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» El litoral Corrientes
Fecha: 18/05/2025 17:27
Por Eduardo Ledesma Versión gráfica: Belén Da Costa En el episodio 9 de Eduardo Ledesma Pregunta, hablé con Tamara Alegre, profesora, antropóloga y referente en estudios etnográficos sobre la lengua. Ella nos invita a reflexionar sobre el bilingüismo en Corrientes, la transmisión del guaraní y los desafíos para su revitalización. Desde su tesis “Hablar en bilingüe” hasta su trabajo en la Cátedra Guaraní y programas de radio, comparte cómo las prácticas lingüísticas impactan en las identidades culturales y sobre lo que todavía resta por hacer tras 20 años de la sanción de la ley que oficializó el idioma guaraní en la provincia. ¿Quién es Tamara Alegre? Me gusta pensar que soy alegría. Soy una mujer correntina, en este momento tengo 33 años, hago docencia, investigación y extensión desde la universidad. Con el tiempo devine en una activista de la lengua guaraní, desde la Cátedra Guaraní y también de la universidad. Soy bailarina, fotógrafa, hija, amiga, compañera, muchas cosas. Nosotros queríamos hablar con vos entre otras cosas por este libro: “Hablar lenguas indígenas hoy”. ¿Qué es eso? Es un trabajo colaborativo sobre experiencias en Corrientes, Chaco y Santiago del Estero, con Virginia Unamuno, Carolina Gandulfo y Héctor Andrían. Y este texto tiene trabajos que se fueron haciendo en distintos lugares. Es un texto colaborativo. Y ahí hay un texto tuyo, y cuando yo leo ese texto, por alguna razón me genera un impacto, que inmediatamente le pregunté a Carolina Gandulfo, ¿quién es esta chica? ¿dónde está? Ahí contás muy brevemente tu historia, pero también muy contundentemente, y supongo yo que ahí está el por qué vos ahora sos una activista del guaraní. ¿Querés contar o querés que lo leamos? Lo voy a leer. Este texto en algún punto marca el inicio de una búsqueda, que es lo que me tiene todos los días despierta haciendo cosas. Y dice así: “Y nunca pude conversar con vos, querida bisabuela, justamente en medio de las preguntas que me estabas haciendo. Nos encontramos las dos, sin intérpretes, sin traductores. Teníamos que pasar de a uno a verte en la sala de terapia intensiva, estabas tan chiquita, tan vulnerable, nunca te había visto así. Me acerqué a tu camilla y al rato me hablaste y solo en guaraní. No entendí y no lograré saber qué fue lo que me dijiste. ¿Me habrás pedido algo? ¿me habrás contado algo que tenía que saber? No sabía qué responderte, si te dolía algo, si moverte la almohada, si podía acariciarte. Atiné a decirte que llamaría al tío para que podamos ayudarte, y salí a buscarlo. Ese es el último recuerdo que tengo con vos, y sin dudas, uno de los más tristes”. Este texto es un texto muy sensible. Muchas cosas pasaron a trece años de este texto. Lloré un montón, ahora lo puedo leer, pero fue descubrir a mis veinte años, que es cuando escribo este pasaje, que yo nunca había conocido a mi abuela. Ella hablaba solo guaraní y yo solo castellano. Para mí fue un shock confirmar que no la pude conocer, teniéndola. Eso me llevó a preguntarnos cómo llegamos de esa generación monolingüe guaraní a una cuarta generación monolingüe castellano. Yo me encuentro con el guaraní gracias a una etnografía, que se titula “Entiendo, pero no hablo” que es de Carolina Gandulfo. Ella fue mi profesora de la Cátedra de Antropología Social y Cultural. Yo descubrí en la Facultad algo que tenía en mi casa, básicamente. Ella también escribe uno de esos textos que están en ese libro y describe un poco tu caso. Vos en el año 2012, según dice ella, le dijiste: “Profe, mi familia es el caso típico del discurso de la prohibición”. Si vos le dijiste esto así en el año 2012, es como mucho, porque sigue siendo mucho hoy, poder conceptualizar de esta manera lo que fue eso que te pasó. Mi bisabuela era monolingüe guaraní, de nuevo ahí hay otro concepto. Mi abuela habla guaraní y castellano, mi mamá entiende pero no habla, ahí está el best-seller, y yo no entiendo ni hablo. Entonces ahí hay todo un proceso. El guaraní está atravesado por años y años de prohibición, por años y años de decirnos que el guaraní era una lengua inadecuada, era el idioma de los indios, los hablantes del guaraní sufrieron una subestimación sistemática que generó sufrimiento por la discriminación, porque en algún momento hasta nos decían que hablar el guaraní