención desde la infancia, tratamientos basados en evidencia y un enfoque libre de estigmas.
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