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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 18/05/2025 05:06
La brucelosis es una zoonosis que afecta a cerdos y humanos en Argentina donde Brucella suis representa el 60 por ciento de los casos detectados - REUTERS/Rodolfo Buhrer/Archivo Un equipo de científicas del CONICET dio un paso relevante en la búsqueda de una vacuna contra la brucelosis porcina, una enfermedad infecciosa de transmisión animal que representa un problema de salud pública y una carga económica considerable para la producción agropecuaria en Argentina. La investigación, publicada en la revista Frontiers in Immunology, describe un enfoque experimental que utiliza estructuras liberadas por la propia bacteria para activar el sistema inmune y evitar la infección. La brucelosis afecta a vacas, cabras, cerdos y también a seres humanos. Si bien existen vacunas para el ganado bovino y caprino, actualmente no hay inmunizaciones disponibles para porcinos ni para personas. Las investigadoras Mariana Ferrero, Magalí Bialer y Ángeles Zorreguieta trabajan juntas en el laboratorio para que el país tenga la primera vacuna contra la brucelosis porcina (Conicet) En este contexto, el avance logrado por investigadoras del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Buenos Aires (IIBBA, CONICET–Fundación Instituto Leloir) y del Instituto de Estudios de la Inmunidad Humoral (IDEHU, CONICET–UBA) abre una posible vía de prevención para una de las variantes más relevantes del agente infeccioso: Brucella suis. “Este avance representa un paso importante hacia el desarrollo de una vacuna contra la brucelosis porcina, que podría ayudar a controlar la transmisión de la bacteria y reducir su impacto en la salud pública y la producción animal”, afirmó Magalí Bialer, investigadora del CONICET y primera autora del trabajo junto con Florencia Muñoz González, del IDEHU. “Se probó nuestra vacuna a ver si era reconocido por el suero de los cerdos infectados. Finalmente, se determinó que en un hospedador naturalmente infectado, hay reconocimento de estos antígenos presentes en la vacuna, lo que significa un paso fundamental para futuros ensayos en animales y clínicos. La inmunogenicidad significa observar si se despierta una reacción de anticuerpos. Cuando se prueba la protección, hay que llevarlo a fase de ensayo animal.”, agregó Bialer. La brucelosis puede transmitirse por contacto directo con animales productos lácteos contaminados o inhalación de partículas infecciosas (medlineplus.gov) La Brucella suis es la especie bacteriana que con mayor frecuencia se detecta en pacientes humanos con diagnóstico confirmado de brucelosis. Así lo explicó Mariana C. Ferrero, investigadora del CONICET, quien participó en la coordinación del estudio desde el IDEHU junto a Ángeles Zorreguieta, jefa del Laboratorio de Microbiología Molecular y Celular de la Fundación Instituto Leloir. “En nuestra investigación estudiamos una proteína llamada MapB, presente en la membrana de la especie Brucella suis, que es clave para mantener la integridad de la envoltura celular de la bacteria y, por lo tanto, un posible blanco para nuevas estrategias de prevención”, señaló. El enfoque que propone el grupo investigador no se basa en microorganismos inactivados ni en la bacteria viva atenuada. Utiliza una plataforma conocida como vesículas de membrana externa (OMVs, por sus siglas en inglés), pequeñas partículas que la bacteria libera en forma natural y que contienen fragmentos de su estructura. Estas vesículas permiten diseñar vacunas acelulares, es decir, inmunizaciones que no contienen al patógeno completo y que por esa razón no implican riesgo de provocar la enfermedad. El proceso experimental incluyó el análisis comparado de OMVs obtenidas de dos cepas bacterianas: una convencional y otra genéticamente modificada para que no exprese la proteína MapB. El equipo vacunó a ratones con ambas formulaciones y luego los expuso a una infección simulada. Según describió Bialer, “la vacuna basada en las OMVs de la cepa modificada produjo una respuesta inmune más fuerte”. La eficacia se confirmó tras detectar una menor presencia de la bacteria en los animales inmunizados. Investigadoras del CONICET desarrollaron una estrategia experimental basada en vesículas bacterianas para prevenir la brucelosis porcina (Conicet) “Para evaluar la protección conferida por la vacuna, además expusimos a los roedores a la bacteria, simulando una infección real, y observamos que en los vacunados disminuyó el ingreso de Brucella”, explicó la experta microbióloga. Una segunda parte del estudio evaluó si los componentes presentes en las OMVs eran reconocidos por el sistema inmune del hospedador natural. Para ello se utilizaron sueros de cerdos que habían contraído brucelosis en forma espontánea. “También analizamos sueros de cerdos que habían sido infectados naturalmente con Brucella suis y encontramos que reconocían los antígenos de las OMVs, lo que sugiere que contienen los componentes necesarios para activar el sistema inmunológico en el hospedador natural”, indicó Muñoz González. Este tipo de estrategia vacunal se diferencia de los abordajes