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» El Ciudadano
Fecha: 18/05/2025 03:45
Por Candela Ramírez A poco más de dos semanas del estreno en Netflix de El Eternauta, una adaptación de la historieta guionada por Héctor Germán Oesterheld e ilustrada por Francisco Solano López, la audiencia sigue nutriendo la conversación pública que revisita este relato publicado por primera vez en 1957. La ficción protagonizada por Ricardo Darín en el papel de Juan Salvo, generó récords de audiencia en Argentina y continúa siendo la serie de habla no inglesa más vista a nivel mundial. Sigue primera en 23 países, como Italia, España, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, México, entre otros. Ese interés se vio en redes sociales y medios de comunicación así como en lugares de trabajo o reuniones familiares o entre amigos. En este marco, El Ciudadano repasa la historia de su creador, Oesterheld, y enumera algunos sitios o libros donde seguir conociendo su vida y su obra. Vida del autor Héctor Germán Oesterheld nació el 23 de julio de 1919 en Buenos Aires. Su padre, alemán; su madre, argentina con ascendencia española y vasca. Creció en una casa con una gran biblioteca: desde muy chico leía diversos libros, entre los que se destacan autores como Robert Louis Stevenson, Julio Verne, H.G. Wells. Aunque décadas más tarde se convertiría en un referente del mundo de la historieta, en su infancia y juventud no era lector de ellas. De adulto también leería con voracidad a Jorge Luis Borges y Horacio Quiroga, entre otros. Con el tiempo se fue convirtiendo en un hombre muy curioso y culto: le gustaba mucho el cine, la literatura y también la ciencia. Empezó a estudiar Geología en la Universidad de Buenos Aires (UBA), carrera que le llevó unos años más de lo planeado justamente por todos estos intereses que tenía más allá de sus estudios. Durante aquellos años trabajó en el Banco de Crédito Industrial y en Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). Le iba bien y viajó por muchas regiones del país debido a último trabajo. En 1943 se produjeron dos hechos que marcaron su vida: el diario La Prensa publicó su primer cuento y, ese año también, conoció a Elsa Sánchez. Ya trabajaba como corrector en ese medio gráfico y estaba cada vez más interesado por el mundo editorial. Con Elsa se casaría en 1947. Cuando se conocieron ella tenía 19 y él, 26. Oesterheld ya escribía cuentos para chicos, cuentos para adultos y textos de divulgación científica. En 1951, se dio otro hecho significativo en su carrera: escribió su primer guion de historieta. Fue su primer acercamiento al mundo del cómic. Cargamento Negro se publicó en Revista Cinemisterio, de editorial Abril, con ilustraciones de Eugenio Zoppi. Nunca abandonó tal oficio. Desde entonces, haría todo lo que estuviera a su alcance para poder dedicarse exclusivamente a la historieta. En 1952 nació la primera hija del matrimonio Sánchez-Oesterheld, Estela. Diana nació en el 53 y decidieron mudarse a Beccar, en el partido de San Isidro, al norte de Buenos Aires. En 1955 nació Beatriz y en 1957 Marina. Allí crece y se expande esta familia: en el chalet que sería replicado en las viñetas de El Eternauta. La casa se convirtió en lugar de reunión de reconocidos historietistas e ilustradores como Hugo Pratt, Breccia y Sola López. Contexto de publicación En la Argentina de los años cincuenta se publicaban al menos sesenta revistas de historietas. Era un género muy consumido por la población, accesible para trabajadores y trabajadoras. Una de las más vendidas fue Misterix que llegó a publicar 220 mil ejemplares por semana. Ese número sería superado por la revista que publicaría El Eternauta. Entre 1951 y 1957, Oesterheld empezó a publicar para Editorial Abril y se convirtió en un nombre reconocido en el mundo de las historietas. En el 57, junto a su hermano Jorge, fundaron su propio sello editorial: Frontera. Desde ahí publicaron Hora Cero, emblemática revista de historietas que desde el 4 de septiembre de ese año publicó la saga de El Eternauta. Se publicaban tres páginas de viñetas por edición. Desde 2011, el Archivo Histórico de Revistas Argentinas (Ahira) resguarda parte del patrimonio cultural de este país que creó cientos de revistas culturales de renombre, donde se publicaban desde ensayos, críticas, reseñas, hasta cuentos, entrevistas, historietas. El sitio web pone a disposición “colecciones digitalizadas de revistas y publicaciones periódicas, con sus índices completos, y el acceso a los artículos críticos que las tienen como referencia”. En este link se puede acceder a las ediciones originales de El Eternauta, que se publicó durante dos años, hasta 1959. Oesterheld también dio vida a personajes e historias grabados en la memoria de los lectores del cómic en este país: Ernie Pike, Bull Rocket, Sargento Kirk, Randall The Killer, entre otros. Una curiosidad: el rostro del personaje corresponsal de guerra, Ernie Pike, se dibujó a imagen y semejanza del rostro del propio Oesterheld. Así, parece, se lo indicó al ilustrador Pratt. Además, entre 1953 y 1957 se publicó en Argentina la revista Más Allá, de editorial Abril, la primera de ciencia ficción en el país. Surgió como una franquicia local de la norteamericana Galaxy Science Fiction y su nombre completo fue “Más Allá de la Ciencia y de la Fantasía. Revista mensual de aventuras apasionantes en el mundo de la magia científica”. Justamente, Ahira en su web aclara que “su aporte de ninguna manera podría reducirse al de un epígono o avatar de aquella” revista anglosajona. Sigue: “Más Allá fue la primera revista argentina dedicada a la ciencia ficción y a la divulgación científica que pudo sostenerse a lo largo de 48 números y que gozó de una amplia comunidad de lectores y lectoras tanto en Argentina como en otros países de habla hispana”. En este link pueden verse aquellas ediciones completas. Oesterheld publicó dos relatos en esta revista. En una entrevista, diría: “A mí me tira la ciencia ficción, es la pura imaginación. [Al escribir ciencia ficción] se pueden decir muchas cosas, políticas por ejemplo”. Sobre el contexto de publicación también cabe mencionar que desde 1955 Argentina padeció un nuevo tipo de golpes de Estado (el primero, en 1930) que habilitaría una violencia política más feroz: en junio de 1955 aviones de las Fuerzas Armadas tiraron toneladas de bombas en Plaza de Mayo con el objetivo de matar al presidente de entonces, Juan Domingo Perón. No lo consiguieron, pero asesinaron a más de 300 argentinos y argentinas que estaban ese día en la plaza frente a la Casa Rosada. En septiembre, darían el golpe final: la autoproclamada “Revolución Libertadora”. Se abrió entonces un periodo signado por la persecución política y proscripción de toda actividad y participación electoral del peronismo. Perón comenzó un exilio que duraría 18 años. En el medio, Argentina tambaleó entre democracias débiles (ya que el partido que representaba a las grandes mayoría estaba prohibido) y consecutivos golpes militares que fueron afilando los colmillos y aplicando, cada vez, represiones más graves a la protesta social. En esa Argentina se crían las cuatro hijas de Oesterheld. Esta falta de libertad, la pregunta de por qué la sociedad tiene que soportar regímenes autoritarios y un contexto global donde ya habían irrumpido la Revolución Cubana (1959) y el Mayo Francés (1968), tuvo su eco en esas reuniones sociales en el chalet de Beccar, al que empezaron a asistir también las amigas y amigos de las cuatro hijas que se empezaron a acercar cada vez más a la militancia política. Sobre El Eternauta En estas semanas en las que tanto se habló sobre la adaptación estrenada en Netflix, uno de los rasgos que impresiona es el montaje de distopía e invasión en Buenos Aires. Este punto de vista tuvo el mismo impacto en los lectores de fines de los cincuenta: consumir una historia de ciencia ficción que tiene lugar en la capital argentina era una enorme novedad. Pero no fue el único rasgo rupturista del Oesterheld: la construcción de los personajes se distinguió de las que había hasta ese momento en el cómic. El género había nacido a fines del siglo XIX en diarios de Estados Unidos y se empezó a expandir cada vez más en el siglo XX. La explosión en ventas de revistas específicamente de historietas en Argentina fue bastante singular pero sus relatos, en general, replicaban bastante la forma de contar que tenían los autores yanquis. En cambio, Oesterheld tuvo otra forma de hacerlo: en sus historias, sobre todo en El Eternauta, una vez que son presentados los personajes no tienen una condición de héroe o villano de una vez y para siempre. Son complejos, van evolucionando, tienen contradicciones y lleva tiempo conocerlos a fondo. En otra entrevista, una vez Oesterheld dijo: “Yo pienso que