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  • Loco de la Escopeta: a 20 años del único ataque esclarecido de la saga que duró más de una década

    » La Capital

    Fecha: 24/05/2025 10:09

    La historia del “Loco de la Escopeta” conmovió e inquietó a Rosario durante más de una década y todavía hoy es un caso que mantiene cierto misterio. Desde 1992, año en que se registró un primer hecho, hasta 2005, cuando ocurrió el último, una saga de ataques armados contra comercios y vehículos llenos de pasajeros dejaron a la ciudad al borde del pánico colectivo. Hubo casos extremos con dos víctimas fatales, entre ellas una nena de 12 años que viajaba en el transporte público. Este viernes se cumplieron 20 años del único atentado cuya investigación terminó en la condena a un hombre, aunque nunca se confirmó que haya sido el responsable de los demás hechos. Hablar del Loco de la Escopeta no implica referirse a alguien en particular, sino a un personaje desconocido que con un arma de fuego atemorizó a la ciudad por su habilidad para disparar sin ser advertido. Hoy permanece el recuerdo de quienes al subir a los colectivos pensaban en qué lugar sentarse para ponerse a resguardo. En su momento la saga ocupó largos minutos en los noticieros televisivos y páginas interminables de los diarios locales. La cobertura periodística de excelencia que hizo el diario La Capital figura hoy en su archivo físico, lo que permite reconstruir el recorrido de aquellos sucesos tan violentos como oscuros. Un artículo de septiembre de 2001 contaba para entonces 66 ataques en una saga dividida en dos etapas. La primera comenzó el 13 de noviembre de 1992 en la plaza ubicada en Córdoba y Castellanos, donde una maestra terminó con una herida leve por una bala calibre 32 de un revólver. El mismo calibre que el 7 de enero de 1994 mató a Carolina Salgado, una mujer que estaba en una heladería de Eva Perón al 4400. Esa saga culminó, según este artículo, el 9 de septiembre de 1995 cuando se registró el último hecho cometido con un revólver. WhatsApp Image 2025-05-23 at 14.19.38.jpeg A partir del 11 de marzo de 1997 comenzó una nueva etapa en la que los ataques fueron a escopetazos. Ese primer hecho fue en Córdoba al 4300 y tuvo como víctima a un hombre herido por perdigones. Esta serie se extendió hasta el 23 de junio de 1995, cuando en Mendoza al 4400 una perdigonada hizo estallar los vidrios de un colectivo de la línea K e hirió a una joven de 21 años. Poco tiempo antes había ocurrido el caso con más trascendencia por su gravedad: el asesinato el 19 de abril de 2003 de Florencia Rubino, una nena de 12 años que viajaba en el 131 por 27 de Febrero y Pueyrredón cuando le impactó una munición de escopeta con postas de plomo. “Esta vez quiso matar”, dijeron policías que trabajaron en el caso. Algunos registros marcan poco más de cien hechos en total, con al menos cincuenta heridos y dos muertes. Perfiles e investigaciones precarias Al día de hoy, fuentes consultadas mantienen como única certeza que siempre se trató de una persona con demasiado conocimiento en el manejo de armas y capacidad para escabullirse de las escenas de sus ataques. En aquellos años se hablaba de “un caso patológico”. “Es una conducta de alguien no contenido, que expresa pasiones incontrolables y una necesidad de protagonismo que esta persona obtiene por el retorno que viene con los medios de comunicación”, decía en aquel entonces un psicólogo consultado por La Capital. >> Leer más: Un "loco de la escopeta" anda suelto en Cañada Algunos testigos aportaron datos que pocas veces tenían algún fruto. Mencionaron que el Loco de la Escopeta había atacado desde un Ford Falcon negro con vidrios polarizados, desde una Renault Traffic blanca, un Renault 12 o un Fiat Duna. La mayoría de los choferes de los colectivos atacados decían que habían escuchado un ruido fuerte y que en principio pensaban que habían reventado algún neumático. Luego se daban cuenta que habían sido disparos, que generalmente provocaban el estallido de vidrios y algunas veces esas esquirlas herían a los pasajeros. Para entonces, aunque eran pocos segundos, ya no quedaban rastros del agresor. WhatsApp Image 2025-05-23 at 14.19.38 (2).jpeg En algunas ocasiones hubo testigos que se animaron a brindar supuestos rasgos faciales, con los cuales la policía construyó más de un identikit que fue difundido en los medios. El 28 de septiembre de 2002 La Capital publicó en su tapa una imagen del presunto sospechoso. Horas después, un colectivo de la línea 107 que atravesaba el viaducto Avellaneda con 50 pasajeros fue blanco de un nuevo ataque del Loco de la Escopeta. >> Leer más: El Loco de la Escopeta ahora muestra su voluntad de matar A más de 20 años de aquella saga hay quienes descreen de aquella hipótesis del loco suelto y ubican, con