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» Diario Cordoba
Fecha: 27/05/2025 02:14
Confieso que cuando lo vi el otro día me impactó. Porque el cartel no colgaba en los urinarios de un ‘after’, ni en los baños de una gasolinera de carretera; ni tan siquiera en un lugar propenso al descontrol escatológico como puede ser un vestuario de fútbol. Fue en los lavabos masculinos de Radio Madrid donde apareció un dibujo que emulaba la acción del Manneken Pis, con un círculo de prohibición estampado en mitad de su figura y un texto que rezaba: «No orinen en el suelo». La verdad es que, pasada la sorpresa inicial, tampoco tuve que rebuscar mucho en mi memoria para recordar algún chapoteo en los fluidos que alguien, con mala puntería y pésima educación, había dejado en herencia como si de marcar territorio perruno se tratara. Sé que puede parecer una simple anécdota. También puede que haya entrado en esa edad donde volverse un cascarrabias es casi apetecible. Mi mujer me echa unas broncas de campeonato cuando me paro en mitad de la calle para recoger un papel o una botella que están en el suelo. Sé que he desarrollado una especie de TOC y por eso limito mis acciones limpiadoras a cuando el objeto abandonado y la papelera distan menos de cinco metros. Pero es que el paisaje es cada vez más desolador. Bolsas de plástico, mierdas de perro, restos de comida o colillas de cigarro desperdigadas por las aceras, latas de cerveza tiradas en mitad del bosque, contenedores que rebosan desperdicios, juergas de madrugada en plena calle que fomentan el insomnio de los demás, móviles a todo volumen en el AVE... Si ni los baños de un lugar de trabajo como la radio sobreviven a esta epidemia, apaga y vámonos. Está claro que la urbanidad, ese conjunto de normas que inventamos para convivir, se bate en retirada. Una de esas normas era respetarse a uno mismo y a los demás. Otra, escuchar antes de hablar. Y otra, comprender antes que juzgar. Pero nada de esto está de moda. Hoy triunfa el exabrupto, el apresuramiento y la búsqueda de notoriedad a cualquier precio. Quizá por eso acabamos meando fuera de tiesto. En todos los sentidos. *Periodista
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