a mí me ayudó la formación humanística que tuve como producto de mis estudios. Y también el hecho de que siempre me mantuve en contacto con la buena literatura. La buena literatura es imperecedera y en ella están los grandes temas del hombre. En definitiva se trata, guardando las distancias, de reflejar en las aventuras de la historieta esos mismos temas. A mí, por ejemplo, nunca me interesaron los superhombres ni los héroes invencibles y todopoderosos. Con ellos sólo pueden construirse malas historietas. Prefiero los hombres comunes, viviendo historias que quizá pueden ocurrirle al lector”. Secuestros Desde fines de los sesenta las hijas de la familia Sánchez-Oesterheld empiezan a acercarse a diferentes formas de militancia: desde centros de estudiantes secundarios o universitarios y también desde la militancia de base, directamente viviendo o trabajando en barrios más vulnerables. El padre sentía una profunda curiosidad, hasta admiración, por estas inquietudes y si bien sus relatos siempre tuvieron fuerte condimento político, eran publicaciones menos explícitas. Esto fue así hasta que publicó una historieta que contaba la vida y muerte de Ernesto “Che” Guevara. Por ello recibió amenazas pero se publicó igual. Más tarde también publicó una sobre la vida y obra de Evita. Oesterheld nunca había participado en ningún partido o sindicato, apenas había intentado agrupar a guionistas de historietas a fines de los cincuenta para reclamar de forma colectiva condiciones de trabajo más justas. No tuvo éxito en tal empresa. Si bien editorial Frontera publicó grandes éxitos que marcarían para siempre la narrativa argentina, se fundió en 1961, en medio de una pelea con su hermano y grandes deudas. Elsa Sánchez le rogaba que volviera su trabajo como científico, que le traía más estabilidad económica, pero no hubo caso: Oesterheld siempre insistió en dedicarse exclusivamente al mundo editorial. Los sesenta fueron una década difícil en términos económicos, con largos viajes de él a Europa (intentando conseguir acuerdos, trabajos), lo que trajo a su vez varios problemas maritales. Mientras, a Elsa no le gustaba nada el acercamiento de su marido y sus hijas a la militancia peronista. No le pasaba lo mismo y, cuando fue la masacre de Ezeiza en 1973, tuvo un muy mal presentimiento. Para entonces el resto de su familia ya se dedicaba de lleno a la militancia. Fue el año del retorno de Perón a la Argentina, el primero de elecciones libres desde 1952 (cuando Perón ganó su segundo mandato interrumpido luego por un golpe de Estado). Al año siguiente, 1974, fue la muerte del líder justicialista. En 1975, ya empezó a operar en el país la banda paraestatal conocida como Triple A: perseguían y mataban militantes políticos o sindicales. El clima se espesaba cada vez más: Montoneros, la agrupación armada de la que Oesterheld y sus cuatro hijas formaron parte, pasó a la clandestinidad. Y de ahí en más, todo fue una tragedia. En 1975 se publicó por primera vez la primera saga de El Eternauta de forma unificada, como libro, con todas las tiras que se publicaron por entrega entre 1957 y 1959. Además, ese año Oesterheld empezó a escribir la segunda parte de El Eternauta, con un Juan Salvo ya volcado de lleno a la militancia política. Su mensaje era decididamente explícito. La tira se empezó a publicar el año del último golpe militar en Argentina, en 1976, el que tuvo como resultado un genocidio. En junio de 1976 empezaron las desapariciones en la familia: en junio, Beatriz, de 19 años, la única cuyo cuerpo fue recuperado por Elsa; en agosto, desaparecieron a Diana, de 23 años y embarazada de seis meses, con hijo de un año que quedaría solo, también desaparecieron a su pareja; en abril del 77, desaparecieron a Oesterheld, se presume que en La Plata, tenía 57 años; en noviembre de ese año secuestraron a Marina, embarazada de ocho meses, y a su pareja; en diciembre del 77 a Estela y a su pareja. El hijo de tres años de Estela llegó a ver a su abuelo Oesterheld en un centro clandestino de detención. No fue apropiado, quedó al cuidado de su abuela Elsa. Así fue cómo la dictadura diezmó a una familia entera: un asesinato, siete desapariciones, dos bebés apropiados. Desde principios de los ochenta, Elsa Sánchez pasó a formar parte de Abuelas de Plaza de Mayo, organismo que busca desde entonces a los hijos e hijas de sus hijos desaparecidos. La mayoría de esos bebés