algunos argumentos, a algunos de esos ataques en una búsqueda de impacto social de la que pudieron participar policías. Lo que no quita que a partir de la reproducción de casos similares se haya generado un efecto de imitación de esa conducta. Pero el manejo del arma de los tiradores, la zona de los hechos con poca vigilancia policial, y sobre todo las investigaciones que rápidamente quedaban en nada, todavía hoy generan suspicacias en quienes se preguntan quién estuvo detrás de aquellos hechos. Los hermanos Bertuzzi Con el asesinato de Florencia Rubino, la nena que viajaba en colectivo, la presión social y política aumentó. Tres días después fue detenido un arquitecto que vivía en Funes al que luego liberaron. Su desvinculación de la causa no alcanzó para evitar que en su corta estadía en un calabozo un grupo de personas se metiera en su casa para saquearla. Ante el nulo avance de la investigación, como había ocurrido con los demás casos, el gobierno evaluó ofrecer una recompensa económica para quien pudiera aportar datos. Todavía se creía que todos los ataques habían sido ejecutados por un mismo tirador serial. Después del crimen continuaron los escopetazos. El 25 de agosto de 2003 el blanco fue un colectivo de la línea 110 que llevaba 50 pasajeros, sobre el cual dispararon cuando iba por 27 de Febrero y Corrientes. En ese entonces los peritos aventuraron que había sido el mismo tirador que había matado a Florencia Rubino: se basaron en la coincidencia del calibre 12.70 con postas de plomo utilizado en ambos hechos. “Creo que se va convertir en un homicida en serie. Porque el estado emocional de este hombre va exigiendo mayores posibilidades. Fíjese que pasó de tirarle a vidrieras de comercios a locales donde había personas y después a colectivos, y que al mismo tiempo cambió de munición”, analizó entonces un investigador. >> Leer más: Loco de la Escopeta: inspección del juez en casa de los Bertucci Uno de esos ataques ocurrió hace 20 años, el 23 de mayo de 2005. Otra vez en el viaducto Avellaneda, una perdigonada hizo estallar los vidrios de un colectivo de la línea 107. Un testigo mencionó en la escena a un camión repartidor de color rojo y blanco, lo que había coincidido con el testimonio de un caso anterior. Con esa información, horas más tardes la policía localizó el Mercedes Benz 608 en una casa de Zuviría al 7300 donde fueron detenidos los hermanos Alberto “Pepo” Bertucci y Lino Bertucci, entonces de 49 y 53 años. WhatsApp Image 2025-05-23 at 14.36.36.jpeg Los hermanos tenían en su casa cinco armas de fuego, entre ellas una escopeta 12.70. Los forenses de la Justicia trazaron perfiles de los dos. Sobre Pepo dijeron que tenía una estructura psicótica, que en su discurso realizaba cortes intempestivos con la realidad y que le era difícil comprender dónde empezaba lo real y dónde lo fantástico. Sobre Lino aseguraron que tenía componentes perversos que lo ponían en “el lugar de un psicópata y de neto dominador sobre el otro”. Culpable La causa de los hermanos, llevada adelante por el juez Alfredo Ivaldi Artacho, avanzó de a poco. Los investigadores buscaron atribuirles otros hechos, incluso el asesinato de Florencia Rubino, pero esas acusaciones se cayeron. Los procesaron a los dos en agosto de 2005, aunque sobre el menor de los hermanos el juez dispuso que fuera internado en un hospital psiquiátrico. >> Leer más: Condenaron a Lino Bertuzzi por el ataque a tiros contra un colectivo Fue el primer paso para que Pepo Bertucci finalmente fuera declarado inimputable en febrero de 2008, al mismo tiempo que a su hermano Lino lo condenaron a 7 años de prisión. La condena recayó por un único caso, el ataque al 107 ocurrido hace 20 años. WhatsApp Image 2025-05-23 at 14.19.38 (4).jpeg Sobre Pepo, inimputable, la Justicia dijo que padecía un trastorno psiquiátrico que no le permitía comprender sus actos. A Lino le atribuyeron la tentativa de homicidio con una investigación cuestionada por la defensa del acusado por haberse sujetado a evidencias no concluyentes como la declaración acerca del camión o la tenencia de un arma sobre la que no se confirmó si fue la utilizada en el ataque. Además argumentaron que ya con los hermanos presos hubo otro ataque similar el 23 de junio de 2005, lo que permitía de alguna manera suponer que ninguno de los Bertucci era el Loco de la Escopeta. El proceso continuó con Lino Bertucci detenido hasta que en agosto de 2010 le concedieron la libertad condicional, que fue apelada y suspendida hasta que se confirmó en noviembre del mismo año. “Tras 2017 días preso, Lino Bertucci accede hoy a la libertad condicional”, tituló La Capital. En una entrevista exclusiva con el diario, el acusado fue tajante: “Me condenaron sin pruebas y porque no tenían a otro”.

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