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Federal » El Federaense
Fecha: 18/05/2025 02:55
La barra de Godoy Cruz ha estado en el centro de atención debido a una intensa guerra interna que se ha intensificado con las recientes decisiones judiciales que han sacudido el mundo del fútbol argentino. Todo comenzó con la detención de Diego Aguilera, apodado El Asesino, quien ha liderado la tribuna de Godoy Cruz durante años. Aguilera fue condenado a 13 años de prisión debido a su papel en una red criminal y vínculos con el narcotráfico, un golpe significativo a su clan que ha dominado el fútbol en Mendoza durante más de dos décadas. La sentencia se deriva de una larga investigación que reveló cómo la familia Aguilera había estado involucrada en el tráfico de estupefacientes y en otras actividades ilegales relacionadas con el fútbol. En paralelo, en la provincia de Córdoba, la situación no es diferente. El fiscal actuó de oficio ante los múltiples episodios de violencia entre las facciones de la barra de Belgrano. Ocho miembros, incluyendo sus líderes Loco Tito y Lucas Pavón, fueron acusados en un caso que ha desbordado sobre de un conflicto interno que culminó en tiroteos y heridas graves. A pesar de los tiempos de paz aparentes, la pelea por el control de la barra parece no tener fin. Las penas resultantes van de ocho meses a un año y dos meses de prisión, acompañadas por una prohibición de ingreso a los estadios que podría debilitar su influencia en el Barrio Alberdi. Por otro lado, en Bahía Blanca, Facundo Solís ha sido condenado a seis años de cárcel por el homicidio de Gastón Ortega, un evento trágico que ha resaltado las luchas de poder entre las barras en el deporte nacional. Este caso es significativo, pues es la primera vez que un juicio por jurados se utiliza en un caso vinculado a la violencia barrabrava. La familia de la víctima ha anunciado su intención de apelar, alegando que las atenuaciones concedidas a Solís no reflejan la gravedad del crimen. Finalmente, en Santa Fe, se han emitido sentencias de prisión para cuatro integrantes de la barra de Colón, señalados por su participación en las luchas territoriales entre diferentes facciones que han resultado en muertes recientes. La condena a ocho años y medio para el líder del grupo La Negrada parece no haber sido suficiente para apaciguar las tensiones, ya que los enfrentamientos han vuelto a estallar en los barrios de la ciudad. Estos desarrollos ponen de relieve la creciente imposibilidad de controlar la violencia que permea el mundo del fútbol en Argentina. Los poderes judiciales de cada provincia están comenzando a tomar medidas, pero queda la duda de si estos esfuerzos serán suficientes para erradicar el crimen organizado que ha infiltrado las gradas de los estadios. Sin lugar a dudas, la lucha contra la violencia en el fútbol es un desafío monumental que requiere un compromiso decidido tanto judicial como social.
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