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Federal » El Federaense
Fecha: 19/05/2025 01:02
José Alberto “Pepe” Mujica, reconocido como un ícono de la política latinoamericana, dejó una huella imborrable durante su periodo como presidente de Uruguay (2010-2015). Nacido en Montevideo en el seno de una familia humilde de raíces vascas e italianas, su vida estuvo marcada por la lucha y la resistencia desde muy joven. En su adolescencia, Mujica comenzó su trayectoria en el Partido Nacional, pero se unió en los años sesenta al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, una guerrilla urbana influenciada por la Revolución Cubana. Su activismo político lo llevó a ser encarcelado durante casi 15 años durante la dictadura militar, donde sufrió torturas y aislamiento, experiencias que forjaron su filosofía de vida basada en la sobriedad y la humanidad. Con el retorno a la democracia, Mujica resurgió como figura política dentro del Frente Amplio, ocupando roles como diputado, senador y ministro de Ganadería, hasta alcanzar la presidencia. Su gobierno se caracterizó por implementar políticas progresistas, como la legalización de la marihuana, lo que convirtió a Uruguay en el primer país en regular su consumo para combatir el narcotráfico. También impulsó la despenalización del aborto y el matrimonio igualitario, posicionando al país como un referente en derechos civiles. Desde una perspectiva económica, bajo su liderazgo, la pobreza se redujo del 40% al 12%, y logró mantener un crecimiento constante priorizando la equidad social. Mujica, conocido como “el presidente más pobre del mundo”, vivió de manera austera en una modesta chacra, donando el 90% de su salario. El legado de Mujica trasciende las fronteras de Uruguay. Su emotivo discurso en la ONU, en el que criticó el consumismo y abogó por la sostenibilidad, resonó en diversos contextos globales. Además, fomentó la integración latinoamericana a través de Mercosur y CELAC, manteniendo una postura independiente en su política exterior. Su coherencia entre discurso y acción, junto al rechazo a los lujos, lo han convertido en un modelo de ética política en una región que suele estar marcada por la polarización y la corrupción. La reciente muerte de Mujica cierra un capítulo, pero su vida continúa inspirando a nuevas generaciones a priorizar la justicia social, la sencillez y la coherencia en la política latinoamericana. El estilo y perspectiva de vida de Mujica permanecen vigentes en la izquierda latinoamericana actual, y su velorio fue testimonio del profundo respeto y afecto que líderes de la región le profesan, destacando su importancia en la actualidad de los presidentes de izquierda.
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