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  • La caída del emergente que venía a erigirse en el nuevo jefe del narcotráfico – Página Judicial

    Parana » Paginajudicial

    Fecha: 21/05/2025 16:58

    Quién es el ciudadano paraguayo que se instaló en la provincia y llegó a montar una organización que vendía alrededor de cuarenta kilos de cocaína por mes en distintos barrios de Paraná y alrededores, hasta su caída en un operativo cinematográfico, con una persecución a los tiros con la Policía. Juan Cruz Varela De la Redacción de Página Judicial Paraná, y las ciudades satélites que conforman el área metropolitana, exhibe un mapa desorganizado en el que ninguna banda hegemoniza el narcomenudeo, aunque tampoco se producen disputas por el territorio. El narcotráfico se ha ramificado a lo largo y ancho de la geografía paranaense en forma transversal; aunque a veces da la impresión de que no hay una real dimensión no del negocio en sí, porque es un hecho que hay kioscos de venta de drogas al menudeo en todos los barrios, sino de las grandes estructuras que operan en la ciudad. Esta dinámica ha hecho que el consumo y la venta se vuelvan incontrolables; aun en estado de reconfiguración del negocio, sin grandes jefes al mando, y con emergentes aspirando a quedarse con la porción más grande del territorio. Néstor Rodríguez Sanabria, de nacionalidad paraguaya, 29 años, pudo haber sido. Aterrizó en Entre Ríos hace unos años, corrido por causas judiciales por narcotráfico y lavado de activos en la provincia de Buenos Aires –de las que había sido exculpado– y montó en poco tiempo una empresa que trascendió la escala del narcomenudeo, a tal punto que llegó a vender unos cuarenta kilos de cocaína al mes a través de distintos kioscos en San Benito, donde asentó su base de operaciones, y en los barrios El Sol, Villa Almendral, Paraná XVI y en la zona este de la capital provincial. Lo hizo a partir de la red de contactos que tenía en la provincia de Buenos Aires y, como es habitual, se apoyó en el entorno familiar que hizo en San Benito: lo asistía su pareja, Andrea Fabiana Vargas, comerciante de 43 años; la hija de ella, Dana Milagros Zatti, y su pareja Gerónimo Sebastián Farías; y una red de vendedores en los barrios. La organización operó al menos durante ocho meses; creció de un modo inconmensurable y cayó estruendosamente luego de una cinematográfica persecución, a los tiros con la Policía, por una ruta provincial. El 19 de diciembre de 2024 la Policía había desplegado un operativo frente al parque termal Victoria del Agua y, simulando un control de tránsito, detuvo la marcha de un automóvil Kia Sportage que conducía Rodríguez Sanabria, acompañado por su pareja. Todo fue rutinario hasta que los efectivos les anunciaron que harían una requisa del vehículo; entonces Rodríguez Sanabria aceleró imprevistamente, pretendiendo escapar. Los policías efectuaron disparos que dijeron disuasorios e impactaron en el parabrisas, pero lejos de frenar la marcha, la pareja se dio a la fuga. Hubo intercambios de disparos en una persecución frenética que recién terminó veinticinco kilómetros más adelante, cuando un retén policial obligó a Rodríguez Sanabria a detenerse. Pero lejos de entregarse, la pareja se atrincheró dentro del vehículo y los policías tuvieron que romper los vidrios para sacarlos y dar fin al procedimiento. En un principio hubo sorpresa y desconcierto de los policías, ya que no encontraron droga en el vehículo, como preveían. Tenían, sí, un bolso con 282.070 pesos en billetes de distinta denominación, 216 dólares, un boleto de compra del automóvil a nombre de la mujer y dos constancias de transferencia de Western Union 810.530,06 pesos. Las dudas se disiparon un rato más tarde, durante un rastrillaje, donde detectaron que el vehículo se había desviado circunstancialmente de la ruta, ingresó en un camino vecinal y la pareja descartó un bolso que contenía dieciocho ladrillos de cocaína. Operación Benito La detención de Rodríguez Sanabria y Vargas fue el golpe de gracia para una organización que estaba siendo investigada desde hacía ocho meses por el fiscal federal Leandro Ardoy y la Dirección Toxicología de la Policía de Entre Ríos. Los investigadores desplegaron tareas de inteligencia y escuchas telefónicas, en el marco de una pesquisa que denominaron Operación Benito y les permitió detectar que Rodríguez Sanabria había logrado construir una importante organización dedicada a la venta de drogas al menudeo en distintos barrios de Paraná. Según se determinó, Rodríguez Sanabria y Vargas viajaban cada dos semanas a la provincia de Buenos Aires para adquirir cocaína. Pero con una particularidad: el viaje tenía una escala en Concordia, donde cambiaban pesos por dólares para la adquisición de la cocaína; lo hacían en una cueva a pocas cuadras de la terminal o en una plaza. De vuelta en San Benito, la organización desplegaba el circuito de fraccionamiento, distribución y venta al menudeo en la localidad y también barrios de Paraná. Rodríguez Sanabria y Vargas solían viajar acompañados por Farías y Zatti, que iban en otro vehículo, abriendo camino y alertando sobre posibles controles policiales. Pero aquel 19 de diciembre iban solos. Una semana antes, la pareja había viajado a México para unas vacaciones. Recién volvieron siete días después, quedaron detenidos y fueron procesados por el rol que desplegaban en la banda. En distintos procedimientos fueron detenidas siete personas. Al cuevero le incautaron 61.600 dólares, 55,7 millones de pesos, 4.390 euros, pesos uruguayos, reales y guaraníes; pero el juez Leandro Ríos le dictó la falta de mérito por considerar que desplegaba una actividad independiente del narcotráfico. La caída de Rodríguez Sanabria parece exhibir el fin de una organización que pudo erigirse como un nuevo emergente en el negocio, alguien que podría haber reemplazado a los jefes más importantes del negocio.

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