nacieron en cautiverio o fueron robados cuando secuestraron a sus padres. Se calcula que la dictadura se apropió de más de 400 bebés, hasta ahora Abuelas resolvió 139 casos. Elsa Sánchez recibió reconocimientos en Argentina y otros países por su incansable búsqueda, falleció en 2015. Nunca supo nada de sus nietos apropiados. Investigación judicial El apellido Oesterheld figura mucho en las causas de lesa humanidad, no sólo porque son cinco de los treinta mil desaparecidos y fueron secuestrados en distintas ciudades del país, sino también porque Héctor Germán era una figura conocida. Su rostro era conocido. Muchos sobrevivientes, al testimoniar ante la Justicia, refirieron haberlo visto en distintos campos de concentración. El autor de El Eternauta pasó por varios centros clandestinos de detención: el Sheraton, El Vesubio y Campo de Mayo. No sólo lo torturaron sin parar, también los represores le iban contando cómo mataban a sus hijas. Al momento de su detención era un hombre mucho más grande que la mayoría de los desaparecidos, tenía cerca de sesenta años, y todos los testimonios coinciden en el deterioro físico que vieron en él bajo esas condiciones de detención inhumana. Durante el secuestro de Oesterheld, la segunda entrega de El Eternauta se siguió publicando. Probablemente la mayoría de sus lectores no sabían el infierno que estaba pasando el autor que tanto les gustaba leer. Para cuando se publicó la última entrega, es posible que Oesterheld ya estuviera muerto. Tanto él como tres de sus hijas, siguen desaparecidos. Nunca se supo, tampoco, el paradero de los dos bebés apropiados. Abuelas los sigue buscando. Para seguir leyendo Más allá de Gelo, publicado en 2014, es una compilación y edición de cuentos y relatos de autoría de Oesterheld que nunca llegó a publicar. Los compiladores son Mariano Chinelli y Martín Hadis, que ya venían trabajando sobre el archivo del reconocido guionista. En esa búsqueda de documentos dieron con un hallazgo inesperado: un índice. Vieron que Oesterheld tenía un proyecto de libro de cuentos de ciencia ficción y tomaron la tarea de concretar el proyecto. Los Oesterheld, publicado en 2016, por Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami. Es una investigación periodística que reúne de forma coral el testimonio de personas que conocieron de cerca a la familia, tiene como hilo conductor la voz de Elsa Sánchez, esposa de Oesterheld y madre de sus hijas. El trabajo les llevó a las autoras cinco años, tres de pura entrevistas -más de 200- y dos de escritura y chequeo de información. Parte de la historia reconstruida en esta nota se hizo a partir de la lectura del libro. Búsqueda de Abuelas En estas semanas Abuelas de Plaza de Mayo informó que se quintuplicaron las consultas de personas que dudan o desconocen su verdadera identidad. En Rosario, las consultas se triplicaron. Hubo un enorme activismo en redes sociales interpelando a la audiencia, compartiendo la dramática historia de la familia del autor. Si bien desde muchas redes y medios se planteó que la búsqueda de esos dos nietos o nietas Oesterheld “se reactivó” en verdad las búsquedas nunca se desactivan. Lo cierto es que producciones culturales como estas, cada tanto, provocan un impacto enorme que trasciende la ficción. Es importante aclarar que los caminos oficiales siguen vigentes y Abuelas pide a la población que si conocen a alguien de quien sospechan puede ser un nieto apropiado, hablen directamente con Abuelas y no con la persona en cuestión. Son temas sensibles que requieren mucho cuidado. Al mismo tiempo, el organismo recuerda a todos los argentinos y argentinas que las consultas son confidenciales. El organismo trabaja con embajadas de otros países, porque esos nietos que buscan pueden estar viviendo en otro lugar. Y si se confirmara que efectivamente alguien es hijo de desaparecidos, el nieto o nieta no tiene por qué exponerse públicamente, ni mostrar su rostro ni revelar su nombre. Abuelas cuida en cada caso no hacer nada que el nieto o nieta no quiera, sí comparten la historia de los padres desaparecidos. El mensaje más importante del organismo sigue siendo: “Si naciste entre 1975 y 1983 y dudás de tu identidad o conocés a alguien que duda, comunicate con Abuelas. Las entrevistas son confidenciales y pueden venir acompañados por un ser querido o alguien de confianza”.
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