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  • Dicky Dargain: “Si hay algo que me enseñó el teatro, es el poder de adaptación”

    Gualeguaychu » El Argentino

    Fecha: 25/05/2025 06:41

    Dicky Dargain es uno de los artistas más reconocidos de Gualeguaychú. Ligado al humor y a la risa, también se desempeña como productor y gestor de obras de teatro y eventos artísticos. Con 20 años de trayectoria sobre y detrás del escenario, conversó con EL ARGENTINO sobre su pasión por el teatro Domingo, 25 de Mayo de 2025, 6:38 Por Lautaro Silvera —¿Hace cuánto trabajás como actor? Más de 20 años. Empecé fuerte en el 96, 97, 99. Ya de chico me gustaba actuar. Veía mucha televisión: Olmedo, Gasalla, esa onda de los 80 y 90. Me crié con eso. Mi abuela me inculcó mucho el gusto por la tele, las películas, las novelas. En los cumpleaños jugaba a imitar personajes. Siempre era el “payasito”, el que todos pedían que actúe. Y en la escuela, era el primero en querer participar en los actos. —¿Cómo descubriste el teatro? Estudiaba Contabilidad en el Instituto Magnasco. Había una materia optativa de teatro, con Carmen Dreiling. A fin de año teníamos que presentar una muestra: hicimos Canillita de Florencio Sánchez y me tocó el protagónico. Carmen también daba clases en Tablas y presentamos la obra en el Teatro Gualeguaychú. En esa función me olvidé la letra. Me quedé en blanco total, lo cuento en mis espectáculos. Pero la gente se empezó a reír, me sentí contenido, improvisé y salí del paso. Ahí entendí que ese era mi lugar. El teatro me abrazó. Una caída literal y simbólica Hace pocas semanas vivió en carne propia una de las peores pesadillas para cualquier artista: se cayó del escenario. El golpe fue duro, su rodilla “se salió del grupo”, como bromeó, y debió recibir atención médica. Sin embargo, su humor característico le permitió transformar el momento en una anécdota más. Incluso, muchos creyeron que era parte del show. —De una situación crítica como el olvido de la letra, ¿lograste transformarla? Sí, le di vuelta la página. Y así actúo en la vida. Con lo de la rodilla, también: le busco el lado positivo y transformo la situación. —¿Tu familia te apoyó desde el principio? Por el lado de mi papá, no tanto. Era más del estilo “¿vas a vivir de esto?”, “vení a envasar papas”, tenía un comercio. Pero por parte de mi mamá sí. En mi familia había artistas: un abuelo pintaba, una tía trabajaba en vestuario. Incluso otro abuelo trabajó cuando se construyó el Teatro Gualeguaychú. —¿Cómo decidiste irte a Buenos Aires? Participé en un Encuentro Provincial de Teatro y me dieron una beca. Al principio no iba a ir porque trabajaba con mi viejo. Pero después de una experiencia con máscaras, un colega me sugirió que fuera. Y tomé la decisión. Eso fue en 2009. Le dije a mi papá que me iba a Buenos Aires, y me llevó. —¿Cómo recordás ese inicio en la capital? Me becaron desde el Instituto Provincial de Teatro. Allá me esperaba el profesor Lambetain. Me encontré con Esteban, que trabajaba con Susana Giménez. Me consiguió un lugar cerca de Pol-Ka, donde empecé a moverme en el ambiente. Repartía libretos, pasábamos letra con actores. Fue increíble. Entraba a Pol-Ka como uno más y aprendí muchísimo detrás de escena. —¿Con quiénes te cruzaste? Con muchos. Dady Brieva, Betiana Blum, Romina Gaetani. Me tocó presenciar la grabación de Padre Coraje. Una vez fui al baño y ahí estaba Facundo Arana, vestido como el personaje. Eran muchas horas de grabación. —¿Fue ahí donde aprendiste sobre producción? Sí, aprendí de todo: luces, escenografía, vestuario, micrófonos. Iba becado, pero mis compañeros pensaban que ya tenía años de experiencia. Incluso llegué a dar clases. Todo lo que aprendí acá con Carmen y Silvia Camiolo, lo apliqué allá. La relajación, la concentración... todo me sirvió. —¿Recibiste muchos "no"? Sí, muchos. Pero hay que saber sobrellevarlo. Yo soy de los que se estimulan con esa respuesta. El ‘no’ a mi me dejaba con más ganas de ir a más. Hay que aprender a convivir con el No en este ambiente. Siempre digo que en dos minutos no puedo mostrar lo que soy como artista. A veces buscan una imagen o un rol, no a un verdadero actor. —¿Cómo empezaste a producir en Gualeguaychú? Siempre produje. Después de la pandemia, volví tras trabajar en Paraguay y Bolivia. Con Silvio Del Valle armamos Sinergia Teatral. Instalamos una linda sala y los actores cobraban. No fue fácil, hubo roces con colegas, pero valió la pena. Con el tiempo uno lo ve más tranquilo. —¿Cómo ves la crisis actual del teatro? La veo complicada. Pero también hay que ver todos los lados. Yo soy un trabajador. Hoy está este gobierno, mañana otro. Lo importante es adaptarse. El teatro me enseñó eso: a adaptarme en escena y en la vida. Hay que reinventarse siempre. —¿Qué sentiste con lo que pasó en Tablas? Tristeza. No es lindo que rompan un candado en un lugar con tanta historia. Pero también hay que entender qué llevó a eso. Siempre trato de ponerme en ambos lados. —¿Cómo impacta este contexto en la venta de entradas? Muchísimo. Pero yo volví a volantear. No se me cae un anillo por invitar a la gente. Si no pueden pagar tres entradas, que paguen una. Lo importante es que vean lo que es el teatro. Yo primero quiero ser artista. Y para eso tengo que mostrar mi trabajo. —¿Qué te dio el teatro? Me dio el respeto de la gente y de mis colegas. Hoy, con 43 años, siento que me lo gané. No soy “el actor de este lado o del otro”. Soy artista. Me ha tocado caer y volver a empezar. Como me dijo una vez Vero Vieyra: “Si le dedicás ocho horas a una empresa, ¿por qué no trabajar ocho horas para lo que realmente querés?” Eso hago. Hay días buenos y malos, meses buenos y malos. Pero sigo. Me adapto.

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