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Colon » El Entre Rios
Fecha: 17/05/2025 23:30
Según gran parte de las encuestas, el presidente Milei conserva una alta dosis de popularidad entre la ciudadanía. En la calle, las formas parecen importar menos que los resultados. Milei bajó la inflación, y eso es lo importante. Por mantener a raya esa fuente de popularidad, el Gobierno toma muchas decisiones, económicas y políticas, que parecen reñidas con las ideas de la libertad. Cuando no se trata de las urgencias de la política, el Gobierno se mantiene firme en la toma de decisiones que parecen mucho más afines con esas ideas. La anterior rebaja del impuesto PAIS para la importación de bienes, y la reciente quita de aranceles a la importación de teléfonos celulares y varios productos electrónicos, están en línea con la intención de combatir la inflación a largo plazo, y desde todos los ángulos. Importar con arancel cero debería bajar sustancialmente el precio final de estos bienes para el consumidor. Sin embargo, subyace un trasfondo más importante a esta medida: busca que se dejen de distraer recursos en una producción local que no es competitiva, que importa partes y no tiene la capacidad de colocar el producto final en el mercado internacional. En esta dirección, el avance del programa ocurre sin pausa. Más allá de todas las idas y venidas políticas, judiciales y de régimen cambiario, el objetivo de fondo parece claro: que el capital fluya hacia aquellos sectores de la economía en los que somos competitivos; aquellos capaces de producir bienes exportables. En lo que va del siglo XXI, Argentina ha recibido aproximadamente el 5% de la inversión extranjera directa (IED) que fluyó hacia América Latina, muy por debajo del 11% del PBI de América Latina que representa el país. No existían los incentivos suficientes para “enterrar” dinero en Argentina en inversiones de riesgo a largo plazo. El Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI) es un intento por revertir este fenómeno, y los proyectos presentados son un muestrario interesante de dónde se puede ganar dinero “a pesar” de Argentina, y mucho dinero si las cosas salen mejor que en el pasado: petróleo, minería, energía concentran la mayor parte de las presentaciones. Crear negocios que sean competitivos sería una forma muy eficiente de terminar con el atávico problema de la falta de dólares en la economía. Eso de “a pesar” tiene que ver con que, al mismo tiempo en que marcha en el sentido de permitir un cambio de paradigma que nos haga más sostenibles en materia cambiaria, el Gobierno se agarra de pequeñeces como llamados a supermercados, reuniones disuasivas con las terminales automotrices o la intervención intempestiva en el mercado del dólar futuro. Son sus dos caras: por un lado hace lo que debe para atraer el capital, y por otro lado sostiene algunos vicios que lo espantan. Es posible que el Gobierno consiga buenos resultados en la elección nacional, más allá de que su mayor logro, por ahora, en las elecciones locales sea que no gane quien no quiere que gane. No es extraño escuchar decir que se está de acuerdo con la política económica pero no con las formas, irrespetuosas de la institucionalidad, de Milei. Las formas no parecen importar, por ahora. Sólo lo harán si el plan no marcha. Fuente: El Entre Ríos
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