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  • La belleza de la semana: el dulce sabor de las despedidas

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 19/05/2025 04:46

    La belleza de la semana: el dulce sabor de las despedidas Todo lo vivido recobra sentido, se eleva, se potencia y se compacta en el momento de decir adiós. Un instante eterno e inolvidable. La despedida cierra un mundo pero abre otro aún más grande. Ayer fue hermoso, mañana será terrible. El tango “Adiós amor” de 1939, cuya letra compuso Mario César Gomila, decía: “Vives todavía / en el alma mía / como una emoción serena, / mezcla de dulzura y pena”. Oh, el sabor de las despedidas. “Es tan corto el amor y tan largo el olvido”, escribió Neruda. No siempre es amor romántico, también fraternal o familiar. El dolor no se matiza. ¿Qué hizo el arte con esta secuencia universal? ¿Cómo llevaron al lienzo los pintores el momento definitivo, el adiós al amor total? A continuación, un recorrido. Pequeño apocalipsis Max Beckmann pintó Despedida en 1942, durante su exilio en Ámsterdam. Según detalla la Colección Carmen Thyssen, donde actualmente se exhibe, la pintura representa una escena en la que una pareja ocupa el primer plano. Una mujer al centro, con un pañuelo amarillo sobre la cabeza, y un hombre a la derecha, vestido en tonos verdes y azules. La composición incluye elementos oscuros y enigmáticos. El cuadro fue realizado en un contexto de guerra. Max Beckmann pintó "Despedida" en 1942, durante su exilio en Ámsterdam De acuerdo con el escritor Stephan Lackner, puede interpretarse como una alusión al mito de Ulises y al concepto de exilio, un tema recurrente en la vida del pintor. Beckmann se refería a sí mismo como “pauvre Odysseus” (pobre Ulises). Sin embargo, en este período, el artista también estaba profundamente influido por la iconografía del Apocalipsis, como lo demuestra la presencia del animal oscuro en la pintura, que podría simbolizar la bestia descrita en el libro de San Juan. El estilo de Beckmann en Despedida se caracteriza por un trazo vehemente y expresivo, que evita el detallismo en favor de una construcción más simbólica y emocional. No se limita a representar figuras, las integra en un diálogo visual cargado de tensión. Tragedia en el mar Adieu!, del pintor francés Alfred Guillou, representa una de las obras más conmovedoras del realismo marítimo de finales del siglo XIX. Según detalla Miguel Calvo Santos, esta pintura de 1892 “emocionaría a cualquiera”. La escena es desgarradora. En medio de un mar embravecido que domina todo el cuadro, un marinero sostiene el cuerpo sin vida de su hijo pequeño. La embarcación en la que viajaban ha sido volcada por una tormenta, dejando a ambos a merced de las olas. El hombre, en un gesto de desesperación y amor, parece dar un beso de despedida al niño, cuyo cuerpo inerte deja claro que cualquier intento es en vano. La ausencia de un horizonte en la pintura refuerza la sensación de desamparo. "Adieu!", del pintor francés Alfred Guillou, representa una de las obras más conmovedoras del realismo marítimo de finales del siglo XIX El impacto de la obra fue tal que el Estado francés adquirió el lienzo y lo incluyó en la prestigiosa Exposición Universal de 1900, donde obtuvo una medalla, consolidando así el reconocimiento de Guillou como uno de los artistas periféricos más destacados. La mano-garra Realizada en 1978 por el pintor y escultor español Guillermo Silveira, en su etapa de madurez, El adiós se encuentra actualmente en una colección particular en Badajoz, España, ciudad donde fue pintada, en la casa estudio que entonces tenía. De acuerdo con los registros históricos, existe una versión anterior de esta pintura que fue presentada por primera vez en la sala de exposiciones del Liceo de Mérida a finales de 1961. Sin embargo, el paradero de esta versión inicial es desconocido. En aquel momento, el poeta y periodista Manuel Villamor, del diario Hoy, describió la obra: “La madre agarrota el abrazo. No puede detener lo irremediable. La hija se marcha, ¿definitivamente? El tren, al fondo, tiene hormigueo de partida”. Realizada en 1978 por el pintor y escultor español Guillermo Silveira, en su etapa de madurez, "El adiós" se encuentra actualmente en una colección particular en Badajoz Este análisis subraya la intensidad dramática de la escena, en la que el padre, en un segundo plano, observa sin intervenir, mientras la madre parece aferrarse desesperadamente a su hija. No sabemos el motivo, pero sí el dolor familiar. La mano de la madre, descrita como una “mano-garra” en la crítica de Villamor, añade un elemento de tensión y desesperación que refuerza la carga emocional de la escena. Este detalle, junto con la presencia del tren al fondo, sugiere un adiós definitivo. Hondo pesar enigmático Gabriel Maureta y Aracil, destacado pintor español del siglo XIX, tiene varias obras famosas. Una de ellas se titula La despedida, óleo sobre lienzo realizado en 1862, que se encuentra en depósito en otra institución, según el registro del Museo del Prado. Esta pintura, de ambientación veneciana, representa a un hombre que se despide en una escalera de dos damas vestidas con trajes del siglo XVI. La escena, cargada de detalles historicistas, refleja el interés del artista por los ambientes de épocas pasadas. Gabriel Maureta y Aracil, destacado pintor español del siglo XIX, tiene varias obras famosas. Una de ellas se titula "La despedid" En la composición, el motivo de la despedida es enigmático, igual que el vínculo de los tres protagonistas de la obra. Sin embargo, en la expresión de sus rostros se vislumbra un hondo pesar. Ellas se abrazan, él con el sombrero en la mano. El enigma persiste. La obra fue presentada en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1862, donde recibió una Mención de Honor, un reconocimiento que consolidó la reputación de Maureta como un pintor de talento y dedicación. Adiós hijo En 1887, el español Antonio Amorós y Botella presentó La última despedida en la Exposición Nacional de Bellas Artes. En el óleo captura un momento histórico y emocional entre Leonor Núñez de Guzmán y su hijo Fadrique Alfonso de Castilla. En 1887, el español Antonio Amorós y Botella presentó "La última despedida" Según el Museo Nacional del Prado, la escena representa la despedida de Leonor, amante del rey Alfonso XI de Castilla, de su hijo Fadrique, en presencia de María de Portugal, esposa del rey. La escena se sitúa en el siglo XIV, cuando Leonor de Guzmán, tras ser apresada en Carmona, fue llevada a Llerena por la reina viuda María de Portugal. En Llerena, Fadrique, quien ostentaba el título de Maestre de Santiago, obtuvo permiso para ver a su madre. Madre e hijo intercambiaron suspiros y sollozos en lugar de palabras, hasta que el carcelero los obligó a separarse para siempre. Esta escena, cargada de silencio y dolor, presagiaba la tragedia que pronto se desencadenaría.

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