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Concordia » Despertar Entrerriano
Fecha: 24/05/2025 08:27
El juguete era clave para la rutina del niño y su bienestar emocional y por eso, la familia ofrecía $100 mil para recuperarlo. La búsqueda en Mendoza, se volvió desesperante tras falsas promesas, amenazas y extorsión. “Mi hijo volvió a sonreír”, afirmaron. Lo que parecía una simple búsqueda solidaria en Tunuyán se convirtió en una verdadera pesadilla para una familia cuyo hijo, con diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista (TEA), perdió su peluche de apego. Tras apelar a la ayuda comunitaria, los padres terminaron siendo extorsionados por una pareja que exigió $200.000 para devolver el objeto. El peluche, fundamental en la vida del niño, lo acompaña a la escuela, a sus terapias y en cada rutina diaria, se extravió el miércoles por la tarde en inmediaciones de la plaza departamental de Tunuyán. De inmediato, la familia recurrió a las redes sociales pidiendo colaboración. Una búsqueda que tornó en extorsión Al no obtener resultados, y ante la creciente angustia del niño, los padres decidieron ofrecer una recompensa, sin imaginar que eso derivaría en mensajes falsos, estafas y una clara situación de extorsión. Según relataron al medio 8Digital, una pareja se comunicó asegurando tener el peluche, pero puso una condición alarmante: el pago de $200.000. La madre del niño detalló que fueron amenazados: “Nos dijeron que, si no pagábamos, iban a hacer desaparecer el peluche”. A pesar de que la cifra superaba ampliamente lo que habían propuesto como recompensa inicial, la desesperación pudo más, y aceptaron negociar bajo una fuerte carga emocional y estrés. El reencuentro con el peluche La entrega del juguete se pactó en una vivienda del Barrio Bombal, en Tunuyán. Allí, la familia realizó el pago y finalmente recuperó el objeto. “Después de una larga negociación tengo el peluche. Mensajes, llamadas, ofertas, condiciones… Fue increíble todo lo que provocó colocar recompensa. Pero lo tengo y mi hijo volvió a sonreír”, expresó la madre visiblemente conmocionada por lo vivido. Fuente: Los Andes
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