Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Un cruce, mil emociones: nadadores entrerrianos brillaron en Cancún

    Parana » AnalisisDigital

    Fecha: 21/05/2025 23:33

    En un rincón paradisíaco del Caribe mexicano, donde el azul del mar se funde con el horizonte y las olas traen historias desde todos los rincones del planeta, un grupo de nadadores argentinos escribió la suya propia. No fue solo una competencia, ni una hazaña deportiva: fue un acto de fe, de compromiso, de camaradería. Fue un sueño que tomó forma y se hizo realidad en la 20ª edición del Cruce de Cancún, una de las pruebas de aguas abiertas más convocantes del continente. Desde Entre Ríos y bajo la conducción de Andrés Solioz, los representantes del Club Atlético Estudiantes llegaron a Cancún con una idea tan clara como desafiante: nadar con el corazón, y llegar, sin importar el tiempo, la corriente o el cansancio. Y eso fue exactamente lo que hicieron. La competencia se dividió en dos jornadas que mezclaron adrenalina, resistencia y emoción. El sábado fue el turno del tramo de 3.8 kilómetros, una distancia respetable para cualquier nadador, pero aún más en el contexto de mar abierto. Rodolfo Castello y Lucas Grandi protagonizaron una llegada simbólica: juntos, a la par, luego de más de dos horas de nado. Dos amigos que cruzaron la meta como un solo equipo, como una forma de honrar la preparación, la confianza mutua y la identidad del grupo. Pero lo más desafiante estaba por venir: los 10 kilómetros del domingo, una travesía exigente incluso para los más experimentados. Allí estuvieron Joselino Churruarín, Alberto Sampayo, Sergio Guevara, Alberto Bircher y Fabián Paviotti, listos para medir su esfuerzo contra las olas. Diez meses de preparación quedaron detrás de la línea de largada. Por delante, sólo el mar y la determinación. Sensaciones El resultado fue conmovedor: todos completaron la prueba. Y aunque algunos lo hicieron con mayor comodidad y otros luchando cada metro, lo cierto es que cada uno cruzó una frontera personal. “No se trata solo de llegar”, reflexionó Solioz, “se trata de todo lo que atravesás para hacerlo. Se trata de creer que podés”. Más allá de los números y los cronómetros, el verdadero triunfo estuvo en el proceso. Las madrugadas frías, los entrenamientos silenciosos, los miedos enfrentados, las rutinas adaptadas… Todo eso desembocó en una sola palabra: logro. “Como entrenador, no puedo estar más feliz. Verlos llegar fue emocionante. Me enorgullece haber sido parte de este camino con ellos, haberlos guiado, haber confiado”, agregó Solioz, quien también se permitió un mensaje más amplio: “La edad no es una barrera. Si hay compromiso y un equipo que te respalda, cualquier meta es alcanzable”. El Cruce de Cancún dejó una huella imborrable en cada integrante del equipo. Y aunque se trató del cierre de un ciclo, también sembró las bases para nuevas aventuras. “Esto no termina acá. Es solo el principio de lo que se puede lograr cuando se trabaja con pasión”, concluyó el entrenador. En cada brazada hubo más que esfuerzo físico: hubo historias de superación, aprendizajes personales y una profunda sensación de pertenencia. Porque en definitiva, lo que se cruzó en Cancún no fue solo una línea de llegada, sino una frontera interior que, una vez atravesada, ya no permite mirar atrás. Fuente y Foto: NG Digital

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por