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» Elterritorio
Fecha: 25/05/2025 17:13
Con actividades semanales, el proyecto involucra a más de 50 jóvenes comprometidos con la contención y el afecto domingo 25 de mayo de 2025 | 6:05hs. En un contexto en el que muchas personas mayores viven en instituciones con escaso contacto social, surgen iniciativas que buscan revertir esa situación. En Posadas, el proyecto Raíces y Alas articula la participación de jóvenes voluntarios que cada semana visitan hogares de adultos mayores con propuestas recreativas, escucha activa y un fuerte compromiso humano. Impulsada por Nohely Marquina, la iniciativa creció a partir de una experiencia personal y hoy cuenta con varios participantes. En marzo, con motivo del Día de la Mujer, realizó la primera visita al hogar Agustín Liarte. En esa ocasión fue sola, pero poco después se sumaron más personas, se abrió un grupo en WhatsApp y nació la cuenta en redes sociales que ayudó a expandir la convocatoria. “Hasta ahora visitamos varios hogares: Agustín Liarte, Ana y Joaquín, Filadelfia y San José. Vamos todos los sábados, incluso si yo no puedo ir, hay líderes que se encargan. Ya somos 52 voluntarios en total y en cada salida participan alrededor de quince”, explicó la coordinadora del proyecto. En ese marco, la organización interna también se consolidó. Actualmente hay voluntarios con roles específicos, como edición de videos, manejo de redes, diseño de publicaciones y producción de contenido para redes sociales, lo que permite mantener una comunicación activa y visualmente atractiva. “Cualquiera puede sumarse. No importa la edad, la ideología o la religión. Lo que buscamos es gente comprometida, constante, con ideas y ganas de ayudar. Cada voluntario aporta lo que sabe hacer”, señaló Marquina, con entusiasmo por el equipo que se fue conformando. Las actividades varían semana a semana, según los talentos de quienes integran el grupo. Desde bingos hasta talleres de arteterapia o limpiezas faciales, todo se piensa de forma personalizada. Según relató, también se consulta a las personas mayores y al personal de los hogares para adaptar mejor cada propuesta. “Hay una chica que estudia medicina y es cosmetóloga. Ella va a hacer limpieza facial. También realizamos talleres en los que cada uno enseña lo que sabe. Nos aseguramos de conocer los gustos de los abuelos y siempre consideramos su opinión antes de preparar algo”, comentó la referente. En cuanto al perfil de quienes residen en los hogares, explicó que en general tienen entre 60 y 85 años, aunque algunos son más jóvenes. Más allá de la edad, lo que comparten es el deseo de ser escuchados y acompañados, y eso es lo que el grupo intenta ofrecer con su presencia. Voluntariado Por su parte, Luciana Pagano, quien participa activamente como voluntaria, destacó que su tarea en el proyecto trasciende lo organizativo y se convierte en una experiencia profundamente transformadora. “El voluntariado cumple un rol humano y emocional, ya que acompaña, escucha y genera vínculos con personas que muchas veces se sienten solas. Ir y escucharlos les genera un lazo lindo, es un vínculo humano en sí”. Desde su mirada, el contacto con los adultos mayores les permite a los jóvenes involucrarse desde un lugar genuino, sin expectativas de retorno, lo que refuerza el valor de cada encuentro. Asimismo, remarcó que el recibimiento por parte de los adultos mayores es siempre afectuoso. Desde abrazos hasta anécdotas compartidas, el vínculo se fortalece con cada visita. Muchos esperan con entusiasmo las actividades propuestas. “Te quieren contar las mil anécdotas que tienen, te abrazan y son afectuosos”. Entre las experiencias que más la conmovieron, recordó con especial cariño a un residente del hogar Ana y Joaquín, quien suele esperar las visitas para jugar al bingo y compartir recuerdos personales. Son, según sus palabras, detalles que no olvida. “Hay un abuelito que siempre te dice: ‘¿Trajiste el bingo? Vamos a jugar’. Esas cosas no las cambiaría por nada, son significativas para mí”. Para cerrar, Luciana invitó a otros jóvenes a participar, aunque sea por curiosidad o prueba. Destacó que una pequeña acción puede generar un gran cambio en la jornada de una persona mayor. “Una o dos horas de tu tiempo puede alegrarle el día a alguien. Si tienen ganas, pueden probar y ver si les gusta. Las puertas están abiertas para todos”, concluyó. Compartí esta nota:
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