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  • Hábitos alimentarios: qué revela la nueva encuesta global sobre la alimentación en Argentina y el mundo

    Crespo » Paralelo 32

    Fecha: 27/05/2025 18:42

    La alimentación global está cambiando. Y en muchos países, incluida la Argentina, las decisiones nutricionales de millones de personas están cada vez más condicionadas por el bolsillo. Así lo confirma la encuesta internacional Worldviews 2025 publicada por la Worldwide Independent Network of MR (WIN) y su socio Voices! en nuestro país. El estudio, basado en una muestra de 35.515 personas adultas, aborda el consumo de suplementos vitamínicos y las modificaciones en las dietas a nivel global. Los resultados revelan tendencias interesantes, así como contrastes significativos entre regiones y segmentos sociales. Suplementos vitamínicos: crecimiento global, baja adhesión en Argentina Uno de los hallazgos centrales del informe es el aumento sostenido del consumo de suplementos vitamínicos: desde 2018, la proporción de personas que los toma regularmente subió del 25% al 34% a nivel mundial. El crecimiento es notorio entre las mujeres, las personas mayores de 65 años y quienes tienen educación superior. Sin embargo, en Argentina el panorama es muy diferente. Solo un 16% de la población declara tomar vitaminas regularmente, muy por debajo de países como Estados Unidos (57%), Finlandia (56%) y Canadá (52%). Además, un 20% dice tomarlas de forma ocasional, mientras que un 62% reconoce hacerlo rara vez o nunca. En el país, el uso frecuente de suplementos se concentra entre mujeres (21% frente a 11% en hombres), personas de entre 50 y 64 años (24%) y habitantes de clase alta (30% en el segmento ABC1). También se destaca el mayor consumo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (26%), por encima del Gran Buenos Aires (14%) y el interior del país (16%). Cambios en la dieta: menos comida rápida y golosinas A nivel global, casi la mitad de los encuestados (45%) afirma haber reducido el consumo de comida rápida en el último año, y un 40% disminuyó la ingesta de golosinas. Además, un 37% consumió menos alimentos envasados o instantáneos, mientras que 4 de cada 10 aumentaron su ingesta de frutas y verduras. En la Argentina, las cifras son aún más contundentes: un 60% dice haber reducido el consumo de golosinas y un 54% el de comida rápida, superando ampliamente el promedio global. Además, un 49% señala que bajó su consumo de alimentos envasados, y más de un tercio afirma haber limitado la sal (34%), la carne (31%), los productos bajos en grasa o azúcar (27%) y los lácteos (27%). Las mujeres argentinas son más propensas que los hombres a realizar cambios saludables, y las personas mayores tienden a reducir más el consumo de productos procesados. No obstante, la encuesta revela que en los sectores sociales más desfavorecidos se evidencia una caída del consumo también en alimentos frescos como carne, frutas y lácteos, lo que refleja el impacto directo de la inflación y el encarecimiento del costo de vida. El caso japonés y las diferencias culturales Japón se presenta como una excepción. El país asiático muestra una notable estabilidad en su dieta: la mayoría de los encuestados no reportó cambios significativos en su alimentación. Esta consistencia se explica por una cultura alimentaria arraigada en la calidad, el balance nutricional y la confianza en los alimentos procesados, que allí mantienen altos estándares. Solo el 10% de los japoneses dice haber reducido su consumo de comida envasada, frente a más del 50% en países como Perú, Turquía y Marruecos. Este dato evidencia cómo los factores culturales pueden mitigar los efectos de las crisis económicas y las modas alimentarias. Presión económica: el motor de los cambios Los resultados del informe dejan en claro que la inflación y la incertidumbre económica están transformando los hábitos alimentarios a nivel global. Las personas que han tenido que reducir sus gastos son también quienes más disminuyeron el consumo de comida rápida (51%), golosinas (44%) y alimentos envasados (42%). Aun así, el 91% intenta mantener el consumo de frutas y verduras, aunque un 26% de este grupo ya ha tenido que reducir su ingesta de carne.

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