fue y es pecado y además pernicioso para el ascenso social. Una cantidad de cosas. Entonces a vos ahí tu abuela te dispara todo eso. Claro, porque en simultáneo yo estaba descubriendo esta etnografía. Que hay gente interesada por el guaraní, que para mí lo fuerte de pensar conceptualmente ahora una ideología lingüística, que es lo que Carolina propone como el discurso de la prohibición del guaraní, hay gente que dice “a mí nunca me prohibieron”. Tenemos también esa generación a la que no se le prohibió y que pudo escuchar, pudo aprender, así como autodidactamente, con una participación de escuchar las conversaciones. Pero el hecho de que un papá o una mamá haga un esfuerzo en hablar a sus hijos en español o en castellano para que les vaya bien en la escuela, también es otro modo de no brindarte o no acercarte al idioma. ¿Y vos al día de hoy no sabes qué te dijo tu bisabuela? No sé qué me dijo, pero por ahí me dicen que en realidad el mensaje llegó porque fue performático. No importa lo que dijo. Como que ya no importa si puedo traducir lo que me dijo, sino lo que ella me pudo transmitir en guaraní, que fue un deseo de saber, de entender y hoy por hoy de hacer algo que más que por la lengua, es por los hablantes de la lengua, de que la gente que ya habla para que pueda vivir en guaraní y para quienes estamos en un proceso de recuperar la lengua propia como segunda lengua, de poder vivir también en guaraní. Terminó en una intención, una búsqueda, una misión. Pero viste que en los campos nuestros es común que haya una transmisión de saberes, incluso saltando generaciones. Es común también eso de que alguien vea en el otro una descendencia, alguien que pueda recibir ese legado. Sí, yo en ese momento estaba estudiando para ser profe en Ciencias de la Educación. No me hubiese imaginado que trece años después yo estaría trabajando para la cátedra guaraní de la UNNE, era algo impensado en ese momento. Pero creo que tiene que ver con esto, hubo familias que pensaron que al hablarle en castellano a su hijo era para que puedan vivir mejor y en realidad hoy nos estamos dando cuenta que vamos a vivir mejor si podemos hablar en la lengua de nuestro territorio y también en castellano y también en inglés y en chino, si quisiéramos. Pero también hay como una idea, que en eso la academia en su momento hizo lo suyo, de hacernos creer que el guaraní te trababa la lengua y hoy por hoy sabemos que mientras más lenguas tenés en tus repertorios lingüísticos tenés más perspectivas sobre el mundo. Son distintos modos de ver, de entender, de sentir. Hay una realidad y es que estas personas hablantes del guaraní usaban también el idioma con estrategias múltiples, ¿no? Total. Para reírse, para cuerear a otro. Sí, ese es el que siempre se cree. O para decir algo que un niño no podía escuchar, ponele. Tiene otros usos, además de la comunicación interpersonal. Ahí yo me puedo remitir a mi experiencia en esto que decimos de los saltos que parece que hay en las generaciones. Mi abuela me hablaba con mucho amor en guaraní. Y bueno, esto creo que muchos correntinos y correntinas se van a identificar, porque muchas veces los abuelos nos transmiten su cariño, su afecto, su amor en guaraní. Incluso la picardía que está presente en los chistes sí, pero hay mucho del mundo emocional que se transmite con la lengua. Sabes que yo usé una frase una vez que me la tomé prestada de Luis Landriscina, que decía que ponerle el guaraní a las cosas era hablar en el idioma de la sinceridad. Es tan genial esa frase y es un poco lo que me estás contando. Sí. Por ejemplo, pienso en el respeto que se tiene cuando los adultos hablaban en guaraní y los niños no pueden escuchar algo. En ese sentido, yo creo que cuando uno está expuesto a más conversaciones en guaraní, terminás aprendiendo. La gente que aprendió, la generación de los padres o los abuelos, aprendieron porque esos adultos creían que no les iban a entender, hay algo de eso ahí. Hoy por hoy estamos como con un pedido, y aprovecho este espacio ya que va a ver y escuchar gente de Corrientes y de la zona, que quien sabe se anime a hablar, se habilite a hablar, que use más la lengua. Porque hay mucha gente que está queriendo como yo encontrar su guaraní. Somos una generación de nietos, nietas, nietes, como quieran llamarse, que está buscando su guaraní.
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