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  • El impacto de la inteligencia artificial en el empleo: ¿qué trabajos podremos hacer los humanos?

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 28/05/2025 04:53

    El 41% de los empleadores ya planifica reducir su fuerza laboral como consecuencia directa de la IA (Imagen ilustrativa Infobae) Duolingo tardó doce años en lanzar 100 cursos de idiomas. En el último año, gracias a la inteligencia artificial, sumó otros 148. Este contraste revela algo fundamental: las capacidades tecnológicas se han acelerado exponencialmente y, con ellas, la productividad que una persona puede alcanzar se ha disparado. No es el único caso. Salesforce anunció que dejará de contratar programadores en 2025, reemplazando esa función por sistemas de IA. SAP recortará 8.000 puestos para reestructurarse con foco en la automatización. MercadoLibre también está rediseñando sus operaciones en función de estas tecnologías. Según el Foro Económico Mundial, el 41% de los empleadores ya planifica reducir su fuerza laboral como consecuencia directa de la inteligencia artificial. Y el Fondo Monetario Internacional advierte que esta tecnología afectará —en mayor o menor medida— al 40% de los empleos en el mundo, con un impacto aún mayor en los países desarrollados. La productividad personal también está cambiando. Ya no hace falta pasar horas planeando un viaje, redactando un mail complejo o analizando datos para una presentación. Si sabemos formular una buena consulta, un modelo de lenguaje puede resolverlo en minutos. De alguna forma, todos estamos sintiendo el cambio. Pero, ¿qué significa esto para nuestro futuro laboral? ¿Qué tareas podrá asumir la IA y cuáles seguirán siendo terreno humano? Lo que puede hacer la inteligencia artificial La IA ya domina un conjunto amplio de tareas repetitivas, estructuradas y basadas en reglas claras. Desde el procesamiento de formularios hasta la generación automática de reportes, pasando por la atención a clientes en canales digitales y la escritura de código básico. Según McKinsey, el 60% de las ocupaciones actuales tienen al menos un tercio de tareas automatizables con tecnología disponible hoy. También se vuelve fundamental en el análisis masivo de datos. Algoritmos de IA son capaces de identificar patrones en imágenes médicas, detectar fraudes financieros, sugerir decisiones de inversión o predecir comportamientos de consumo. En estos casos, la intervención humana se transforma en supervisar, ajustar o validar el resultado. Incluso en el mundo creativo, los modelos generativos ya producen contenido visual, musical y textual de calidad aceptable. Herramientas como ChatGPT, Midjourney o Sora están siendo adoptadas por agencias de marketing, medios de comunicación y departamentos de diseño. Y aunque la creatividad humana sigue siendo esencial, gran parte del trabajo base ya puede ser realizado por una máquina. Lo que no puede hacer la inteligencia artificial Por más asombroso que resulte su avance, la inteligencia artificial todavía tiene límites profundos. Entenderlos no solo es clave para saber qué empleos están a salvo, sino también para identificar las nuevas oportunidades que surgirán. En primer lugar, la IA carece de sentido común profundo. Puede identificar patrones complejos, pero no entiende el mundo como lo hace una persona. No tiene experiencias, no interpreta ironías ni sutilezas culturales, no puede inferir intenciones ambiguas ni anticipar consecuencias sociales con precisión. Tampoco posee empatía real. Puede simular una conversación emocional, pero no siente. No puede conectar desde la experiencia, consolar a alguien que atraviesa un duelo, liderar un equipo con sensibilidad, ni leer la tensión en una sala durante una negociación. Otro límite importante está en el contexto físico no estructurado. Las máquinas aún no pueden operar con eficacia en entornos imprevisibles, cambiantes, desordenados o sociales, como lo hace un técnico que diagnostica una falla “a oído”, una enfermera que detecta señales sutiles en un paciente, o un operario que improvisa ante un imprevisto en planta. Y, por supuesto, está el terreno de la creatividad auténtica. Si bien las IA pueden generar contenido en base a lo aprendido, todavía no pueden crear ideas verdaderamente originales, romper convenciones de manera intencional o asumir riesgos creativos sin guía humana. Las IAs trabajan sobre lo que ya existe; los humanos, imaginamos lo que todavía no. ¿Qué trabajos podremos hacer los humanos? El futuro laboral no está perdido, está mutando. Y los trabajos que se mantendrán o surgirán tendrán un denominador común: se apoyarán en capacidades humanas difíciles de replicar por máquinas. Serán necesarios profesionales que ejerzan liderazgo real, con criterio, intuición y capacidad de adaptarse a lo inesperado. Personas que puedan enseñar, guiar, inspirar y contener emocionalmente. También aquellos que resuelvan problemas que no están bien definidos, que requieran creatividad aplicada, diseño, interpretación de contextos complejos o intervención en tiempo real. Cobrará enorme valor el pensamiento crítico: personas capaces de desafiar modelos, cuestionar resultados, detectar sesgos o evaluar riesgos éticos. También crecerán los trabajos vinculados a la relación entre humanos e IA: diseñadores de experiencias de usuario, entrenadores de modelos, auditores de algoritmos, especialistas en gobernanza de datos y curadores de contenido generado por máquinas. Además, serán clave los oficios que impliquen presencia física, improvisación o sensibilidad artesanal. Profesiones técnicas, mecánicas, de asistencia en campo o trabajos de contacto humano directo que no pueden ser automatizados ni desplazados por software o robots. La inteligencia artificial avanza con una velocidad sin precedentes, transformando profundamente la manera en que trabajamos, aprendemos y nos relacionamos con el conocimiento. Lo que hasta hace poco parecía ciencia ficción hoy se ha vuelto parte del día a día. Este nuevo escenario nos interpela a repensar nuestro rol en el mundo laboral: ¿dónde podemos aportar un valor verdaderamente humano? ¿Cómo nos preparamos para convivir y colaborar con las máquinas? Más que resistir el cambio, debemos abrazarlo con una mirada crítica y estratégica. Aprovechar el potencial de la IA exige desarrollar habilidades complementarias: pensamiento creativo, juicio ético, empatía, liderazgo y capacidad de adaptación. No se trata solo de aprender a usar nuevas herramientas, sino de redefinir el sentido de nuestro trabajo. Sin embargo, no todos parten del mismo lugar. En contextos de desigualdad estructural, la adaptación no es un desafío individual, sino colectivo. Por eso, el Estado debe asumir un papel activo: garantizar el acceso equitativo a la capacitación, promover la reconversión laboral y fomentar empleos que integren a todos en esta nueva economía. El futuro del trabajo puede ser más humano si decidimos construirlo con inclusión, responsabilidad y visión de largo plazo.

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