clásicos porque apunta a reproducir una señal biológica sin introducir al organismo completo. La ausencia de la bacteria entera reduce los riesgos asociados a una inmunización, sin comprometer la capacidad del sistema inmune para reconocer y neutralizar la amenaza. “Estas OMVs pueden usarse como vacunas acelulares, es decir, que no poseen la bacteria completa y, entonces, no pueden causar la enfermedad”, precisó Bialer. Qué es la brucelosis En 2023 Argentina registró el mayor número de casos de brucelosis desde 2019 con Brucella suis como la especie más frecuente . REUTERS/Rooney Chen La brucelosis es una enfermedad zoonótica, es decir, de origen animal, que puede transmitirse a los humanos. En la mayoría de los casos, el contagio ocurre por contacto directo con animales infectados, por la ingestión de productos derivados de animales contaminados, especialmente lácteos sin pasteurizar, o por la inhalación de partículas que contienen la bacteria. En menor medida, puede haber transmisión de madre a hijo durante el embarazo, pero no se propaga entre personas. En términos clínicos, se trata de una enfermedad sistémica que puede provocar cuadros agudos o crónicos. Entre los síntomas más frecuentes se encuentran fiebre prolongada, sudoración excesiva, fatiga, cefalea, pérdida de apetito y dolor muscular. En casos graves puede generar afectación neurológica, hepática, ósea o reproductiva. Para el ganado, representa un problema económico significativo: causa abortos, infertilidad y disminución en la productividad. Existen doce especies del género Brucella identificadas hasta la fecha, pero solo tres se consideran altamente zoonóticas. Brucella abortus es la responsable de los casos en bovinos, Brucella melitensis se detecta sobre todo en cabras y ovejas, y Brucella suis tiene como principal reservorio al cerdo. La investigación fue realizada en el Instituto Leloir y el IDEHU ambos centros de referencia en microbiología e inmunología del CONICET En Argentina, los casos de brucelosis se notifican de forma obligatoria desde la década de 1960. El primer registro confirmado se remonta a 1922. Según datos del Boletín Epidemiológico Nacional número 712, “en 2023 se registró el mayor número de casos confirmados de brucelosis del período 2019-2023 con Brucella suis como la especie más común (60%), seguida de Brucella abortus (17%) y Brucella melitensis (13%)”. La Organización Mundial de la Salud calcula que se notifican cerca de 500 mil casos anuales en todo el mundo, aunque el número real podría ser más elevado por la dificultad de detección en regiones con escaso acceso a servicios médicos. Se estima que 2.400 millones de personas viven en zonas de riesgo. El problema es global y su control requiere soluciones accesibles, seguras y específicas para cada especie de Brucella. El trabajo liderado por el equipo argentino se enmarca en una línea de investigación estratégica para reducir el impacto de enfermedades infecciosas vinculadas a la actividad agropecuaria. Si bien el desarrollo de una vacuna requiere etapas posteriores de validación y ensayo clínico, los resultados obtenidos en laboratorio permiten avanzar hacia modelos más sofisticados de inmunización para cerdos. “Nuestros hallazgos indican que las OMVs son prometedoras candidatas vacunales porque generan una respuesta inmune fuerte y brindan protección frente a la infección con Brucella suis”, destacó Pablo Baldi, director del IDEHU, investigador del CONICET y coautor del estudio. Científicas argentinas comprobaron que cerdos infectados naturalmente reconocen los antígenos presentes en las vesículas experimentales A diferencia de otras zoonosis donde el agente infeccioso es controlado mediante campañas de vacunación animal, la brucelosis porcina carece de herramientas inmunológicas aprobadas. Esta carencia limita las estrategias de prevención tanto en criaderos como en poblaciones humanas expuestas, sobre todo trabajadores rurales, veterinarios y personas en contacto frecuente con productos animales. Las autoras del estudio pertenecen a laboratorios de referencia en microbiología e inmunología, con experiencia en desarrollo de tecnologías aplicadas a la salud pública. El descubrimiento no sólo fortalece la investigación local, sino que plantea una solución tecnológica basada en ciencia argentina para un problema persistente en el país. Las vesículas de membrana externa no son un recurso nuevo en microbiología, pero su aplicación como plataforma vacunal frente a la brucelosis representa una vía innovadora en un campo que lleva décadas sin avances significativos para porcinos. La posibilidad de adaptar esta tecnología para otras especies de Brucella o incluso para uso humano podría ampliarse si los resultados se replican con éxito en futuras fases del estudio. Este avance refuerza la necesidad de inversión continua en ciencia básica, con impacto directo sobre la sanidad animal y la salud pública. En un contexto de alerta global por enfermedades zoonóticas, cada hallazgo que permite anticipar o prevenir infecciones representa una herramienta fundamental para la seguridad sanitaria del futuro.
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